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Anyelina Rojas Valdés.- No pasó desapercibida la visita que el escritor Jorge Baradit realizó, invitado por la Fundación FUNDERE, recientemente, para lanzar su último... Las 24 horas de Jorge Baradit en Iquique, su popularidad como escritor y sus dichos críticos, que puedes leer en esta entrevista

Anyelina Rojas Valdés.- No pasó desapercibida la visita que el escritor Jorge Baradit realizó, invitado por la Fundación FUNDERE, recientemente, para lanzar su último libro “La dictadura”. Llegó una noche de jueves y 24 horas más tarde emprendía el regreso a Santiago, para presentar una charla en una universidad capitalina. Es que así es la vida de este cronista-escritor, nacido en Valparaíso, con raíces en la pampa y con una vida capitalina. Sus libros han marcado récord de venta, superando a otros connotados autores. Y lo mejor, para él, es que ha despertado el interés de adolescentes y jóvenes, que por primera vez se sumergen en la historia de Chile. La historia que cuenta él, a modo de crónica, con una base de investigación y pluma creativa; no como historiador, porque de partida, dice que no lo es, al responder la consulta por las críticas que sí le hacen algunos historiadores.

Sus críticas son ácidas, con una buena dosis incisiva, de esa a la que no estamos acostumbrados los chilenos. Sus frases sacan ronchas en el público, como algunas que dijo en esta entrevista, que José Antonio Kast es “una caricatura” y que no tiene futuro político.

También es criticado, especialmente por algunos historiadores. Se le acusa de misógino, de borrar tuits cuyas palabras ahora se le devolvieron; que se cree que todo está oculto y que él “lo trae a la luz”. Que no usa metodología científica, que sus escritos carecen de rigurosidad, etc., etc.

Pero están las otras críticas que lo califican como un escritor entretenido, que devela con agudeza episodios de nuestra historia, que motiva a interesarse por la historia, que lo leen niños y jóvenes. Y también, etc., etc.  Pero ¿Qué piensa Baradit de ésto, lo otro y aquello? Veamos, pues

NIÑO PORTEÑO, LECTOR Y TÍMIDO

De entrada se definió como un “niño porteño, lector, tímido, víctima de bulling en la etapa escolar. Pero de pronto creció y se transformó en púnk-rocker y paso a ser un “tira-piedras”, en la resistencia contra Pinochet. Sí, dice, tiró hartas piedras en Valpo. y Viña; ósea, Valparaíso y Viña del Mar.

Piensa y después de un mmmh…. Dice al describirse “un comunicador. Siempre he sido un narrador, de contar historias;  a través de colores, imágenes,  fotografías o conceptos visuales; o en novelas, no ficción…” Nunca imaginó que luego se iba a dedicar a escribir en serio, aunque reconoce que todo eso “siempre fue una búsqueda errática, pero estuvo bien hacerlo así. A veces uno piensa que contar historias, tiene que ver exclusivamente con la literatura, con los cuentos y con las letras; y la verdad es que uno narra historias con todas  las herramientas y hoy día sobre todo con una multiplicidad de plataformas digitales. Uno cuenta historias a través de streaming, youtube, imágenes, fotografías, a veces novelas gráficas, comics. Y a veces juntándolo todo”.

Aquello fue configurando un escritor, “en mi caso, muy preocupado sobre toda la gama de posibilidades que tiene la narración. Sí mezclé en lo libros, de mi narrativa, pero también hay mucho de la comunicación visual. Porque hay muchas ganas que el lector sienta, huela, escuche; se sienta sumergido por los eventos. Creo que por ahí va la cosa.

-Tus primeras novelas fueron de ciencia ficción, ¿Cuándo diste el salto para abarcar estos temas, quizás no históricos, pero que sí tienen que ver con la historia?

-Nunca  he estado lejos de la historia, ni de la ficción. Desde chico para mí la historia era una plataforma para, desde ahí hacer ficción. Por eso mis primeras novelas son claramente eso. Si bien incursionan en mundos fantásticos, muy demenciales, siempre tienen base en nuestra sociedad, en nuestra cultura y en nuestra historia. Desde ahí, provoco esta ficcionalización de la realidad… algo así. Cuando empecé a hacer no ficción, se me hizo super fácil. Lo que dejé de hacer fue ficcionar, pero no dejé nunca de comunicar. Una de las cosas que hago con la historia, es dotarla de emoción… lo que hago es meterle sangre. No digo sólo hubo 3 muertos, sino que hago que las personas se pongan en el lugar, en los zapatos de los hechores y de las víctimas y que sientan la historia. Creo que ahí está el merito de lo que hemos hecho.

