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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación Es evidente que Sebastián Piñera ya está trabajando para volver a la primera magistratura del país en... ¿Vuelve Piñera?

haroldo qHaroldo Quinteros BugueñoProfesor universitario. Doctor en Educación

Es evidente que Sebastián Piñera ya está trabajando para volver a la primera magistratura del país en 2018. Su optimismo, obviamente, el mismo de la derecha, radica en que está seguro que en 2017 habrá el mismo descontento popular con que se encontró en las elecciones de 2009. Total, no hay más que dos coaliciones ganadoras, entre las cuales,  no hay grandes diferencias, y, bueno, cuatro años pasan volando. Sebastián ya pasó la primera prueba.

Como sólo podría ocurrir en la última de las repúblicas bananeras, en 2009, la mayoría ciudadana que le dio el triunfo no tomó en cuenta que el 28 de agosto de 1982, el futuro archi- magnate Piñera fue declarado reo y se ordenó su arresto por fraude en contra del Banco de Talca e infracciones a la Ley General de Bancos. No obstante, además de ese “numerito,” mientras sus cómplices estaban presos en el Anexo Cárcel Capuchinos, Piñera salvó de ser detenido porque, advertido misteriosamente de la decisión judicial, huyó de la justicia y se mantuvo oculto durante 24 días, tiempo que demoraron sus abogados en tramitar un recurso de amparo en su favor que le garantizó una especie de transitoria libertad remitida. Lo demás fue fácil.

Su hermano José, el Ministro más querido del dictador, haría el resto ante la Corte Suprema, como lo reveló antes de morir la ex – Ministra de Justicia y pariente de Pinochet, Mónica Madariaga. También la ciudadanía olvidó al elegirlo que sin ningún escrúpulo Piñera tramó la destrucción política de la entonces promisoria carta de la derecha Evelyn Matthei, salvo que ese objetivo se vino al suelo cuando ésta, sospechando los ardides de “Tatán,” organizó con Ricardo Claro, el archi-enemigo de Piñera, los espionajes telefónicos que lo delataron. En el gobierno de Piñera se hicieron “cosas,”  pero en esencia más que nada efectistas, en consonancia con la misma línea de la Concertación, desde 1990 hasta 2010. Fue ella la que en 2002 refrendó la actual constitución política,  ilegal, anti-democrática y fraudulenta desde su origen, desnacionalizó las tres cuartas partes de nuestro cobre y terminó por  privatizar el agua.

Ambas coaliciones han llevado “a concho” el neo-liberalismo en Educación, confinando al sistema público escolar y la Educación superior a los peores estándares de equidad social y calidad técnica en su historia; las AFP y las Isapres no han parado de hacer su agosto sacando del país la mayor parte de las ganancias que obtienen gracias a los escuálidos bolsillos de la mayor parte de los trabajadores; la discriminación y represión contra nuestra etnia ancestral, los mapuches, no ha cesado en cuatro décadas; la delincuencia sigue teniendo en ascuas a la población y, por supuesto, no han terminado las desigualdades sociales que advinieron al país con el régimen económico rentista y concentrador impuesto al país bajo una feroz dictadura. Vale decir, hasta ahora, el viejo proyecto derecha-dictadura militar sigue incólume.

Si Michelle Bachelet no se decide a hacer todo lo que le permita la propia constitución vigente por iniciar cambios estructurales en el país, lo más probable es que el siempre sonriente Sebastián y la vieja derecha vuelvan por sus fueros en 2018, y, claro, él está seguro que doña Michelle no se atreverá a cambiar nada seriamente. Su problema es que los que eligieron a Bachelet, y casi todos los que NO la eligieron,  exigirán de ella exactamente lo contrario.

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