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Iván Valdés G., Periodista. Máster en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos.- Hay quienes dicen que la historia se repite, no desde la textualidad,... ¡Chile y Tarapacá!… Cuidado con el fascismo

Iván Valdés G., Periodista. Máster en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos.-

Hay quienes dicen que la historia se repite, no desde la textualidad, pero sí desde pulsiones principales que se generan bajo ciertas condiciones, en este caso: crisis social, económica y política; fuerzas populistas de ultraderecha que hacen de la mentira, o “posverdad”, eje de su práxis; y fuerzas democráticas, fragmentadas y enfrentadas, que, en su debilidad y confusión, no lo logran contrarrestar a la verdadera amenaza que crece en su flanco. Así pasó en la Europa de entreguerras, pero también en el mundo y el Chile de hoy.

No hay duda de que una de las claves del ascenso del fascismo en Europa, fue la imposibilidad de que el campo popular y democrático, uniera fuerzas para enfrentarlo. La división radical y violenta entre los partidos comunista y socialdemócrata alemán, dejó camino libre a la “Bestia Parda”, para abrirse paso, tanto en las calles, como en las instituciones. Si el campo democrático no tenía claro cual era, en palabras de Lenin, el “enemigo principal del período”, la oligarquía germana sí lo tenía, al momento de apoyar a Hitler para destruir la frágil democracia de Weimar.

La “Marcha sobre Roma” de Mussolini, es otro clave ejemplo: los 30 mil “Camisas Negras” desfilando en la capital italiana, nunca fue una amenaza insurreccional contra el Estado, pero si la oportunidad y excusa para que el rey Víctor Manuel, y a través de él toda la élite, le entregara el gobierno a un cuasi tirano, con la función en primer término de destruir el poderoso y ascendente movimiento obrero italiano, conducido por comunistas y socialistas, para luego cargar contra liberales y demócratas de toda índole.

Cruzando los Alpes, aún deprime recordar cómo el gobierno socialista francés de León Blum, dejó en la estacada al gobierno del Frente Popular español, frente a la asonada fascista de Franco y sus secuaces. Y, por último, cómo no recordar que la incapacidad de las potencias liberales, socialistas y comunistas de Europa (el Imperio Británico, la República Francesa, y la Unión Soviética); para generar un frente común contra el fascismo alemán, le abrió las puertas para su brutal conquista del Viejo Continente.

La amenaza de hoy

Y aquí, es cuando vemos que la historia parece repetirse, tal vez, recordando a Marx, con rasgos de comedia, más no por eso, menos inquietante. El mundo pareció conmocionado por el asalto de hordas protofascistas al Capitolio estadounidense, pero que no debió ser sorpresa, sino consecuencia previsible de un presidente y líder que construyó su ascenso desde el cuestionamiento y asalto a las bases democráticas del sistema, como la separación y contrapeso de poderes, prensa independiente, o pluralismo político.

El caso del Brasil de Bolsonaro, o la Hungría de Orban son sólo algunos, de múltiples otros ejemplos. La mentira sistemática, el victimismo, la generación de un “enemigo interno” al que destruir (por lo general inmigrantes), la total falta de respeto por los derechos humanos, así como el ataque a las normas democráticas, para concentrar todo el poder, son prácticas comunes a ambos lados de la historia.  Y ciertamente, el creciente uso de la violencia política sea estatal, para estatal o pandillera, o más precisamente, el uso combinado de todas estas expresiones para acallar las luchas del campo popular.

Chile no está inmune a estos fenómenos. En un contexto de crisis política y social, de deslegitimación del sistema de representación institucional; así como en medio de la odiosa fragmentación del campo democrático; surgen y se fortalecen fuerzas que, si bien aún son pequeñas, tienen importante potencial de crecimiento. La Derecha y la Ultraderecha terminaron convergiendo en una alianza de cara al proceso constituyente, y gracias a ello, vemos con indignación cómo personajes derechamente fascistas como Teresa Marinovic hoy son candidatos. Asimismo, la creciente formación de grupos con aspiración paramilitar, vinculados de una u otra forma a partidos reaccionarios, no deja de ser preocupante, como, asimismo, la radicalización de su actuar: ayer apaleaban gente en las calles, y hoy disparan balines a manifestantes, todo con complicidad policial.

Tarapacá en la mira

Pero más preocupante aún, es el crecimiento social y orgánico del partido de José Antonio Kast. Con sorpresa recuerdo en la elección pasada haber visto carteles de Kast en el popular sector de Santa Rosa, en Alto Hospicio… no lograba imaginar cómo ese grupo oligárquico, recalcitrantemente reaccionario, podría tener presencia en dicho sector, la repuesta me la dio un entonces compañero: “son los de la iglesia evangélica”.

Las iglesias evangélicas moralmente ultraconservadoras, y la llamada “Familia Militar” le dan a Kast y su grupo, las redes orgánicas que les permiten tener presencia en todo el país, y desde ahí proyectar su mensaje y captar adherentes en un mundo de personas frustradas con las promesas incumplidas de la democracia liberal. Sin ir más lejos, acá mismo en Tarapacá, el partido de Kast reclutó para la Convención, a la ex alcaldesa de Iquique, Myrta Dubost, con reales opciones de resultar electa, si no hubiera sido por un problema administrativo, que la dejó de momento fuera de carrera.

Por lo pronto, el fascismo abierto y desembozado de “Republicanos” y sus cercanos, ya tiene dos importantes aliados: la Derecha tradicional que le abre las puertas de las instituciones; y el despiste de las fuerzas democráticas, enfrascadas en sus disputas de perfilamiento propio. Si uno cambiara los nombres de la historia, perfectamente se podría estar hablando de la Alemania o la Europa de los ’30. Cuán urgentes parecen hoy las palabras de George Santayana, cuando dice: “Aquellos que no pueden recordar el pasado, están condenados a repetirlo”.

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