-Si quisiéramos clasificarte, ¿cómo te defines? ¿Cómo cronista? ¿escritor?, ¿historiador acaso?

-¡No soy historiador!

-Lo sé y por eso pregunto, porque hay críticas en ese sentido

-Nunca he sido historiador ni pretendo serlo. Hago investigación, reviso documentos, archivos, imágenes. Voy a bibliotecas, hemerotecas y archivos, pero soy un investigador no formal. Lo que yo hago es crónica… Más me gusta la idea, que quizás no tiene nombre, pero es una cosa compuesta que llamo narrativa histórica. Es decir basado en hechos históricos concretos, verificables, intento levantar un relato que tenga valor literario.

-Respecto a las críticas que hacen algunos historiadores, en el sentido que no recurres a metodologías… a los métodos de las Ciencias Sociales…

-Hay una falsa confrontación. Es super bueno para algunos periodistas decir que “es Baradit contra los escritores, o al revés”. La verdad  es que hay muchos historiadores que entienden lo que yo hago y que lo apoyan. Salen nombre como Julio Pinto, Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia y que dicen “ojo con esto”…. Es porque ellos entienden que yo  no soy historiador, pero que puedo ser una herramienta valorable para la comprensión de la historia. En definitiva, me considero un puente entre las personas y libros más profundos; lo  que busco es que las personas se interesen, que empaticen, que se emocionen con la historia, que la abracen, que la quieran; que entiendan que está llena de emociones, vida, dolores, tragedias, muerte… Y que luego empiecen su propia búsqueda hacia textos más profundos, más complejos. Pero no sólo generar el interés, también instalar ciertas preguntas, instalar algunas tesis de interpretación de la historia y de nuestra sociedad, ¡porque tengo el derecho de hacerlo no más!

-Lo que no se puede negar es que tus libros son muy leídos y que se ha despertado un interés por temas que quizás antes no acaparaban ese interés.

-Te digo. La historia antes era antes el ramo fome de la clase. Y la historia la verdad es que no le importaba mucho a nadie. Pero es a partir del 2015 se produce incluso una pequeña generación de narradores históricos. Carlos Tromben, Alberto Rojas, Felipe Portales, Cote Cumplido…. En fin gente que entendió que nuestra historia es materia fértil para interesar a las personas, para hacerlas conocer sus propios orígenes; para que sepan de donde vienen y hacia donde van. Creo que lo más relevante es eso.

-Entonces es un aporte igual, por el impacto logrado… O más bien, ¿cómo lo vivencias tú?

-A mi me encanta cuando en Santiago se arman filas para firmar el libro. Y el 30 por ciento corresponde a gente muy  joven, 14 o 15 años. Me encanta que lo que tienen en las manos no es un Harry Potter, es un libro de la historia de Chile. Y están en la fila para firmar su libro. Eso es muy bonito y yo me siento feliz de hacer ese aporte.

LA DICTADURA

Jorge Baradit vino a Iquique, invitado por FONDERE, para realizar el lanzamiento de su último libro: La dictadura. Y la fila que se armó frente a la librería Golden Book, en el Mall Plaza, fue enorme, con una diversidad de público, en intereses y edades. Muchos jóvenes e incluso, niños.

Dice que lo que pretendió con ese libro, no es asombrar con un relato desconocido. “Lo que busco es hilar las grandes ideas, que llevaron a la formación de la UP; las grandes ideas y dinámicas que desembocaron en su derrumbe. Y esas grandes ideas que articulan la dictadura y que llevan al proceso después de la transición. Lo que busco es lograr un relato continuo, porque hasta  el día de hoy lo que hay son relatos fragmentados. Un libro de un tema, un libro de otro tema… Sentía que para el  público general, porque está dirigido para un público general, no existía un relato continuo, desde lo que motiva la elección de Allende, hasta el plebiscito hasta la posterior transición a la democracia.

-Y si haces del esfuerzo de seguir en esa línea continua, ¿cuánto de dictadura queda hoy, presente?

