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Anyelina Rojas Valdés / Periodista, Licenciada en Ciencias Políticas y Administrativas No me voy a pronunciar directamente sobre la “pedida” del Senador Fulvio Rossi, para... Discrepo con el Senador

Anyelina Rojas Valdés / Periodista, Licenciada en Ciencias Políticas y Administrativas

No me voy a pronunciar directamente sobre la “pedida” del Senador Fulvio Rossi, para contar con mayor presencia  militar en Colchane, en la frontera Chile-Bolivia; y más aún, contar con una base militar, como señaló en un comunicado. Quiero referirme en voz alta y a modo de reflexión; -o más bien para iniciar una reflexión al respecto-,  sobre el trasfondo que subyace al análisis del parlamentario.

Creo que la noción de “la frontera”, entendida como la línea territorial que delimitada  hasta donde llega un país y donde comienza el otro, si bien tiene importancia porque marca otro concepto como “la soberanía”, nos pone en un enfoque caduco, no acorde a una visión de integración y de desarrollo subregional.

Para proyectarnos como país, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, considerando a sus respectivos vecinos y sus líneas de frontera, hay que tener una visión geopolítica que se sacuda de los viejos paradigmas, que dividen a Sudamérica en este caso, con bordes irregulares, cual rompecabezas nos muestra retazos desintegrados del todo.

Lo que corresponde hoy, en este Siglo XXI, -en plena era del conocimiento, la comunicación inmediata y los tratados macroeconómicos y comerciales, que muchas veces poco tienen que ver con “nuestra soberanía”-,  es hablar, concitar, entender y gobernar desde la lógica de ser países que nos interrelacionamos, con mutuas dependencias y cuyas fronteras de lado y lado, conforman una estructura superior, como es la zona de fronteras. Y de eso, harto sabemos en nuestra nortina y extrema Región de Tarapacá.

En este espacio transfronterizo, no entendido como línea divisoria, es donde ocurre la vida, que en el caso de Bolivia y del altiplano chileno, se empina a miles de metros sobre el nivel del mar. Es un espacio compartido, por chilenos y por bolivianos, que tienen mayoritariamente una raíz común. Por ello ocurren una serie de fenómenos a considerar.

El altiplano chileno y el altiplano boliviano, es habitado desde  mucho antes que Chile, como Estado Nación tuviera soberanía sobre lo que hoy es el lado chileno. Entonces, este altiplano chileno-boliviano, cohabitado por personas de lado y lado, genera un espacio territorial compartido, de permanente tránsito, influencias mutuas desde lo cultural y lo económico… sólo por nombrar algunos factores.

En efecto, hay una cultura compartida que ha penetrado en los procesos dinámicos de construcción de la identidad. Esto no es una afirmación académica; es la constatación de la realidad, día a día. ¿O cree usted que los bailes de La Tirana y las bandas que le acompañan sólo son de origen local? O por el contrario ¿piensa usted que hubo un traspaso e intercambio cultural? En esta manifestación religiosa-popular está muy clara la influencia andina. Esto sólo como botón de muestra.

En lo referido al intercambio comercial, éste se produce año tras año, mes a mes… en fin, todos los días mediante chilenos y bolivianos que van y vienen por la frontera –el espacio de fronteras-. Tanto así, que la feria de Colchane se realiza una semana en Chile y una semana en Bolivia, marcando claramente un espacio metafronterizo.

Pero esta zona de influencia e intercambio en un espacio de fronteras, no sólo se da con Bolivia; también ocurre con Tacna-Arica, cuyos efectos por extensión, también se manifiestan en nuestra ciudad. Si el primer caso se da en el ámbito rural, el de Tacna-Arica se manifiesta desde lo urbano, donde la mutua influencia y el intercambio, se evidencian más aún. De este modo, los chilenos del Norte Grande, nos relacionamos más con Bolivia y Perú, en sus espacios fronterizos, que con Santiago y el resto del país.

