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Inspirado en la historia de la mujer pampina, Margarita Naranjo, que vivía en María Elena, Pablo Neruda magistralmente cuenta su historia, incorporando el poema... Recordando a Margarita Naranjo en el Día del Trabajo: Poema del Canto General de Neruda
pablo neruda
Inspirado en la historia de la mujer pampina, Margarita Naranjo, que vivía en María Elena, Pablo Neruda magistralmente cuenta su historia, incorporando el poema en el Canto General. Margarita Naranjo lucha por la libertad de su marido, apresado en las luchas obreras de la pampa.
Estoy muerta. Soy de María Elena.
Toda mi vida la viví en la pampa.
Dimos la sangre para la Compañía
norteamericana, mis padres antes, mis hermanos.
Sin que hubiera huelga, sin nada, nos rodearon.
Era de noche, vino todo el Ejército,
iban de casa en casa despertando gente,
llevándola al campo de concentración.
Yo esperaba que nosotros no fuéramos
Mi marido ha trabajado tanto para la Compañía,
y para el Presidente, fue el más esforzado,
consiguiendo los votos aquí, es tan querido,
nadie tiene nada que decir de él, él lucha
por sus ideales, es puro y honrado
como pocos. Entonces vinieron a nuestra puerta,
mandados por el Coronel Urízar,
y lo sacaron a medio vestir y a empellones
lo tiraron al camión que partió en la noche,
hacia Pisagua, hacia la oscuridad. Entonces
me pareció que no podía respirar más, me parecía
que la tierra faltaba debajo de los pies,
es tanta la traición, tanta la injusticia,
que me subió a la garganta algo como un sollozo
que no me dejó vivir. Me trajeron comida
las compañeras, y les dije: “No comeré hasta que vuelva”.
Al tercer día hablaron al señor Urízar,
que se rió con grandes carcajadas, enviaron
telegramas y telegramas que el tirano en Santiago
no contestó. Me fui durmiendo y muriendo,
sin comer, apreté los dientes para no recibir
ni siquiera la sopa o el agua. No volvió, no volvió,
y poco a poco me quedé muerta, y me enterraron:
aquí, en el cementerio de la oficina salitrera,
había en esa tarde hecho un viento de arena,
lloraban los viejos y las mujeres y cantaban
las canciones que tantas veces canté con ellos.
Si hubiera podido, habría mirado a ver si estaba
Antonio, mi marido, pero no estaba, no estaba,
no lo dejaron venir ni a mi muerte: ahora,
aquí estoy muerta, en el cementerio de la pampa
no hay más que soledad en torno a mi mí, que ya no existo,
que ya no existiré sin él, nunca más, sin él.

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