-Soy bien pesimista al respecto. No lo era tanto hasta que en el pasado aniversario del plebiscito, le preguntan al ministro de Pinochet, Carlos Cáceres, sobre qué veía él de la derrota a la dictadura. Él dijo, claramente que lo que buscaba  el “gobierno militar”, así entre comillas, era la instalación de un nuevo modelo económico, sustentado en una nueva institucionalidad, que es la Constitución. ¡Y esas dos cosas siguen! Entonces, ¿de qué derrota me hablan?  Entonces, constatar eso para mí fue demoledor.

-Estás de acuerdo, entonces, que estamos en un sistema, que está anclado en los pilares básicos de la dictadura

-Por supuesto. Estamos viviendo un régimen por el que nadie le preguntó nada a nadie; un régimen que se instala sin  consultarle a nadie, con características que nadie aprobó. Estamos viviendo una institucionalidad que fue impuesta.

-¿Al borde del abismo quieres decir?

-Creo que esto va a hacer crisis en algún momento. Las democracias funcionan en  el acuerdo. En el acuerdo que esto que estamos eligiendo es lo mejor para el país. A mí me gustaría que alguien partidario de la institucionalidad pinochetista, me respondiera si cree que los cambios y las reformas que instaló Pinochet, habrían sido posible en democracia. La respuesta la dan ellos mismos. Pablo Barahona, ministro de Pinochet, Chicago-boy, lo declara en los ´80; dice que la instalación de este  modelo no habría sido posible en democracia. Pongamos un ejemplo e imaginemos que no hubo golpe y que el año 76 hay una campaña presidencial. El  candidato de la derecha y del neoliberalismo le dice a la gente “les prometo que les voy a dar un sistema de salud que cuando tu seas joven y no lo necesites, vas a tener todos los beneficios; y cuando seas viejo y los necesites, no te vamos a dar nada”. ¡Muy simple! ¡Nadie aprobaría algo así, donde las escuelas más pobres reciben menos y las más ricas reciben más. Es un tema de sentido político.

-¿Entonces?

Esta instalación que es ilegítima por haber sido impuesta en dictadura, tenemos que revisarla, ¡pero sin duda! El problema está en que hay una clase política muy asustada, con una pistola en la nuca, pero también muy pusilánime que no tuvo la frialdad y el valor para llevarla adelante. Y también una casta empresarial extraordinariamente poderosa, sobre todo después que Pinochet desnuda al Estado y le quita sus empresas, le quita su poder… que hoy día, ese Estado es incapaz de fiscalizar a esas empresas en que sus directorios son en su mayoría partícipes del gobierno de Pinochet y deudores de la dictadura. Entonces ese ¡tremendo poder! Sin duda que ese situación coopta a la democracia y a la clase política. Fueron capaces de financiarlos y después pedirle favores y dominar el escenario político. Por  eso el último bastión de Pinochet no es la política, no es la UDI, no es RN; es el mundo empresarial, que son los grandes beneficiados. Son gente que se hizo multimillonaria gracias a un dictador que le regaló esto.

-Pero ese escenario no es sólo para la gente de derecha…

-No. Lo que pasa es que acá hay otra dinámica, que es la propaganda, que es el convencimiento y la ignorancia;  es la falta de cultura y la despolitización de una clase social ingenua, que es incapaz de tener responsabilidad política y ver cuáles son las dificultades que están sufriendo como clase y asociarse, entonces, con quien corresponda.

-Volvemos al comienzo, ¿qué hacemos, entonces, con ese diagnóstico tan crudo?

-Educar, educar y educar. Fortalecer el conocimiento. El ciudadano es el que vota. Hubo un tiempo en que el poder definía quien votaba: los hombre y el propietario… Las mujeres quedan fuera, los pobres quedaban fuera; no podían elegir a gente que se preocupara de sus problemas. Pero hoy día no es  necesario pedirle a nadie que no vote, porque la gente por ignorancia, por falta de opinión y por indolencia, simplemente no va a votar. ¿Cuál es el demos, hoy día? Los que eligen son los que están con cierta opinión y cierta educación. Porque  es la información la que genera reflexión y cuando se genera reflexión, las personas tienen opinión. Y cuando tienes opinión quieres votar y actuar. Si no tienes información, si no tienes opinión, entonces te da lo mismo.

-Para muchos, para los que no se expresan en las votaciones, el acto de votar es un mero acto administrativo que no cambia nada. Argumentan que el sistema de base, el neoliberal, es el mismo, independiente de quien esté al mando.

