Arte Teatral; falta de espacios
Opinión y Comentarios 15 febrero, 2017 Edición Cero
Guillermo Jorquera M/ Ex Director de Teatro TIUN-TENOR
La falta de espacios para los creadores locales se ha convertido en un tema recurrente, no sólo de los afectados por aquello, sino también de la gente de la calle, “opinólogos”, y por supuesto de la prensa. La mayoría parten por citar el cerrado Teatro Municipal de Iquique, y desde allí se ramifican hacia otros sectores, no sin antes dejar de manifiesto su posición irrenunciable a no cejar su reclamo por la pronta solución del citado Monumento Nacional, y pasean su crítica por los espacios que si existen, pero que son insuficientes.
En el caso del arte teatral, mencionan al “Akana Teatro”, “Teatro Expresión”, “Teatro Humberstone”, (espacio que está en venta y que la agrupación artística debe pagar un arriendo mensual), incluso se menciona al Teatro Antifaz, que inició labores el año 1993, y que ya supera un año que debió cerrar sus puertas, porque no pudo seguir solventando los gastos de arrendamientos y de mantención del pequeño pero magnífico espacio que fue solución para muchas compañías en Iquique, incluso alcanzó a levantar, con recursos concursables, una Escuela (2003-2004), que tenía como tarea profesionalizar a gente de teatro, pero por el sistema de la concursabilidad (“No financiar siempre a los mismos”, criterio que no registran las bases) no pudo sostenerlo para alcanzar sus objetivos.
Por último, mencionan al Salón Tarapacá, espacio municipal, restaurado del antiguo cine del mismo nombre, con recursos FNDR, pero que está sometido a una serie de trámites municipales que no permite la agilidad que tiene la creación teatral. Por ejemplo una compañía puede estrenar allí, pero no puede ensayar, ni menos hacer una temporada que le permita recuperar los costos de la producción. No está permitido cobrar una entrada, por mínima que sea.
(En este paréntesis, debo decir que lamentablemente el sistema de los concursos públicos ha instalado en la comunidad el concepto de gratuidad del arte, se publicita por todos los medio de comunicación existente que la entrada es gratuita, internalizando la idea que los artistas trabajan por amor al arte, sin embargo lo que ellos hacen en una función es; trabajar y reflejar en ese momento todo el trabajo realizado en el periodo de preparación del montaje y que aún tienen que enfrentar los gastos de la post producción; maquillajes, desmaquillajes, elementos perecibles, luces, sonido,etc. Además las bases de estos concursos limitan los honorarios de los trabajadores del teatro, de acuerdo a una tabla establecida por el sistema. Creando, además, el concepto de dar o donar recursos a los artistas.
En el fondo el artista le propone un trabajo al sistema, a través de un proyecto, y el organismo que lo acepta, porque es su misión instalada en la ley, pone los recursos para su realización. El sistema no le da ni le dona la plata al artista, solo está cumpliendo con su obligación. Realmente es una transacción, incluso se firma un Convenio de Transferencia de Recursos, que en el caso del FNDR, debe firmarlo él o la Intendente de turno, con el Representante Legal de la institución que se adjudica el proyecto.
Creo que es urgente eliminar la propaganda de la gratuidad y simplemente decir, que la actividad tiene entrada liberada porque el proyecto es financiado por FNDR, FONDART, etc., no basta con los logos. De esta manera el concepto de gratuidad no se internaliza en la gente. El artista debe recibir remuneración por su trabajo.)
Sin embargo, en arte teatral no tiene sólo ese problema que coarta su creatividad, sino otro de mayor sensibilidad; espacios para la creación, una sala de ensayos, un lugar para que noche a noche, o día a día, pueda modelarse el nuevo montaje, la nueva creación, el próximo estreno. Son pocas las compañías actuales que cuentan con esa gran ayuda para su subsistencia: Akana Teatro, Expresión, Humberstone. Con esperanzas me he enterado que el Colectivo Z, que hace teatro espontáneo, está ensayando en la mansarda de la casa de una de las integrantes del grupo, que habita en el sector del viejo Iquique. Soluciones que muchos grupos ya lo han hecho; ocupar sus casa para la creación, recurso válido, pero que no erradica el problema de la falta de espacios para la creación.
El Teatro iquiqueño está sufriendo un duro golpe a su creatividad, no porque el Teatro Municipal de Iquique esté cerrado, sino por la falta de espacios para la creación, la falta de una sala de ensayos que ellos identifiquen como propias, su hogar de creación. (Hasta el Teatro de la calle, necesita un lugar de creación).
Tarea no solo para ellos; también para la institucionalidad, para la empresa privada, para la comunidad; hay ejemplos en la historia del andar teatral de los artistas en escuelas; directores de escuelas que cobijaron grupos teatrales de Iquique, la mayoría cuenta con salones de actos; (La Violeta Parra, la Plácido Villarroel, la Domingo Santa María, etc.), además se ha recurrido a parroquias, a clubes deportivos, juntas de vecinos, centros de madres. ¿Podremos desviarnos de esa responsabilidad con la disculpa de siempre; “es que el Teatro Municipal hace años que está cerrado”?.
Mientras tanto, los teatristas para seguir creando audiencia teatral, tienen posibilidades de hacerlo a través de los escenarios existentes, pequeños dirán algunos, pero la historia del teatro chileno se hizo en pequeños lugares: las sedes de las mancomunales, los sindicatos, las mutuales obreras, las sociedades religiosas, estacionamientos de autos en desuso, salones de museo, etc.
Y los teatros profesionales de nuestro largo Chile, también nacieron en pequeñas salas, cuando el actual Teatro Nacional chileno, instalado hace décadas en el Teatro Antonio Varas, nació como Teatro Experimental de la Universidad de Chile, (1941) no tenía siquiera una sala; Lucho Córdova, le prestó la sala que él utilizaba, (Teatro Imperio), el Teatro del Ángel (1971-1985), de Ana González y otros connotados creadores teatrales (Bélgica Castro, Alejandro Sieveking), La Compañía de los Cuatro (1960-1983), de los Hermanos Duvauchelle y Orietta Escámez, el Teatro La Comedia, Ictus (1962), de Nissim Sharim, Delfina Guzmán. Jaime Vadell, José Manuel Salcedo y compañía, todos ellos nacieron y crecieron en espacios pequeños… pero de ellos. Es decir; en esos lugares creaban y en esos lugares representaban. Salas que superaban las 120 butacas, con suerte.
Cuando se hable de la falta de espacios para el teatro iquiqueño, habría que ser claro, espacios para qué; ¿para crear, o para mostrar el trabajo creado? ¿El Teatro Municipal de Iquique restaurado y funcionando, es la solución para los teatristas de Iquique?
No, no es la solución..Efectivamente necesitamos espacios para crear, guadar los vestuarios, las utilerias, los cachivaches que se necesitan en los ensayos… esos elementos (muy importantes) son como las pinturas y los pinceles para hacer el cuadro…deben estar a mano, cambiarse, usarse… el proceso, el juego, el ensayo y error…los borrones y el pasar en limpio… para eso se necesita tranquilidad (espacios)… para crear, aportar, experimentar…