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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación Como sabemos, Chile es uno de los tres países del mundo que acusa las mayores diferencias entre... ¿Sueldos Honorables?

HAROLDO QUINTEROSHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación

Como sabemos, Chile es uno de los tres países del mundo que acusa las mayores diferencias entre los sueldos más altos y los más bajos. Pero, aclaremos: Si hay chilenos que ganan escandalosamente más que la total mayoría de sus compatriotas se debe, al fin de cuentas, a que son, en general, gerentes, directores o consultores de las grandes empresas nacionales y extranjeras.

Lo que envilece definitivamente este hecho, es que la clase política –sobre todo nuestros parlamentarios- es parte de ese puñado de privilegiados sobre-pagados, puesto que el pueblo no elige a sus representantes para que se hagan ricos (lo que realmente está sucediendo), sino para legislar y administrar el país especialmente en beneficio de los chilenos que lo pasan mal, precisamente porque son mal pagados.

El desprestigio general de la clase política de hoy se debe, sin duda, a la repugnancia que han despertado en la ciudadanía los escándalos de corrupción que demasiados políticos profesionales han protagonizado durante años. A esto, que ya es suficiente, se ha sumado la revelación de los exorbitantes sueldos y prebendas monetarias adicionales que perciben los “honorables,” primero, por decisión privativa de ellos mismos y, segundo, por cohecho.

Veamos el primer caso: En 2012, nuestros congresistas ganaban $2.400,000. Hoy, ganan $8.600.000; es decir, se han aumentado el sueldo en $6.200.000. Ahora comparemos: en este mismo lapso, el sueldo mínimo apenas ha aumentado en unos $60.000. Los diputados Boric y Jackson han propuesto en el Parlamento un “límite ético” a las suculentas dietas parlamentarias, planteando con toda razón que son los parlamentarios quienes abultan aun más el triste récord mundial de Chile en cuanto las diferencias entre los sueldos altos y los bajos; esto, en un país en desarrollo y con abismantes desigualdades sociales.

Plantean, además, que estos sueldos son los más altos de los países de la OCDE, que en su mayoría son más ricos y desarrollados que Chile. ¿No es esto una inmoralidad manifiesta? Ante la propuesta de Boric y Jackson, transversalmente, algunos “honorables” se corrieron por la tangente, mientras otros se opusieron a la idea arguyendo lo “costoso” de los gastos que involucra ser congresista. Pues, sépase que además de sus exorbitantes sueldos, los senadores perciben $8.000.000, y los diputados $5.000.000 adicionales para gastos de peajes, estadías, comidas, teléfonos, Internet, etc., sin contar con otras aportaciones para gastos en asesorías y otros.

A estas “entraditas,” se suman probadamente el cohecho, la emisión de boletas de servicios falsas, y los furtivos depósitos en forma de “mesada” en sus cuentas bancarias. Es hora de terminar con esta vergüenza. Hay que poner fin a las felices “re-elecciones,” que, en realidad, los mismos re-elegidos se procuran en sus partidos, puesto que los dominan por completo; también hay que poner fin a la inmoralidad pública de sus sueldazos.

Es preciso que se investigue, y en serio, qué capital y bienes tenían los parlamentarios antes de ser elegidos, investigación que debe alcanzar a partidos y “palos blancos,” y luego cotejar ese patrimonio con el que poseen hoy. Claro está, después pedirles cuentas sobre los orígenes de ese patrimonio, y proceder a las sanciones a que haya lugar. Finalmente, y lo más importante: Deben derogarse todas las leyes en que hubo cohecho, como la Ley de Pesca, en plena vigencia, cuyo origen es la inmoralidad pura. Si no se actúa hoy mismo ante la corruptela que campea en la política, ¿de qué otra forma podría el Parlamento como Corporación del Estado recuperar su honorabilidad?

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