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Gonzalo Prieto Navarrete, Sociólogo, Máster en Medioambiente Ciertamente la historia parece muchas veces repetirse, se crean sistemas y se acaban, surgen liderazgos que luego dan... Tarapacá y una alternativa verde

Gonzalo PrietoGonzalo Prieto NavarreteSociólogo, Máster en Medioambiente

Ciertamente la historia parece muchas veces repetirse, se crean sistemas y se acaban, surgen liderazgos que luego dan paso a otros distintos. Hoy el mundo después de más de cincuenta años de hegemonía del capitalismo, parece comenzar a ver como despiertan trazos de cambio. No es sólo América Latina, también Oriente Medio, también Europa, incluso también Estados Unidos. La democracia reclama una transformación profunda, pues la actual democracia liberal ha demostrado traer crecimiento económico pero no desarrollo social, menos aún humano.

Estamos frente a un estado de la cuestión complejo, nuestro medio ambiente natural sufre las consecuencias de nuestra producción sin sentido, nuestro consumo desenfrenado que es parte de un sistema cultural donde consumir es necesario para ser. No estamos absortos de todo ello, todo lo contrario, a pesar de saber, de ser conscientes es muy difícil ser capaces de desprendernos, pues muchos hemos nacido en él, somos producto de él. Es urgente entonces continuar construyendo la alternativa política.

La alternativa política significa: alternativa al capitalismo, alternativa a nuestro modelo cultural, social, ambiental y económico. No es una tarea fácil y probablemente no seremos quienes veamos los frutos del esfuerzo. ¿En qué eslabón nos encontramos de la construcción de ello? Yo al menos no sé identificarlo. Son estás palabras una sistematización colectiva, un encuentro en las diversas conversaciones de café, de pasillos, de discusión que a veces llega a ser violenta, porque en ello se nos va la vida. Es muy posible que la mayoría no tenga interés o aún no quiera ser parte de todo el proceso de cambio. Para convocarlos debemos de ser capaces de ser atractivos, ser capaces de comprender que el proceso se construye a partir de la convivencia con los problemas cotidianos que son la articulación sistémica de los problemas globales.

Nuestra región de Tarapacá es parte de todo aquello. Me atrevo a decir incluso que somos una versión exagerada del consumismo y crecimiento sin desarrollo. Nos hemos dejado ultrajar por los poderosos y pretendemos que nada pasa porque recibimos un buen sueldo a fines de mes. Incluso quienes no lo reciben también parecen conformarse porque han perdido la esperanza. Nuestros líderes locales siguen administrando las instituciones y el poder como se hacía hace 50 años, continúan sin entender lo que se nos viene. ¿Estamos dispuestos a trabajar en la construcción de algo diferente? Aunque eso significa navegar fuera de lo que tradicionalmente llaman el poder. E incluso si lo pensamos mejor, preferimos estar donde realmente debemos, en la calle movilizando los problemas y los cambios ciudadanos.

Muchos podrán criticar lo que hoy se plantea en estás líneas. A ellos les digo que toda construcción debe forjarse en la humildad, el trabajo duro y en la mirada colectiva. Somos testigos del fracaso de las aventuras individuales, porque o crean caudillos, pequeñas dictaduras locales, o crean mercenarios que saltan de partido en partido dañando la coherencia y sin resultado alguno para el bienestar de las personas que viven en la región.

Las banderas que debemos levantar son muchas, locales, nacionales y globales. Todas son importantes, todas son necesarias y requieren nuestro trabajo y convicción. Somos necesarios más que nunca, porque nadie más hablará de nuestros problemas, nadie más luchará por nuestros sueños y nadie nos preguntará cómo queremos vivir.

Defenderemos nuestra agua, nuestra tierra, nuestra gente, nuestro trabajo digno y protegido, nuestra salud, nuestra educación, nuestras ciudades, nuestros animales, a nuestros vecinos más pequeños y también a los viejos, nuestras mujeres, nuestros derecho a decidir.

A todo esto es que invitamos a quienes quieran ser parte de un trabajo difícil, lleno de obstáculos y complicaciones, pero que se paga con la sonrisa, el abrazo, la voluntad colectiva de saber que vamos bien, que juntos construiremos una Tarapacá alternativa y verde.

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