De la violencia a la tolerancia: Chile después de Camilo Catrillanca.
Opinión y Comentarios 31 diciembre, 2018 Edición Cero
Omar Williams López, Sociólogo
En los últimos años y especialmente a través de los medios de comunicación, sin excepción, se viene construyendo un discurso que define la violencia como la agresión física de una persona o un grupo hacia otra persona o grupo. Esta forma de definir la violencia es sin duda acotada y limitante, ya que, al transformarse en discurso oficial, invisibiliza otras violencias que existen en nuestra sociedad.
Este mismo discurso rápidamente a instalado la violencia como sinónimo de terrorismo y sin duda esta afirmación implica una connotación política, el miedo en su aceptación más extrema es la instalación del terror como forma de gobernar, lamentablemente la historia de la humanidad está llena de estos ejemplos y nuestro país no constituye una excepción.
Estos mismos discursos oficiales, independiente del color de quienes lo propagan, vienen pregonando que en Wallmapu hay terrorismo, el actual presidente de la república, en su entrevista en canal 13 el día 26 de Diciembre del año 2018, aseveró que se han quemado iglesias con mujeres y niños en su interior, lo que fue refutado por uno de los periodistas presentes, pero ¿esta afirmación fue casual? O más bien, ¿se pretende instalar el discurso oficial como verdad oficial y en consecuencia irrefutable?
Pero ¿Es verdad que existe terrorismo en Wallmapu?
Para responder a esta pregunta, lo primero que tenemos que indagar es ¿Qué entendemos por terrorismo?
Debemos concordar que la violencia posee en si misma diversas manifestaciones, pero generalmente la asociamos a la agresión física que una persona ejerce sobra otra y nos olvidamos de otras formas de violencia que se han hecho tan habitual en nuestra sociedad contemporánea que lo asumimos como un acto normal, tan normal que nos agredimos a nosotros mismos, como lo sostiene Byung Chul Han[1].
Para el geógrafo político David Slater el Terrorismo lo define como transferir a otros nuestros valores y prácticas porque las consideramos superiores a los de otros.
Negar la condición humana a otro ser humano y por esta vía arrancarle sus derechos inalienables constituye en sí mismo un acto de violencia. Cuando este hecho es masivo en la sociedad, hablamos de terrorismo de Estado, característica de toda dictadura.
Roger Bastide en su libro El Prójimo y El Extraño, se preguntó cómo fue posible que un grupo de no más de 300 españoles fueran capaces de apropiarse de un imperio tan basto y complejo como lo fue el Imperio Inca.
La clave para este autor fue que el Inca, era para su pueblo un ser sagrado, descendiente de Wiracocha, y en consecuencia instalado como columna vertical del ethos y la cosmovisión del mundo incaico.
¿Cómo podemos calificar el acto por el cual Francisco Pizarro decide terminar con la vida de Atahualpa? ¿Fue un crimen político? ¿Fue un asesinato a mansalva? O ¿Fue un acto terrorista?
Lo que vivieron los súbditos del Inca fue un verdadero terror, sucedió lo que nunca pensaron que sucedería, el descendiente de Wiracocha asesinado en la plaza pública. A partir de ese momento todo se derrumbó, su cosmovisión entró en una profunda crisis perdiendo el sentido de su existencia, éticamente vacíos, el terror se apropió de sus vidas, quedaron en la vulnerabilidad más absoluta, lo que se tradujo en la más abyecta dominación por parte de los españoles. Este terror se transformó en un miedo inhibidor, limitante y aprehendieron cuan bárbaro puede ser el extraño
Los dominadores recién llegados expropiaron sus tierras y sus ganados, crearon las mitas y las encomiendas, y los indios transformados en esclavos.
Todo su universo significativo, todo su simbolismo fue declarado herejía o brujería y todo el saber ancestral conoció la hoguera, ya fuesen sus códices o las personas capaces de escribir y leer esas claves.
Para el recién llegado no fue suficiente la derrota política y militar, era necesaria la destrucción de todo su simbolismo, se aplicó una violencia simbólica.
Desde el punto de vista de los pueblos ancestrales, la conquista española fue un acto terrorista y por ello, pese a los siglos transcurridos, las cartas de Fray Bartolomé de las Casas, dirigidas al rey de España, continúan siendo una prueba de dichos actos barbaros.
Estas cartas reflejan la ideología del conquistador de no considerar al extraño, al prójimo, en definitiva, al indio, como un ser humano. Si se le negaba esta condición podría ser objeto de las más brutales explotaciones y aberraciones que un ser humano puede acometer contra otro ser humano. Por el contrario, si era un ser humano, tenía la misma condición que el conquistador y no podía ser objeto de ignominia.
