Edición Cero

Iván Vera-Pinto Soto/ Antropólogo Social, Magíster en Educación Superior, Dramaturgo Amigas, amigos y queridos familiares: Hoy parto a la eternidad; no tengo otra opción... Serie Teatro y Cuentos de la Memoria: Extracto del Discurso Fúnebre del Ferroviario

IVAN VERA-PINTO SOTOIván Vera-Pinto Soto/ Antropólogo Social, Magíster en Educación Superior, Dramaturgo

Amigas, amigos y queridos familiares: Hoy parto a la eternidad; no tengo otra opción que morir como todos. Mi cuerpo se quedará en ese cajón para siempre. (Pausa) Exijo un minuto más de vida; me niego a realizar todo el proceso, pero,  dolorosamente, mi pasaje es sólo de ida. ¿Es posible que me den un segundo para seguir en la locura del existir y realizar las cosas que se han quedado dormidas en mi tintero? (Pausa)  ¿No?… Está bien, entiendo… Ya no se puede reclamar ni tampoco retroceder los minuteros del fatídico reloj. Sería un acto de cobardía de mi parte…Está bien. ¡No importa! Aunque me sentía realizado con mi vida y mi trabajo, acepto que la hora de mi partida llegue de esta manera, avisándome que mi cuerpo quedó aplastado entre los hierros retorcidos de mi querida locomotora, la “negrita”.

Sepan ustedes que  desde chico me gustaron los trenes, pero los de palo, de esos que echan mucho humo y hacen “chucu chucu”… Qué lindo era verlos maniobrar en la playa. ¡Qué lindos tiempos!… Ustedes me dirán que soy un viejo chocho, pero me trae recuerdos hermosos de mi padre, mi abuelo y tantos amigos. Todos nacieron y murieron ferroviarios.

Sé que en pocos días los gusanos invadirán mi nicho, y luego se introducirán en mi carne, devorando pies, piernas, pene, testículos, glúteos, brazos, tórax, labios, lengua, hasta mi próstata cancerosa. Por favor, que nadie me vea así. No abran jamás la ventanita del ataúd. Me parece bien la foto que eligieron; esa por lo menos disimula la crueldad de mi rostro.

Qué ningún desgraciado se atreva a traficar con mis órganos. No quiero que ni siquiera mis hemorroides se lo vayan a vender a un paciente rico y desesperado por seguir viviendo.

Les agradezco a todos la molestia por venir a despedirme. No quiero que sufran, especialmente mi compañera. Cómo me gustaría bañarme otra vez con ella en esa tina de aguas cálidas, y tomar nuestra última copa de vino. Y, por supuesto, ebrios de alegría, hacer el amor hasta al amanecer.

Por favor, devuelvan este ataúd; es muy caro; quedarán endeudados. Es mejor que me hagan otro más sencillo con las tablas de la casa de mi perro muerto.

No quiero misa ni que me santigüe el cura. Nada de formalismos cristianos para morir. Prefiero que toquen mi tango favorito: Pasional.

Quiero que a mi pareja, cuando dejé de existir, la sepulten al lado mío; así, podemos seguir haciendo el amor, revolviéndonos en nuestros ataúdes. Será un encuentro amoroso diferente, con juegos eróticos, necrófilos y vampíricos. No sé si aceptará; en caso contrario, me masturbaré observando su cuerpo helado y rígido. Prometo esperarla y no engañarla con ninguna túnica blanca, aunque se muestre “en pelota” ante mis cuencas vacías. Y cuando esté conmigo, no se les vaya ocurrir a nadie colocar el cajón de un ningún desgraciado a su lado, porque se puede enamorar de ella. ¡Celoso hasta la muerte!…

(Ríe y luego se pone serio. Se toma con la mano la lengua y la boca).

FERROVIARIO: Ahora siento que la lengua de la muerte lame mis ínfimos hilillos de saliva, mezcladas con la oscura sangre que desciende de las comisuras de mis labios. Al fin llegó la inminente muerte de mi razón… ¿Después de esto habrá libertad?… ¿Veré a Dios?… No lo sé… Eso es un misterio aún para mí…

A mis amigos y seres queridos sólo me resta decirles algo que creo que es importante: el  tiempo pasa inexorablemente,  pero sólo lo hace sobre lo material, sobre los cuerpos; no dejen que lo sea inexorable dentro de ustedes, sus corazones y en sus mentes.

Creo es mejor que calle, porque si no dirán que hasta muerto hablé demasiado… Como dijo Gardel, no les digo adiós, sino hasta siempre, amigas y amigos…

(Aplaude. Se mete en el ataúd y cierra la tapa. Se escucha el estribillo de la Marcha Fúnebre. Vuelve abrir la tapa, saca su cabeza y sigue su diálogo).

FERROVIARIO: En este momento, escucho el ruido de las herramientas de los albañiles tapando el nicho; les juro que es para morir en el acto. Ahora mi vida, o lo que fue mi vida, se extingue en un cerrar de ojos. Mis esfuerzos por ser alguien en la vida, mis cuarenta años de trabajo en ferrocarriles, mis logros, los días cuidando a mi familia y todo se enterrarán definitivamente en esa oscura bóveda. Después vendrán los abrazos de despedida, las promesas de verse más seguido y las palabras de buena crianza. Mientras tanto, yo me quedo solo. Trataré de acostumbrarme a mi nueva casa.

(Proyecta su vista hacia el fondo de la escena).

FERROVIARIO: El nicho es realmente feo y muy oscuro. No tiene ninguna ventana para mirar, aunque sea para el patio; pero no puedo reclamar a nadie. Ahí deberé permanecer a perpetuidad… (Mira al cielo). Cayó la noche y los presentes se retiran presurosos y convencidos que están lejos, muy lejos de lo que le pasó a este humilde ferroviario.

 Extracto obra teatral Entre ánimas y fantasmas. Estrenada por el Teatro Yaakun de Lagos Moreno, México, 1 de noviembre, 2014.-

Los comentarios están cerrados.