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Guillermo Ward/ Director Compañía de Teatro Viola Fénix La  objetividad total al escribir literatura, dramaturgia, guiones, poesía  es imposible.   Desde lo más recóndito de nuestro... El niño de escritorio

gmo wardGuillermo Ward/ Director Compañía de Teatro Viola Fénix

La  objetividad total al escribir literatura, dramaturgia, guiones, poesía  es imposible.   Desde lo más recóndito de nuestro  ser se escapa algún detalle autobiográfico, aparece algo del autor que lo transporta a la subjetividad, afloran sus valores, principios, experiencias de vida, etc.  en definitiva siempre habrá algo de uno: miedos, temores, placeres, ansiedades que tiñen a alguno de los personajes de esas historias.

Pienso que los Simpson en los jóvenes influyen de manera importante, son personajes con anti valores, vulgares, irreverentes, bizarros, aún así nadie reclama que se les  pase en la televisión día a día y a cada hora… “una madre no puede dejar como niñera a la televisión con programas de tal envergadura” decía el otro día una colega psicóloga infantil.  Pero desde mi observación psicoteatral replico que  una madre que recién empieza a criar, que es sensible, que abre los ojos a esa realidad, no desea un niño de escritorio, se revela y lo retrata desde la dramaturgia, como lo ha hecho Andrea Pizarro, a través de  la  puesta en escena de la obra “El Niño de Escritorio” montada por la Compañía de Teatro Akana en Iquique.  Esta es una obra que pone en evidencia el desamparo de los hijos, la irresponsabilidad de los padres, que nos asusta al tener a la “soledad” como única compañía, porque hasta al perro lo patean.

Akana Teatro con su proyecto Fondart 2013 lleva a escena una obra netamente de autor, de contrapuntos, “una historia para armar en casa”, principios, valores, amor por la naturaleza hilvanados con una verborrea bizarra y maldita, enfrentándonos al gran desafío de criar bien, en armonía, de hogar, de amor, de paz.

Andrea y Eduardo González, ambos actores, recién son padres y se la han jugado con este nuevo montaje, creativo y lleno de simbolismos que evidencia que es lo que no quieren para su pequeño Darío.   El uso de la tecnología que satura la escenografía que no existe, es virtual, la iluminación que da luz a las escenas solo es del datashow,  la música en vivo y la voz matizada como pensamiento-dialogo te va creando una atmósfera distinta a la magia colorida y de ritmos de las lúdicas obras infantiles…  en verdad esta obra va más allá de los niños, va dirigida a los padres, a las familias, a la sociedad del Siglo 21.

Es un excelente trabajo de exposición desde lo técnico a lo actoral, que hay que ir a ver, para disfrutar del avance de los Akanas en sus propuestas y para quedarnos pensando ¿fuimos criados desde el escritorio o queremos hacerlo así por qué es más fácil?.

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