Gilberto Brito Andía, silente constructor de emociones
Opinión y Comentarios 14 enero, 2018 Edición Cero
Guillermo Jorquera M.
Vivió 84 años, fue trabajador de las pesqueras, taxista, y terminó trabajando en su propio “Se fleta”, siempre de carácter silencioso y apagado, murió producto de acumular todas las enfermedades propias de la edad.
Su velatorio, en la casa de su barrio de siempre, muy popular, además de pésames y llantos, floreció en torno a canciones; boleros, valses y tangos; Raúl Show Moreno, Los Cinco Latinos y Estela Rabal, los Panchos, etc. acompañaron la congoja.
El Padre Pablo, del sector quebradeño rezó el responso, acompañado de música andina. ¡Cómo no!, si era devoto del “Lolo”, y su devoción por la Reina del Tamarugal, su “Chinita”, fue musicalizado por el hímnico tema Rocío de la Pampa, cantado por su propio autor; el “Pato” Flores, finalizando el oficio religioso, entre rezos, cantos y llantos.
Pero siempre, siempre en su espera final, estuvo presente el grito popular de su club favorito, ¡El equipo que ha sabido ser campeón!; Colo-Colo, que sus hijas y nietos alentaban y gritaban a todo pulmón, con el ánimo de que le llegara hasta el fondo de su corazón, ya sin latidos, pero de rostro complacido.
Su funeral, fue acompañado por un mar de lágrimas, y un “banderazo” -con aires Garcíamarquianos y Colocolinos-, de gritos, cantos y bocinazos de los fleteros de un mega centro comercial, oficio que desempeñó hasta que pudo. Además de cantos y gritos del club de sus amores, que sus hijas y nietos se cuidaban que no faltaran.
El ataúd fue desapareciendo en la bóveda familiar, con mensajes conversados y gritados por cada uno de sus nietos, hijas y amigos, y con golpes en la urna, que transmitían amistad; Piero se hizo presente con el tema Viejo mi querido viejo, cantado por los músicos que siempre le acompañaron en este oficio, y por toda su familia de hijas, hijo, nietos, bisnietos, familiares, cuñados, amigos, vecinos, que quisieron darle una última palmada de cariño a través del cajón mortuorio.
Se acomodó complacido junto a la América, su mujer por años, paradojalmente ahora unidos hasta después de la muerte, con la emoción de sus hijas que agradecieron a gritos el feliz reencuentro.
Gilberto Brito; ¿Cómo y cuándo construiste tanto amor, tanto cariño, tanta hermandad, tanta vecindad envidiable?
¡Descansa en paz, amigo mío, y salúdame con amor y nostalgia a América, mi hermana!
Ay Guiilermo! esa forma tan tuya de recordar. Gracias.