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A punto de cumplir 38 años de vida artística, se encuentra el Teatro Universitario Expresión,  que inició sus actividades, un 9 de septiembre de...

A punto de cumplir 38 años de vida artística, se encuentra el Teatro Universitario Expresión,  que inició sus actividades, un 9 de septiembre de 1979 y que hoy depende de la Universidad Arturo Prat. Para celebrar, la compañía teatral, que dirige Iván Vera-Pinto, desarrollará un amplio programa de actividades.

El lunes 4 de septiembre, a las 19.00 horas, se contempla la inauguración de la  Exposición Fotográfica de Guillermo “Willie” Zegarra, ícono del Teatro de la Región de Tarapacá”. Salón Veteranos del 79.

Jueves septiembre, a las 19.00 horas: Lanzamiento libro “Historia del Teatro de la Universidad Arturo Prat, Expresión, 1979-2017”. Sala Veteranos del 79.

Sábado 9 septiembre, a las 20.00 horas: Presentación obra El Feo. Sala Veteranos del 79.

Viernes 15 septiembre, a las 19.00 horas: Murga Teatral- Musical en la punta de diamante del auditórium universitario.

TRAYECTORIA

Durante estos 38 años el Teatro Expresión ha presentado más setenta obras de autores relevantes tales como: Mario Vargas Llosa, Marco Antonio de la Parra, Federico García Lorca, Mario Benedetti, Jairo Aníbal Niño, Jorge Díaz, Darío Fo, Eugenio Ionesco, Juan Radrigán, Alejandro Sieveking, Bertolt Brecht, entre tantos otros. A partir del año 2004, con el estreno de “Coruña, la ira de los vientos”, el Teatro Expresión se encamina en un canon teatral que perfila su labor, nos referimos al llamado Teatro de la Memoria.

Por otro lado, concordante con su condición de teatro regional, Expresión ha intentado en sus espectáculos rescatar, “poner en valor”, difundir y proyectar obras, temáticas y técnicas que reconozcan a algunos elementos identitarios de Tarapacá.

En la actualidad los integrantes del Teatro Expresión son conscientes que trabajar dentro del ámbito universitario es un privilegio que les permites crear, investigar y difundir los contenidos y técnicas del teatro que han decidido hacer, más todavía si en los últimos decenios cuentan con el respaldo de las autoridades universitarias.

Uno de los desafíos actuales del Teatro Universitario es ampliar y diversificar los públicos, por eso requiere buscar y encontrar otros espacios, otros interlocutores que les permitan a los integrantes compartir y, por qué no, confrontar sus propuestas. Sabemos que aquello es difícil de lograr porque el  teatro se ha convertido en una disciplina anacrónica que a la sociedad en su conjunto no le importa; no obstante, quienes militan en este quehacer tienen la convicción de que las disciplinas artísticas sí son un apoyo pedagógico, que estimulan el desarrollo del pensamiento crítico, la sensibilidad y el espíritu colaborativo, entre otros beneficios.

“En la medida que seamos capaces de devolverle el arte a la gente, tal como lo hizo el propio Luis Emilio Recabarren que escribía y enseñaba teatro a los obreros del salitre, podremos generar identidad, sobre todo hoy que el teatro está en “extinción”. Es probable que ese también sea el camino para consolidar la búsqueda de una teatralidad propia, siempre abierta, nunca terminada. Y como toda praxis escénica, de mediar no solamente en el espacio, acaso también en la memoria, el pensamiento y en la sensibilidad de todos aquellos que acuden al encuentro”.”, asegura Iván Vera-Pinto.

UN POCO DE HISTORIA

“La Universidad de Chile, Sede Iquique, ha creado el Taller de Teatro que, a través del Servicio de Extensión y Comunicación, ha impulsado con entusiasmo la formación de éste, el que viene a incrementar la actividad teatral en la ciudad.Este conjunto estará integrado por estudiantes y funcionarios de esta Casa de Estudios y será dirigido por Iván Vera-Pinto”, así rezaba una nota periodística aparecida en un diario local (julio de 1979).

Pues, aquí, como en otras universidades del país, surge la extraña paradoja: por una parte el teatro que se hacía antes del quiebre institucional era denostado por las autoridades gubernamentales, mientras que por otra estas mismas estructuras – en este caso educacional –  se servía de este arte para cumplir con una de las tres funciones esenciales del quehacer universitario (la extensión cultural) y para educar a un estamento estudiantil que demandaba de espacios para expresar sus inquietudes e ideas.

A partir de 1980 se inició un periplo de montajes, cursos, giras (por todo Chile, Perú, Uruguay, Argentina y México), además deun conjunto de acciones permanentes. En efecto, «con el comienzo de las actividades académicas en la universidad, la sala Veteranos del 79 volvió a abrir sus puertas, pese a que solamente llegaron diez alumnos de los que habían realizado la formación teatral el año anterior.

“¡Qué importa cuánto son! – me dije. Lo fundamental era que los que estaban allí dispuestos a trabajar, lo hicieran con la certeza de cumplir con los objetivos trazados: fundar un elenco, instruir a monitores teatrales y plasmar piezas dramáticas que pusieran en valor la tradición del teatro nacional y regional. Con energía juvenil el colectivo se puso a estudiar muchos libretos que llevaba de mi etapa en el extranjero. Empero, era muy engorroso seleccionar algún texto que pudiera ser representado, dado que los contenidos topaban con temas que en esas circunstancias no podían ser abordados en libertad”, explica Iván Vera-Pinto, director y fundador de esta compañía.

“Entre dos trenes”, de Isidora Aguirre  y “Castillos en el aire”, de un autor anónimo, fueron las dos piezas que inauguraron este proyecto artístico universitario. Para sortear el medio adverso que se vivía en el gobierno militar, el teatro se cobijó en un repertorio a veces liviano y otros híbridos y metafóricos, porque en realidad no había otra forma de sostenerse dentro de ese régimen de censura y persecución política.

Con muy pocos recursos financieros, pero con un colectivo concientizado en su misión, se siguió  sembrando en una realidad pobre en cartelera cultural y embobada por los shows televisivos.Inequívocamente, podemos advertir que para las pocas agrupaciones teatrales existentes en aquel entonces fue muy complejo mantener una programación regular y a un elenco estable.

Las causas eran evidentes: el ambiente de censura, la falta de espacios y recursos económicos para sostener las iniciativas y la autocensura. Siendo ecuánime, la permanencia y el desarrollo de estos grupos teatrales se lograron en gran medida por el compromiso de sus integrantes, el respaldo del público y la pasión manifestada de sus líderes, factor que no se ha aquilatado en su medida justa.

En 1990, con el regreso a la democracia en el país, la agrupación estaba esperanzada que el teatro creciera y que el público fuese el principal beneficiario de la variedad de contenidos y formas que podía ofrecer en el futuro. Por consiguiente, Expresión se abocó a la investigación de autores nacionales que propusieran temáticas actuales, expresadas con renovados estilos artísticos. Durante los siguientes años se reafirmaron las convicciones artísticas, los sueños hermosos y el aprendizaje vivencial; factores que ayudaron a los miembros a desarrollarse y a crecer como personas y artistas.

Desde su fundación una señal relevante que ha acreditado la labor de vinculación artística de Expresión ha sido mantener, de manera permanente, espacios para la formación, capacitación, investigación y desarrollo de aquellas materias y técnicas vinculadas a esta manifestación artística, lo que ha dado posibilidad a la participación de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores de la comunidad. Algunos de los practicantes han dado sus primeros pasos en esta academia, posteriormente, ha seguido sus estudios sistemáticos en escuelas de la capital.

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