-Eso es falta de experiencia y de disciplina política. ¿Qué pretenden esos grupos? ¿Qué se instalen los soviets de inmediato? ¿Qué se haga una revolución y se reparta el poder por las comunas al tiro?… Es decir, de qué me están hablando….

-Te pregunto por aquellos que están desencantados y que no tienen confianza en nuestro sistema político….

-¿Y cuál es el modelo alternativo? Si uno tiene que luchar con las herramientas que tienes disponibles. Qué es lo que hay hoy día… hay votos. ¿Y qué pasó en las elecciones anteriores? Al no ejercer el derecho a voto, sale alguien que hoy día está instalando y desintalando como quiere; porque las personas se negaron a usar la herramienta que tenían.

-Entonces la pregunta es, ¿Si Alejandro Guillier hubiese sido Presidente…?

-Hubiese sido mucho más fácil, al menos una forma de iniciar los cambios. ¡No tengo dudas! En mi caso voté Beatriz Sánchez, esa era mi lanza. Bueno y después tomo la que había. Pero dejar de votar era votar por Piñera. Creo que esta visión en el fondo la dan los años. Por supuesto que entiendo el apuro, la libido de los jóvenes…. Pero eso nos tiene como nos tienen.

-Tú trabajas con los concepto, ¿Qué te parece el de democracia?  A la luz de la democracia que tenemos ¿no es acaso un concepto soberano y muy idealizado?

-Absolutamente, no tengo ninguna duda con eso. Conversaba sobre esto, sobre el desencanto de la democracia. Le decía a un locutor en una entrevista, que lo que pasa es que estábamos equivocado. Tú estabas equivocado; yo estaba equivocado. En mi caso peleé en los ochenta, pero estábamos equivocados porque estábamos viviendo un momento atípico de la historia chilena; no estábamos en la realidad, sino que en un estado alterado, de conciencia, social. Entonces nuestro anhelo de democracia era un sueño arquetípico, como  lo era la revolución para los cabros de los sesenta. Nosotros nos imaginábamos la democracia como un momento en que se iban a abrir todos los espacios; donde todos íbamos a ser hermanos y todo se iba a concretar.  Eso se vivió en un día, en el día en que abrazábamos a los pacos, pero el 7 de octubre, esos mismos pacos ya nos estaban pegando de nuevo. Qué les pasó a los más viejos, a los Lagos, a los Aylwin…. Para ellos no era una utopía la democracia. Ellos habían vivido la democracia, entonces lo que hicieron ¡fue continuar la democracia chilena y no la utopía que nosotros teníamos en la cabeza!  Ellos siguieron con una forma de administración del Estado, donde se negocia, se transa, se maneja… ¡Se administra!

-Ahí tenemos la típica frase de “justicia en la medida de lo posible”

-Por su puesto. ¡Es lo que ha ocurrido siempre en Chile! Un ejemplo ya que estamos en Iquique. Rafael Sotomayor, que era el Ministro del Interior, que manda a matar a los obreros de la Escuela Santa María, fue acusado de tener intereses en las salitreras y de haber actuado con intereses personales en la masacre  ¿y qué pasó? Pasó que se abrió una Comisión en el Senado para investigar. Y después de unos meses de investigación ¿qué ocurrió? ¡Nada pues!  Esa democracia chilena fue con la que chocamos, la que conocimos después de la dictadura. Chocamos con la realidad de lo que es la democracia chilena, es por es que Aylwin no tuvo problemas en decir lo que dijo (justicia en la medida de lo posible) Y después Ricardo Lagos, no tuvo problemas en transar el modelo. Porque lo que estaban haciendo era unir este periodo irregular y atípico, con la nueva democracia.

¡Qué más gráfico! El símbolo era una arcoíris, que se aleja a medida que lo perseguimos…  O sea, estábamos persiguiendo el arcoíris y no lo alcanzamos. Pero ¿ay que dejar de hacerlo? ¡No! Porque eso genera un fondo moral. Hay que seguir persiguiendo el arcoíris que se aleja y se aleja, pero hay que seguir; no quedarse… Veo alguna juventud que es más vieja que yo y se abandonan.  Acaba de fallecer Ana González (la dirigente de DDHH cuyo esposo, hijos y nuera fueron ejecutados en dictadura). No me la imagino a ella diciendo, mejor no los busquemos porque no los vamos a encontrar.  ¡Ella no paró jamás en su afán! ¿Y eso cómo se llama? Disciplina política, que es algo que existía y que ya no existe.

