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Víctor Guerrero C./  Dr. en sociología. Académico UNAP. Iquique es una de las ciudades que mas ha crecido en los últimos años,  lo dicen... Iquique: la convivencia de dos ciudades

victor guerrero c. ComenVíctor Guerrero C./  Dr. en sociología. Académico UNAP.

Iquique es una de las ciudades que mas ha crecido en los últimos años,  lo dicen su economía y  su población, de las banderas negras de los 60 a la pujante Zofri de hoy;   de los 60 mil habitantes en 1970 a los 250 mil en la actualidad. Sin embargo esa expansión tiene claroscuros evidentes.

Este crecimiento ha carecido de planificación e integración, más dirigido por el ciego mercado y  la inoperancia estatal. El resultado ha sido una ciudad separada por muchas cosas, especialmente por los ingresos económicos, la ubicación espacial y la calidad de vida. No es difícil advertir esta realidad.

Las dos ciudades de Iquique, el cara y sello urbano, tienen su expresión máxima en las bien dotadas construcciones del  sur poniente v/s las enclavadas en el nor oriente. Las primeras concentran a la población que en términos de ingresos económicos se encuentran en el 10 % mas rico de la estratificación, mientas que las segundas corresponden a las remuneraciones más bajas y seguramente del 10 % más pobre.

Es una doble ciudad expresada en la estética urbana: una que cuenta con inversiones, áreas verdes, instalaciones de ornato, de recreación, de aseo, cercana a la costa, y otra que carece de todo y situada más cerca del cerro. Son inversamente proporcionales en cuanto a la atención y política de inversiones públicas.

También es una doble ciudad que se manifiesta en la ética del vivir diario: una que se encierra en el individualismo y la otra que sin redes sociales no puede sobrevivir. La primera se siente amenazada por el daño a la propiedad, mientras que la otra se inquieta por el constante riesgo de la vida.

El aumento de la insatisfacción, expresado en protestas, en indolencia urbana, en debilitamiento del interés por los demás, es resultado de ello y conlleva a la desintegración social redundante en una ciudad peligrosa, sucia y ruidosa, sin respeto.

Seguramente el causante de este crecimiento inorgánico, así como perverso en su materialidad, ha sido el mercado y la desregulación, sin un Estado fuerte que contenga esa tendencia a la diferenciación.  Sin embargo, materializado el cuadro perverso de esta doble ciudad no será el mercado quien disponga los recursos necesarios para cambiar su riesgosa tendencia, sino que el Estado. Y esto requiere acciones poderosas y urgentes de las autoridades.

 

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