Piensa Chile/ Obesidad, diabetes tipo 2, cáncer o enfermedades cardiovasculares son algunos de las afecciones asociadas a un consumo excesivo de azúcar Los especialistas...
Piensa Chile/ Obesidad, diabetes tipo 2, cáncer o enfermedades cardiovasculares son algunos de las afecciones asociadas a un consumo excesivo de azúcar Los especialistas insisten en la creación de un impuesto a las bebidas azucaradas, como recomienda la OMS, algo que solo cumplen algunas regiones, como Cataluña.
También proponen reducir la publicidad dirigida a niños y adolescentes y la creación de etiquetas de advertencia similares a las de las cajetillas de tabaco
“El consumo excesivo de azúcares añadidos, especialmente de bebidas azucaradas, representa una grave amenaza para la salud de los niños y adolescentes, que afecta de forma desproporcionada a los niños de comunidades minoritarias y de bajos ingresos”. En el número de abril de la revista Pediatrics, las asociaciones de pediatría y cardiología de EEUU han cargado contra la industria de las bebidas azucaradas. Las asociaciones proponen la creación de impuestos o etiquetas de advertencia y restricciones a la publicidad, como medidas necesarias para detener la epidemia de enfermedades relacionadas con el consumo excesivo de azúcar, que son responsables de decenas de miles de muertes prematuras y de miles de millones de dólares en costes para el sistema de salud.
Obesidad, diabetes tipo 2, cáncer o enfermedades cardiovasculares son algunos de los problemas que estas instituciones sanitarias destacan como afecciones asociadas a un consumo excesivo de azúcar. La Asociación Americana del Corazón concluyó que existen pruebas sólidas que apoyan la asociación de azúcares añadidos con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, mientras que la Academia Americana de Pediatría ha hecho hincapié en el importante papel que desempeña el consumo de azúcares añadidos en la epidemia global de obesidad infantil.
El riesgo de un consumo excesivo de azúcar es bien conocido en todo el mundo, por lo que las guías alimentarias nacionales e internacionales recomiendan que estos compuestos supongan menos del 10% del total de calorías consumidas e incluso la OMS recomienda un consumo por debajo del 5%. Sin embargo, las asociaciones médicas advierten de que “los niños y adolescentes estadounidenses consumen el 17% de sus calorías de azúcares añadidos, casi la mitad de los cuales provienen de bebidas azucaradas”, a pesar de que estos productos “proporcionan poco o ningún valor nutricional, tienen una alta densidad energética y hacen poco para aumentar la sensación de saciedad”.
El problema no afecta solo a EEUU. El pasado mes de abril, un estudio publicado en la revista The Lancet establecía que el consumo de bebidas azucaradas a nivel global fue más de diez veces superior a la cantidad recomendada, mientras que en Europa, la Sociedad Europea de Nutrición Pediátrica advertía de que “el consumo de azúcares, en particular las bebidas azucaradas, en niños y adolescentes europeos supera las recomendaciones actuales”.
Según esta institución europea, “las autoridades nacionales deben adoptar políticas dirigidas a reducir la ingesta de azúcares libres en lactantes, niños y adolescentes” y apuntan diferentes medidas, como la mejora del etiquetado, la restricción de la publicidad, la introducción de normas para las comidas en guarderías y escuelas, y medidas fiscales.
Impuestos y restricción de publicidad
Varias de estas medidas han sido de nuevo propuestas por las asociaciones estadounidenses, que han hecho especial hincapié en “enfoques que aumenten el precio de las bebidas azucaradas, como un impuesto al consumo”, algo que la OMS lleva años reclamando. También en España, la Sociedad Española de Epidemiología ha pedido a las instituciones y representantes políticos que aumenten los impuestos a este tipo de bebidas.
Según diversos estudios realizados en los últimos años, el aumento de precio está asociado a una disminución del consumo, algo que ya se ha demostró en su día con el tabaco, especialmente entre los jóvenes, y con el alcohol. Sin embargo, pese a los reiteradas peticiones, lo cierto es que ni EEUU, ni la Unión Europea han tomado cartas en el asunto.
Otros países sí han adoptado medidas fiscales para reducir el consumo de productos poco saludables, como México, Chile o Hungría, obteniendo resultados positivos. También algunos gobiernos locales han tomado medidas, como la ciudad de Berkeley en EEUU, o Cataluña, que en 2017 creó un impuesto sobre bebidas azucaradas.
En Chile, se observó que las compras de bebidas azucaradas disminuyeron un 21% tras la entrada en vigor del impuesto, un porcentaje similar al obtenido en Cataluña, donde el consumo cayó un 22%. En México, la disminución fue de un 7,6% en los 2 años posteriores a la implementación del impuesto, mientras que las compras de bebidas no gravadas, como el agua, aumentaron un 2,1%. A partir de estos datos, otro estudio realizado en el país latinoamericano estimó que este impuesto por sí solo podría prevenir casi 200.000 casos de obesidad y permitir un ahorro de casi mil millones de dólares en costos directos de atención médica entre 2013 y 2022.
Los especialistas también recomiendan “disminuir la publicidad de bebidas azucaradas dirigida a niños y adolescentes” y proponen la creación de etiquetas de advertencia similares a las de las cajetillas de tabaco. En este sentido, un estudio realizado con adolescentes reveló que aquellos que fueron expuestos a una etiqueta de advertencia elegían menos bebidas azucaradas y creían que estos productos no eran recomendables si querían llevar una vida saludable. Estudios similares han mostrado que también los padres reaccionan a este tipo de etiquetas de advertencia, escogiendo significativamente menos bebidas azucaradas.
Algunos estudios recientes han involucrado a los dos gigantes del mundo de los refrescos, Pepsi y Coca-Cola, en sonados escándalos. En 2016, un estudio mostró que ambas compañías pagaron para ocultar sus vínculos con la epidemia de obesidad en EEUU y, un año antes, otra investigación mostró cómo Coca Cola trató de colar el mensaje de que la falta de ejercicio físico era un problema mayor que el consumo de azúcar en la epidemia de obesidad.
Otro estudio más reciente, publicado en el British Medical Journal, mostró cómo la multinacional de refrescos ha seguido utilizando esta estrategia, que ha terminado influyendo en las políticas de salud de China, dado que las medidas del país asiático se alinean con la posición de esta empresa, insistiendo en el ejercicio físico por encima de las restricciones dietéticas.