Destacados, Jorge Baradit-¿Cómo te defines políticamente?

-Me considero un socialdemócrata, pero no milito. Nunca he militado. Después del ´88 tuve las mismas desilusiones que tuvimos todos; también choque con la realidad. También me pareció asquerosa la “transa”,  me pareció repugnante la política chilena, que seguramente era igual en los cincuenta, en los sesenta, en los setenta, pero yo nunca la había vivido así. Me ha costado un mundo incorporarme a las filas que no sean movimientos. De repente me atacan con mis mismas palabras y me dicen, “entonces milita y hace lo que estás diciendo”. Pero digo, sabís´que, opté por pelear de otra manera. (A través de sus libros)

-Te criticaron muchos por unos tweets, que después bajaste Te acusaron de misógino. ¿Qué pasó con ese episodio?

-Fue un ataque bien violento. Yo no soy misógino, no soy machista, no soy coprófilo, no soy necrófilo, no soy zoofílico, no soy sadomasoquista, no soy alcohólico, no soy drogadicto,  guerrillero; -dice al hilo y continúa- No hago magia negra…. No hago  nada de esas cosas que se dicen en twitter;  pero hay gente muy hábil que es capaz de tomar tweets de cualquier lugar y también inventar y también  tergiversar. Eso puesto junto, en un momento preciso generó una bomba que me hizo mucho daño y que me tuvo un mes paralizado, pero no me detuvo, continúo. Porque esto que terminó siendo material de memes para la ultraderecha –porque ahí terminó radicando-, rápidamente la gente se dio cuenta que eran estupideces y que yo no llego a mi casa a tener orgías con gatos, que no tengo un cadáver en el refrigerador… Entonces rápidamente la gente bajó a la sensatez. Y ese ataque quedó convertido en eso.

-Entonces diste vuelta la página…

-No. No di vuelta la página, porque siempre va a ver gente que me pida explicaciones y yo estoy dispuesto a dárselas.

-Pero finalmente bajaste esos tweets…

-Borré mi historial de twitter del 2015 hacia atrás. Por una razón súper específica, porque no tuve garantías de nadie. (…) El tweet ya es un arma;  usar tweets antiguos para usarlo y hacer daño es ya una práctiva. Hoy es una jauría.

-Finalmente, ¿qué te parece la irrupción de José Antonio Kast en la política chilena?

-Fascistas han existido siempre en todos lados. Cuando un fascista es además millonario. Tiene plata y puede, mediante artilugios actuar, por ejemplo a través de Cambridge Analítica (empresa estadounidense de análisis de datos) pudo ser electo el Presidente de los Estados Unidos… Ahí queda la escoba, porque es alguien suficientemente influeyente en el hemisferio occidental como para provocar un efecto dominó. Producir la aparición de especímenes como Kast, como Bolsonaro, o como otros más en Ecuador o en Colombia, que recogen este discurso. La gente dice que si un país tan poderoso como EEUU, escoge a estos personajes, entonces piensa que no debe ser tan malo. Y se producen estas salidas  del closet de estas fuerzas que estaban escondidas y  las serpientes vuelven a salir a la calle…  peligroso.

-¿En el caso de Chile?

-En lo concreto, en el caso de Chile, no creo que Kast vaya a llegar más allá del 10%. En el corto plazo no creo que él sea el Presidente de la República, en el próximo periodo, pero sí creo que va a ser uno de derecha.  Estas son siempre posturas marginales, por lo que creo que tiene que haber un descalabro monstruoso para que ocurra algo como lo que está pasando en Brasil. Chile no está ni cerca de eso. El remanente dictatorial, fascista, pinochetistas, está vivo, coleando con mucha fuerza, pero no con la cantidad de votos. El riesgo es que hoy día, existen mecanismos en las redes sociales, que pueden comprar las personas millonarias, lo que pasó con Bolsonaro, con una tremenda operación digital; o lo que hizo Trump, con Cambridge Analítica. Capaz de levantar toda una estructura… Como también son capaces de comprar estrategias  digitales gigantescas, que son capaces de influir en las personas. Entonces, claro, el riesgo crece. Sin embargo creo que este  país es lo suficientemente pacato y así como es incapaz de moverse muy hacia la izquierda, también es incapaz de moverse tanto, a la derecha.  Moverse tanto, que es casi imposible para llegar  a escoger a Kast. Kast es una caricatura.

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