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Dr. Haroldo Quinteros Buqueño/ profesor El gran argumento boliviano para conseguir el objetivo de salir soberanamente al Pacífico a través de nuestras costas, es... La argumentación boliviana sobre «Derecho Expectaticio», en conflicto de La Haya

Dr. Haroldo Quinteros Buqueño/ profesor

El gran argumento boliviano para conseguir el objetivo de salir soberanamente al Pacífico a través de nuestras costas, es que oficialmente, en febrero de 1975, en Charaña, Augusto Pinochet prometió una salida al mar al entonces gobernante boliviano Hugo Banzer. En verdad, no fue un acuerdo oficial protocolizado como tal, sino una promesa, nada más. Sin embargo… en diplomacia las promesas cuentan, y en la jurisprudencia internacional se enmarcan en lo que se llama “derecho expectaticio.”

La verdad pura de las cosas es que Pinochet , a pesar de esta promesa, que efectivamente existió, nunca tuvo la intención de ceder territorio a Bolivia, ni en canje ni nada. Tampoco eso esperaba seriamente Banzer. Veamos por qué:

Pinochet y Banzer eran dos dictadores socios de la Operación Cóndor, el conocido plan enteramente fraguado en Washington en 1970, cuyo fin era terminar con la agitación socialista anti-imperialista, tanto guerrillera como democrático-institucional, en prácticamente todos los países del cono sur americano. Esta maniobra del imperio estadounidense, que éste proveyó con todo el financiamiento y apoyo teórico y logístico militar necesarios, implicaba la irrupción en los asuntos políticos de las Fuerzas Armadas de estos países, la que advino tras la seguidilla de cruentos golpes de estado de corte fascista y pro-estadounidenses. Pues bien, al Plan Cóndor no se sumó Perú. Este es, precisamente, el quid de todo el asunto, incluida la “promesa” de Pinochet en Charaña.

Desde 1968, en Perú gobernaba Juan Velasco Alvarado, un militar que había dado un golpe a un gobierno civil “corrupto y entreguista” (palabras de Velasco) a los intereses de las grandes empresas transnacionales y a la oligarquía nacional, el de Fernando Belaúnde Terry. Velasco, para sorpresa del imperio y de todo el mundo,  resultó ser un gobernante anti-oligarca y anti-imperialista, hasta el punto que desde su ascenso al poder recibía en plena Guerra Fría las más efusivas loas de la ex Unión Soviética y Cuba; es decir de Leonid Breznev y Fidel Castro. En 1975, cuando en Charaña Pinochet  prometía costa chilena a Banzer, Velasco, como era de esperar, no se entendería con dos de los peores dictadores de la Operación Cóndor, que sólo querían verlo muerto o fuera del gobierno peruano.

Recapitulemos. Como bien se sabe, la solución al problema de la mediterraneidad boliviana era y es todavía, la cesión por parte de Chile de territorio costero tarapaqueño,  en cuya elección, según los bolivianos,  debe participar el gobierno de Bolivia. El problema es que la cesión de territorio por Tarapacá, según el tratado chileno-peruano de 1929, exige la anuencia de Perú. Ese año, un temeroso Chile,  que por entonces pasaba por los más graves conflictos sociales y políticos de nuestra historia, ante la amenaza de enfrentar, además, a un revanchista Perú, aceptó esa infamante cláusula y, además, devolvió Tacna a Perú.

Charaña, entonces, no fue sino un vulgar  “tongo,” porque Perú no tuvo la menor participación en todo este cuento; ni siquiera hubo un telefonazo previo a Velasco. La verdad es que lo que realmente se conversó en Charaña fue cómo colaborar con el imperio en cuanto sacar del poder a Velasco. Nixon lo consiguió sólo seis meses después de Charaña, en agosto de 1975. Un golpe de estado encabezado por el general peruano Francisco Morales Bermúdez, que prometía continuar la obra “socialista” de Velasco, sólo un año después mostró su verdadera faz, la de un fiel acólito del imperio y de la oligarquía peruana, además de colaborador, aunque pasivo, de la Operación Cóndor.

La pregunta de Perogrullo es ésta: ¿por qué los tres dictadores Pinochet, Banzer y Morales,  afines políticamente, no se entendieron sobre el tema boliviano? Muy simple, porque Perú, país arquetipo del subdesarrollo y la dependencia en América Latina, ha sido gobernado tradicionalmente por una casta política conservadora, y ésta casta no abandonará nunca el sentido patriotero, territorialista y ultranacionalista que envuelve al gobierno.

