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Carlos Salas Lind, Cientista Político  “Los detractores de Jorge Soria saben que deben evitar un retorno sin pasajes de ida de un liderazgo y... Política local: ¿Iquique es “Choro”?

Carlos Salas Lind, Cientista Político 

“Los detractores de Jorge Soria saben que deben evitar un retorno sin pasajes de ida de un liderazgo y una forma de hacer política que opaca a sus contrincantes. Jorge Soria Quiroga – y sus partidarios – seguramente ven esta elección como la restitución de un derecho esencial que fue coartado en las sombras: el derecho al protagonismo político ininterrumpido, si así lo decide la mayoría”.

En Facebook, numerosas fotos en blanco y negro no solo hablan de un Iquique más precario y de antaño.  Los testimonios gráficos de la historia política – y desarrollo de la emblemática ciudad del norte – también rememoran las campañas electorales del legendario candidato independiente y regionalista a la alcaldía de Iquique, Jorge Soria Quiroga.

Desafiando el paso de los años, el hábil político iquiqueño sigue cautivando a los jóvenes, esperanzando a los viejos y augurando  sueños de grandeza para una región que ha sido centro del progreso, abandono, la represión y el menosprecio. Para sus detractores, su protagonismo desmedido  – y lo impredecible de sus alianzas – rebalsan los espacios públicos, monopolizando la política y los liderazgos. Para Jorge Soria Quiroga sus alianzas – con prácticamente todos los espectros políticos – siempre serán instrumentales en su lucha por abrir flancos al cerco centralista.

Lo cierto es que el “Choro Soria” – como lo conocen en Iquique y gran parte de Chile – lleva décadas causando dolores de cabeza a una élite política acuartelada en Santiago. Para el ex – alcalde de Iquique, los 17 años de dictadura no han sido el único periodo en el que ha debido soportar el ostracismo político.

Hasta Abril de este año, era difícil imaginar que el caudillo iquiqueño lograra salvarse de un paquete de acusaciones feroces como fraude al fisco, cohecho y malversación de fondos públicos, negociación incompatible y una demanda civil.  El proceso judicial en su contra fue particularmente efectivo para sacarlo de la municipalidad y evitar cualquier intento de retorno por una vía que siempre ha manejado con una destreza envidiable: la competencia electoral.

Muchos creyeron que éste era el engorroso y triste final de una batalla personalizada en contra del centralismo y su histórico desinterés por las regiones más apartadas. Sus detractores se apuraron en declararlo culpable en las calles, la prensa y las redes sociales. Jorge Soria – hasta de forma majadera – siguió insistiendo en su inocencia.

Para un número creciente de sus incondicionales, los cabezazos de Soria – contra un sistema judicial prácticamente predispuesto a condenarlo- resultaban contraproducentes, porque aceptando su culpabilidad – y el cumplimiento de una condena – podía, por lo menos, haber facilitado un retorno menos impredecible a las lides electorales. Sin embargo, su insistente apelación a las condenas de primera – y segunda instancia -mantuvieron en pié un proceso que lo privó de ejercer sus derechos políticos durante casi 6 años.

Cuando la espera ya comenzaba a desmoralizar a sus seguidores más leales, la intervención de la Corte Suprema dejó al descubierto graves falencias en el proceso judicial seguido en su contra.

La última semana de Abril – y de forma unánime – los integrantes de la Segunda Sala del máximo tribunal del país, anularon todos los cargos en contra del ex-alcalde Soria. Para un regionalista de línea dura, debe resultar irónico que fuera justamente el máximo tribunal del país – asentado en el corazón del centralismo – el que restituyera el honor arrebatado por las cortes locales.

Pero esta rehabilitación contundente e inequívoca, no estaría asegurando – de igual manera – el retorno electoral de quien nunca se resignó al destierro en su propia tierra. Seis años de acusaciones, tensiones y desazón entre sus partidarios, no han pasado sin dejar marcas. Aunque el ex – alcalde de Iquique cuenta con una base histórica y dura de apoyo – en torno a un 30% – 35% del electorado, sus detractores más enconados son igualmente numerosos.

La actual alcaldesa de centro-derecha en ejercicio – Mirta Dubost – ya fue capaz de aglutinar a este segmento de detractores de Soria en la elecciones municipales del 2008. En una elección muy polarizada, la representante de la Coalición por el Cambio apeló a los que priorizaban el reordenamiento de la gestión municipal y el alejamiento de Soria de la vida política de Iquique. En un inesperado vuelco del proceso político local, la candidatura de Mirta Dubost terminó  – incluso –  contando con el apoyo de amplios sectores de la Concertación en una campaña electoral que asestó una derrota inapelable al hijo del destituido alcalde iquiqueño.

Sin embargo, la re-elección de la candidata oficialista difícilmente podría contar con una adhesión tan alta como la lograda en las elecciones pasadas. Sus cuatro años – al mando del municipio iquiqueño – han estado marcado por algunos procesos de concesión polémicos, y fallas escandalosas en tareas muy básicas  (y de fuerte impacto ciudadano), como fue el no retiro y acumulación de toda la basura en las calles de la ciudad en el mes de Enero de este año.

En un escenario que invita a la revancha, la elección a alcalde de Iquique – probablemente – movilizará a más votantes que la media nacional. Los detractores de Soria saben que deben evitar un retorno sin pasajes de ida de un liderazgo y una forma de hacer política que opaca a sus contrincantes. Jorge Soria Quiroga – y sus partidarios – seguramente ven esta elección como la restitución de un derecho esencial que fue coartado en las sombras: el derecho al protagonismo político ininterrumpido, si así lo decide la mayoría.

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