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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación Hace un tiempo, el Ejército instituyó la distinción al mérito militar conocida como “Medalla Comandante en Jefe... Medalla Augusto Pinochet

haroldo quinterosHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación

Hace un tiempo, el Ejército instituyó la distinción al mérito militar conocida como “Medalla Comandante en Jefe del Ejército Augusto Pinochet Ugarte,” y hace unos días, el propio Ejército decidió eliminar el nombre de Pinochet del galardón. ¿Cuál fue la razón de la decisión? Ya es conocido el tristemente célebre récord de Pinochet en materia de Derechos Humanos, algunos de cuyos episodios han conmovido severamente la conciencia universal; por sólo mencionar algunos, la sistematicidad de Estado en la aplicación de la tortura a los presos políticos, los miles de detenidos desaparecidos, los cadáveres de detenidos políticos incinerados en hornos crematorios (como los que usaron los nazis en Treblinka, Auschwittz o Dachau), etc.

Sabemos el estilo de los dictadores militares: son autócratas en su grado máximo y profundamente megalómanos. El ego de Pinochet se encumbró al Olimpo: popularizó la capa que usaba el dictador Francisco Franco de España, el primer y único aliado europeo de Hitler y Mussolini en la II Guerra Mundial; introdujo el uniforme azul que usara don Bernardo O’ Higgins, de quien también usurpó el título de Capitán General, como si hubiese la más mínima posibilidad de comparar al Primer Padre de la Patria con un vulgar sátrapa. Finalmente, como los de su estofa, no le cabe el bello aforismo de Sancho, al abandonar el gobierno de la ínsula Barataria: “Desnudo entré el poder, y desnudo salgo de él.”

La ultra-derecha chilena, cada vez más minoritaria, que hizo de Pinochet –incluso hasta ahora- su ídolo, no ha dejado jamás de avalar y  fomentar su imagen de insigne prócer, y, claro está, no puede estar contenta con que su dios esté siendo desbancado. En fin, la sola existencia de esa medalla era una vergüenza nacional, por lo tanto es de celebrar que ya no exista. Sin embargo, en estas cosas hay que ser riguroso, porque se trata de dejar en su justo lugar lo que sucedió en nuestro país bajo la dictadura.

Lo primero que llama la atención es por qué el Ejército, perfecto conocedor del historial de abusos y atrocidades perpetrado durante la dictadura, fue cómplice en el endiosamiento del tirano y hasta llegó a instituir la medalla, y peor aun, por qué no la eliminó apenas se recuperó la democracia. Esto puede ser porque ahora ha cobrado especial brío la arremetida de las organizaciones nacionales e internacionales en materia de derechos humanos por esclarecer pavorosos crímenes que eran bastante desconocidos, como el asesinato de niños y la violación sexual de presas políticas, algunas de las cuales abortaron en prisión.

Justo hoy, cuando una serie de mujeres que fueron vejadas sexualmente por psicópatas que actuaron en nombre del Ejército de O’Higgins están declarando ante la Ley, se elimina de una medalla al honor militar el nombre del primer responsable de esos crímenes. Ojalá no sea un gesto compensatorio lavador de imagen, y nada más. El primer y absoluto gesto de patriotismo y garantía del Ejército por demostrar que pertenece a todos los chilenos, debe ser su compromiso formal de no intervenir en política cuando políticos de un bien determinado bando, golpean las puertas de los cuarteles cuando les está yendo mal

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