Ahora vamos al tema que denuncia el Senador:

Hace unos meses estuve un fin de semana en Cariquima y  pude evidenciar el miedo de la gente de la zona que se ve a diario enfrentada a la violencia, al narcotráfico, cazadores furtivos de Vicuñas, contrabandistas, ladrones de autos, etc.” 

A juicio del parlamentario “Chile no sólo puede, sino que debe ejercer soberanía en su frontera. Hace poco pasaron militares bolivianos de manera ilegal hacia nuestro país y si bien hoy se ha intensificado el patrullaje militar que ha dado tranquilidad a la gente, debemos intensificar esa presencia y pensar incluso en una base militar en la zona“.  (El subrayado es mío)

Me he quedado pasmada con sus dichos. Más aún que pienso que Rossi tiene capacidades de sobra para entender los procesos de integración y replantarse conceptualizaciones como frontera y soberanía.  Comparto en lo grueso su diagnóstico, pero no su propuesta; menos la más provocativa como es la tener una base militar en la zona fronteriza(*). Por decirlo de manera simple, la encuentro descabellada, si se considera que este enclave militar estaría a escasos kilómetros de territorio boliviano.

Pensar en una solución como la señalada por el parlamentario, es como demonizar a los hermanos bolivianos; allá están los malos: contrabandistas, ladrones, cazadores furtivos, narcotraficantes… Y de este lado,Chile, estamos los buenos y somos las presas de los otros. ¿O es que entendí mal los dichos del senador?

Desde una visión actualizada, acorde a los procesos sociales y a las visiones de integración y desarrollo integrado entre los países, se entiende una zona de fronteras como el lugar donde conviven cotidianamente ciudadanos de ambos lados. Y lo lógico es que los países aúnen ciertos criterios básicos, lleguen a acuerdos y convenios, definan estrategias, políticas de seguridad, etc, pero en forma compartida. Es decir, las medidas que se adopten ante el flagelo que se identifica, requiere que sean bilaterales, porque malos y buenos hay allá y acá.

Una base militar es casi una provocación y va en sentido absolutamente contrario, a la integración que todos queremos. Yo quiero una sana convivencia con el vecindario, con capacidad de búsqueda compartida para superar los conflictos.

Con toda la polémica de estos días, me quedo con algunas frases de Evo, difundidas a través de su cuenta de twitter:

Evo Morales Ayma ‏@evoespueblo 10 may.

Quienes se preocupan por fronteras armadas solo piensan en la guerra. Los pueblos en el siglo XXI pensamos en la paz y la integración.

Evo Morales Ayma ‏@evoespueblo 9 may.

La buena vecindad y hermandad entre Chile y Bolivia no se construye con arsenal militar sino con diálogo y compartiendo lo poco que tenemos.

Evo Morales Ayma ‏@evoespueblo 8 may.

Que sepan los pueblos del mundo: instalación de base militar de Chile a 15 Kmts. de nuestra frontera es una agresión a la vida y a Bolivia.

Finalmente debo señalar que es a los Gobiernos Regionales, a los que les corresponde liderar los procesos de integración, especialmente en la periferia, como es el caso de Tarapacá, porque desde la mirada centralista, no se procesa el tema en toda su magnitud. Sólo para poner un ejemplo, el movimiento comercial entre Chile y Bolivia, es porcentualmente menor a las cifras que se da en la zona de fronteras. Osea, una crisis en Bolivia, acá, en el norte, nos afecta profundamente; no así en Santiago, donde seguramente la cifra es marginal.

También vale la pena traer a la memoria, que, en plena dictadura, acá en la Región de Tarapacá, incluyendo lo que es hoy Arica-Parinacota, existía una Oficina de Relaciones Internacionales, que después en democracia dio paso al  Departamento de Integración Subregional, y que hoy funciona sólo como  Unidad.

(*) En la actualidad lo que existe en la frontera es un Puesto Militar habilitado en 4 contenedores y compuesta por 12 efectivos, según reconoció  Jorge Tarud, presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados.

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