Víctor Suárez, peliculero anónimo
Opinión y Comentarios 26 abril, 2013 Edición Cero
Guillermo Jorquera Morales, ex Director del TIUN – TENOR
En la novela de Hernán Rivera Letelier, “Fatamorgana de Amor con Banda de Música”, vive un personaje anónimo, el autor lo hace existir, incluso interactuar con la actriz protagónica, pero no lo identifica, es solamente para él, un empresario peliculero.
Pero este personaje tiene una historia, que evidentemente no es parte de la novela de Rivera Letelier, él es un hombre nacido en “Aurelia”, una oficina salitrera del Cantón Central de Antofagasta, era apenas un niño cuando se produjo la Guerra del Pacífico, su padre José María y sus hermanos mayores; Galvarino y Caupolicán se enrolaron en el ejército y partieron más al norte, murieron en la Batalla de la quebrada de Tarapacá, junto al Teniente Coronel Eleuterio Ramírez.
Su madre, enferma de ausencias, antes de morir lo envía Antofagasta a vivir con su abuela. Todo anduvo bien hasta que descubrió el cine, se alucinó con las películas y con todo el entorno; en plena función descubrió que un haz de luz viajaba desde atrás hasta la pantalla y así se encontró con la sala de proyecciones, desde entonces se olvidó del colegio y día a día muy temprano llegaba al cine, para ayudar hasta la molestia a los operadores, aprendió de bobinas, de encuadres, de tambores, del peso de la manivela, soportó el humo y el gas por su pasión cinéfica, manejaba las máquinas con soltura, y cuando el celuloide se cortaba, robaba pedazos de película; sólo aquellos de escenas de amor, de besos, de pasiones.
Y así se fue haciendo un peliculero de profesión, no sólo enamorado de las máquinas de proyección, sino de los films, de las escenas, de los actores y sobre todo de las actrices. Y cuando llegaron noticias del florecimiento de Pampa Unión, viajó a ese nuevo paraíso junto con comerciantes, mercachifles y prostitutas. Logró que la Federación Obrera le entregara en concesión el Teatro Obrero y se instaló como “Empresario Peliculero”, siendo solamente un operador de cine.
Establece una gran amistad con el dueño de la peluquería del pueblo, padre de la sincronizadora musical de cine mudo, anarquista declarado y que espera con un atentado al presidente Ibáñez, que en ese año, 1929, anuncia una visita a Pampa Unión.
Hubert Toint, cineasta belga, filma por estos días, la historia de Rivera Letelier y decidió sacar del anonimato a este personaje, lo bautiza como Víctor Suárez, lo personifica y lo hace vivir un “petit rol” con la hija del anarquista, Golondrina del Rosario, sin embargo su interés va más allá de sacar del anonimato a este personaje, además pretende hacer un homenaje al inovidable “Alfredo” de la película “Cinema Paradiso”, por eso quiso “acopiar” en Víctor Suárez, las características externas e internas del personaje, interpretado por Philippe Noiret, y para personificarlo llamó a un viejo hombre de las tablas, para vivir algunos minutos de cine con tanta emoción, como vivió sus treinta años de teatro.
La película se filma en “Pampa Ilusión”, porque eso es la Oficina Humberstone para este viejo teatrista pampino, una ilusión, una fatamorgana, porque un remolino de recuerdos, de imágenes se le fueron apareciendo mientras esperaba su turno para rodar la escena; se paseó por esas calles tantas veces andadas, entró a la capilla, de tantas primeras comuniones, de tantos bautizos, de tantos amores enlazados en matrimonios. Olió remedios en la puerta de la Botica, frutas y verduras en los puestos del Mercado, Bilz y Papaya en las Fuentes de Soda del entorno y el sudor del calichero que aún está en el aire. Llegó hasta la Cantina del Hotel, escuchó boleros, se zambulló en la piscina y jugó a esconderse con la pololita de turno en la frondosa plaza, cómplice de enamorados.
Entró al Cine-Teatro, cerró los ojos y vio en la pantalla a María Félix, a Jorge Negrete, a la linda Marilyn, a Rita Hayworth, a Silvana Mangano y a Cantinflas. Y en el escenario vio las veladas pampinas, las Compañías de Teatro, con sus clásicas variedades de risas, cantos, poesía y baile.
Al abrir los ojos, se encontró con todo un moderno aparataje técnico, mucha gente laborando para la producción de esta película, actor, actriz, directores, productores, vestuaristas, maquillistas, peluqueros, asistentes, filmando escenas en el viejo teatro de esta Oficina, tan mágico como el “Cinema Paradiso”, y también escuchó que lo llamaban, la espera había terminado, era la hora de interpretar a Víctor Suárez, el personaje que a Hubert le recuerda al paternal “Alfredo” de Giuseppe Tornatore, y que a él le contenta porque le dará vida a un hombre que fue parte de un patrimonio intangible de la epopeya salitrera.