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Transformar un espacio territorial con la participación directa de vecinas y vecinos, que se capacitaron en técnicas sustentables para ampliar y renovar un invernadero... Técnicas de compostaje y lombricultura para huertos familiares aprendieron vecin@s de El Boro, gracias a proyecto medioambiental

El arquitecto Rodolfo Rojas, dictando uno de los talleres.

Transformar un espacio territorial con la participación directa de vecinas y vecinos, que se capacitaron en técnicas sustentables para ampliar y renovar un invernadero ecológico; y además, la creación de huertos comunitarios y por extensión para el hogar, es lo que se desarrolló en el proyecto medioambiental que se implementa en el sector de El Boro, de Alto Hospicio y que ya se encuentra en etapa de finalización.

La iniciativa la sacaron adelante los profesionales del Servicio País, Shirley Samit, Historiadora, y Rodrigo Ruiz, Ingeniero en Recursos Naturales quienes se constituyeron desde marzo de 2019 en algunos territorios de la comuna de Alto Hospicio, para levantar información in situ, de acuerdo con los lineamientos de la Fundación Para la Superación de la Pobreza, que cada año, cuenta con profesionales, que realizan su aporte en sectores y comunas vulnerables de todo el país.

EN EL BORO

Rodrigo Ruiz, que llegó a la zona desde Chillán a nuestra región, comentó que “como programa de intervención social y territorial nos vinculamos y tuvimos la oportunidad de conocer a algunas organizaciones sociales del sector El Boro, entre éstas la Junta de Vecinos El Despertar del Boro, presidida por una reconocida dirigenta regional, la sra. Isabel Novoa”.

En el trabajo en conjunto y de acuerdo con los planteamientos de la dirigenta “se identificó la necesidad de crear un espacio verde en el territorio, donde vecinos y vecinas pudiesen conocerse, conversar y también con fines de generar tejido social-comunitario, para mejorar la falta de participación ciudadana y la baja cohesión social”, dice el joven profesional.

Destaca que este trabajo fue realizado en conjunto con Shirley Samit, la otra profesional del Servicio País, asignada a ese territorio, y al Club de Adulto Mayor. Este trabajo derivó en la presentación del proyecto ambiental, que originalmente pretendía reactivar Huerto Comunitario Peumayén, sin embargo, sobrevino la pandemia lo que impidió la aglomeración de personas, por lo que se buscaron nuevas formas.

Así recurrieron a capacitaciones pequeñas, con distanciamiento social, pero, además, implementaron talleres virtuales, lo que termina resultando un éxito, ya que los vecinos aprendieron técnicas para crear huertos familiares en sus propias viviendas.

Las técnicas son lombricultura, que como su nombre lo indica, que incorpora lombrices a la tierra; y compostaje, que no lleva lombrices. Ambas son tierras ideales para el desarrollo de los huertos, los que, a su vez, permiten que las vecinas participantes (principalmente fueron mujeres) puedan plantar alimentos que ayuden a la canasta familiar, ahorrando dinero e ingiriendo productos naturales.

“Este espacio sirve para sembrar, cultivar y cosechar sus propias hortalizas y de esta forma ayudar a la economía familiar bajo el concepto utópico de entornos autosostenibles”, relata

Por su parte la dirigente Isabel Novoa, señaló que el proyecto resultó ser un éxito, despertando un gran interés en las vecinas y vecinos. “Tuvimos excelentes profesores, quienes nos enseñaron a reciclar nuestros residuos orgánicos, además de una variedad de técnicas para trabajar los huertos. Además, aprendimos a reciclar otros elementos que sirven en el huerto, como maceteros, destiladores, entre otros”.

Y lo que más la impresionó, es el aprendizaje que tuvieron en el manejo de las lombrices y la preparación de los alimentos que deben recibir. Hay que recordar que la lombricultora utiliza lombrices para el preparado de compostajes.

HUERTO PEUMAYÉN

Una vez realizado el diagnóstico, orientan a la comunidad de El Boro para que presenten un proyecto al Fondo de Protección Ambiental (FPA 2020), con el propósito de ampliar mediante un invernadero el actual Huerto Comunitario Peumayén, que fue lo que se hizo. Sin embargo, un plus adicional, fue la capacitación en temáticas ambientales y de cultivo, a los vecinos de Alto Hospicio.

En la iniciativa financiada por el Fondo de Protección Ambiental, también colaboró la Municipalidad de Alto Hospicio que, en rigor, se comprometió a colaborar con la entrega de agua para el regadío del vivero. Obviamente la Fundación para la Superación de la Pobreza, además el club de adulto mayor Semillitas del Desierto y finalmente la Junta de Vecinos El Despertar del Boro, que es la ejecutora del proyecto.

INICIO EN EL 2021

Pese a que el proyecto fue adjudicado en el 2020, la pandemia obligó a retrasar su inicio para este 2021, cuando comienzan las primeras actividades, principalmente talleres teóricos virtuales en diferentes técnicas de cultivo, entre ellas, lombricultura y compostaje. Las clases fueron dictadas por la profesional Kiu-Lin Chun.

También se capacitó sobre el manejo de residuos orgánicos, mediante talleres realizados por el arquitecto Rodolfo Rojas, quien desarrolla el tema desde hace año, desde un enfoque comunitario y ambiental.  Estas capacitaciones también se realizaron de forma presencial, manteniendo todo el resguardo sanitario.

INTEGRACIÓN DE CONOCIMIENTOS

Para el arquitecto Rodolfo Rojas, cada iniciativa como talleres o cursos que vincule el trabajo profesional con la comunidad en temáticas de sustentabilidad, “siempre señala un encuentro importante, que puede llegar a ser trascendente”.

Principalmente, dice porque “el integrar los conocimientos prácticos y profundo de los vecin@s y pobladores, sumado a los aprendizajes teóricos de los profesionales, solo refuerza el cariño, la vocación , el compromiso por un lugar, sea una plaza, un barrio o población, enaltece a todos”.

Así, a juicio del arquitecto, experiencias como ésta, “finalmente entrega un sentido de cuidado y responsabilidad social y ambiental en base a los saberes y pensares mutuos, construidos a través de la solidaridad e inclusión”, ya que estas iniciativas pequeñas o grandes “construyen paso a paso el bienestar de la gente, siembra cambios que mejoran la calidad de vida no solo de los que participan, sino su entorno y familias a una escala humana.”

ÚLTIMOS TALLERES

En estos días se están desarrollando los últimos talleres prácticos, junto a la habilitación del invernadero y la provisión de herramientas y materiales necesarios para equipar este espacio, señaló Rodrigo Ruiz. Todo con el propósito “que en un futuro cercano las vecinas puedan asistir y cultivar sus propias hortalizas. Pues el objetivo de generar capacitaciones mutó por el camino, ahora es más bien que, en sus propios domicilios puedan iniciar a pequeña escala los cultivos familiares y comenzar a generar hábitos y una cultura ambiental”.

El joven profesional finalmente destacó que para él la experiencia fue muy relevante, principalmente por el valor que tiene el trabajo intersectorial que se pudo generar, como también podría ser un hito al intentar generar territorios más sustentables desde lo local, y a la vez, generar mayores grados de conciencia y educación ambiental”.

Además, dijo, tiene el valor de ser una iniciativa altamente replicable en otros lugares de la comuna, región e, inclusive, en el país. “Por último, pero no menos importante, la capacidad del equipo detrás del proyecto para flexibilizar y adaptarse al actual contexto frente a los desafíos y barreras surgidas durante el proceso”, concluyó.

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