Para todos los pueblos ancestrales de América, la tierra constituye el eje central de su actividad económica y de su espiritualidad, por ejemplo, los aimaras la denominan Pachamama, madre tierra, porque todo provine de ella.
Esta concepción de la tierra la expresa el Jefe Seattle en su carta al presidente de EE. UU:
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?, esta idea nos parece extraña.
Si no somos dueños de la frescura del aire, ni del brillo del agua, ¿Cómo podrán ustedes comprarlos? Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo, cada aguja brillante de pino, cada grano de arena de las riberas de los ríos, cada gota de rocío entre las sombras de los bosques, cada claro en la arboleda y el zumbido de cada insecto son sagrados en la memoria y tradiciones de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo los recuerdos del hombre piel roja.
Esta concepción del mundo y del universo esta en la filosofía mapuche, constituyéndose en uno de sus ejes fundamentales.
¿Qué buscó finalmente la mal llamada pacificación de la Araucanía?
No fue una propuesta de comprar sus tierras, fue simple y lisa y llanamente una usurpación de las tierras de los mapuches, Wallmapu fue invadido por el Estado chileno, violando el acuerdo de Tapihue y esta invasión se sostuvo por el tipo de armamento que poseía el ejército chileno que los mapuches no estaban en condiciones de equiparar.
Pero no sólo estuvo la expropiación de tierras, estas fueron acompañadas por verdaderas campañas de genocidio encabezadas por Cornelio Saavedra, Domingo Salvo, Vicente Villalon, Mauricio Barbosa, todos ellos mencionados en el libro Crónica Militar de la Conquista y Pacificación de la Araucanía[2].
Cosechas arrasadas, matanza de sus ganados, asesinatos masivos de comunidades completas. ¿Qué es esto? ¿Una guerra declarada unilateralmente, por el Estado chileno, contra un pueblo que carecía de armas para enfrentarlo o fue una seguidilla de actos terroristas?
Pero también hay una violencia simbólica permanente, aquella que niega los nombres originales, sustentados en la toponimia proveniente de los pueblos ancestrales. Estos son cambiados por otros nombres muchos de los cuales se instalan simbólicamente para recordarles que no son un pueblo libre, el ejemplo más alevoso es Puerto Saavedra.
Todos estos actos fueron cometidos por agentes del estado que actuaron por ordenes de los respectivos presidentes o ministros del Interior; lo que se vivió y vive hoy en Wallmapu, son actos terroristas por parte de agentes del Estado contra la nación mapuche, ¿Qué otra explicación tiene el asesinato de Camilo Catrillanca? Y junto a él una larga lista que ya nos debe resultar vergonzosa.
El discurso oficial insiste majaderamente en actos de violencia en Ercilla que proveniente de parte de integrantes de algunas comunas mapuches, pero basta leer la novela de Jorge Volpi cuyo título es Una Novela Criminal, basada en un hecho real, para comprender que la complicidad entre los diversos poderes, con una policía corrupta y con medios de comunicación al servicio de estos poderes, pueden condenar a los comuneros o a sus comunidades, sin importar si son inocentes.
Tal vez en Chile, alguien como Volpi, podría escribir una novela titulada “Operación Huracán”
¿Qué riqueza esconden las tierras de temucuicui que son objeto de terrorismo de estado? ¿Qué empresario quiere extender sus negocios a costa de las tierras de los mapuches?
Al conmemorarse los 100 años de la Matanza de la Escuela Santa María, el entonces ministro del Interior, Señor Belisario Velasco, pidió perdón a Iquique y a los trabajadores por la masacre perpetrada contra los obreros del salitre por militares del Estado chileno.
¿Cuánto tiempo debemos esperar para que el Estado de Chile, reconozca y pida perdón por los asesinatos de comuneros mapuches?
¿Cuánto tiempo debemos esperar para que el Estado de Chile reconozca la existencia de la nación mapuche y de otros pueblos originarios?
Podemos ser un solo país con diversas naciones en su interior, esto nos engrandecería porque la discriminación daría paso a la Tolerancia como valor fundamental de nuestra sociedad.
…
[1] Byung-Chul Han, Topología de la Violencia.
[2] Leandro Navarro Rojas, Crónica Militar de la Conquista y Pacificación de la Araucanía.
Que buen articulo, así da gusto leer, concuerdo en todo.