Esto es lo que le permite drogar a su pueblo con discursos seudo-patriotismos y nacionalismos que simulan a las maravillas la entrega del país a la voracidad de las transnacionales extranjeras y la mantención de las desigualdades sociales y la sobre-explotación de los trabajadores. Mientras Perú siga siendo gobernado por esta vieja casta profundamente conservadora, ningún gobierno aceptará la salida de Bolivia al mar por costas de Tarapacá; algo así como para seguir sutilmente haciendo creer a su pueblo que Tarapacá sigue siendo peruana.

Sobre la controversia que tenemos con Bolivia en La Haya, la verdad es que no hay ninguna posibilidad que el fallo del Tribunal Internacional favorezca a Chile. Esto, porque la Corte de Justicia de La Haya se fundó con el objetivo de emitir fallos que favorezcan ecuánimemente a las partes en conflicto, y así evitar rupturas entre los países e, incluso, guerras. Digamos, su gran característica es emitir fallos “salomónicos” y en este caso, Chile lleva todas las de perder porque se empecina en sostener toda su argumentación en prácticamente sólo en un punto: la vigencia del tratado de 1904, según el cual entre Chile y Bolivia está todo zanjado en materia territorial. Para el derecho internacional est6e argumento no es convincente,  porque, obviamente, todo tratado puede volver a discutirse, revisarse, actualizarse e, incluso, anularse, lo que sucede a menudo en las relaciones internacionales. Por lo tanto, cualquiera resolución de La Haya que por la vía de sus tradicionales arribos a «resoluciones salomónicas» busque satisfacer a ambas partes, solo satisfará a Bolivia.

Repito, Charaña fue un tongo protagonizado por dos socios de la siniestra Operación Cóndor, ampliamente conocida en todo el mundo como el mejor ejemplo de una coordinada conspiración inter-estados que terminó en atroces dictaduras fascistas. Lo interesante en este punto es que Chile podría perfectamente mostrar la mejor carta en este juego. Sería en verdad, exhibir los cuatro ases del naipe en un solo golpe de mano.

Conocida en todo el mundo la horrenda experiencia de la Operación Cóndor y de las violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos cometidas por las dictaduras militares que la formaron, Chile podría impetrar con arreglo a derecho la ilegitimidad política y moral de la “promesa” de Pinochet a su amigo y compinche Banzer,  cual es el gran argumento de la parte boliviana y, muy repetido por Evo Morales. Un solo gobierno chileno desde 1989 hasta hoy, si no socialista, por lo menos que no hubiese admitido la legitimidad de la dictadura de Pinochet,  habría impetrado la vaciedad de derecho expectaticio contenida en la promesa de Charaña.

Evo Morales no podría contra-argumentar nada, porque de manera explícita siempre ha negado la legitimidad de las dictaduras de esos tiempos, especialmente las de los generales Barrientos y Banzer. Por cierto, ¿cómo puede alegar derecho expectaticio sobre la base de una promesa hecha por el dictador Pinochet a un dictador de su país, a quien él mismo ha condenado y calificado de corrupto y asesino? ¿Por qué entonces lo hace? La razón es muy simple. El astuto Morales sabe que desde que Pinochet abandonó el poder, los gobiernos chilenos, sin excepción, no han cuestionado oficialmente la legitimidad de la dictadura de Pinochet,  al punto que, incluso,  con Ricardo Lagos, hasta reconocieron la espuria constitución-bando de 1980.

Las cosas, por supuesto han empeorado con el actual gobierno, que por ningún motivo alegará la ilegitimidad de la promesa, porque eso sería declarar la ilegitimidad de la dictadura de Pinochet. Vale decir, lo que no ha hecho Chile es negar derecho expectaticio a una promesa que no lo tiene, porque fue hecha por un dictador corrupto y criminal a otro de la misma pluma. Malo para Chile, porque si esto no se hizo en el pasado, menos se hará ahora, puesto que la derecha entera, aunque no lo diga, no sólo no se cansa de declarar el gobierno de Pinochet como legítimo, sino que buena parte de ella, hoy en la cumbre del gobierno, justifica la propia Operación Cóndor, en la cual también participó activamente el dictador boliviano Hugo Banzer.

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