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Iván Vera-Pinto Soto / Magíster en Educación y Dramaturgo Se acerca rápidamente el tiempo de las elecciones municipales y todos los partidos políticos comienzan a... Cultura y Elecciones Municipales

Iván Vera-Pinto Soto / Magíster en Educación y Dramaturgo

Se acerca rápidamente el tiempo de las elecciones municipales y todos los partidos políticos comienzan a proponer sus candidatos para ocupar los codiciados cargos corporativos. Ciertamente, nadie quiere quedarse en el patio trasero y por eso prometen sorprendentes programas que teóricamente podrían solucionar las principales dificultades que aquejan a la ciudad y por añadidura impulsar el desarrollo comunal.

Nada de esto es nuevo. El argumento del cuento siempre ha sido el mismo. Claro que sí. Sin embargo, los estilos son variados, desde los más pragmáticos, pasando por los realistas, hasta los derechamente surrealistas. La verdad que no exagero cuando hablo del “surrealismo político”, pues he leído en un volante de un candidato una colosal propuesta de convertir a Iquique en una verdadera metrópoli al más estilo estadounidense.

Pregunto: ¿Con qué recursos municipales? ¿A cuántos siglos de trabajo se realizará ese proyecto? Porque debemos reconocer que los iquiqueños somos lentos, a veces muy lentos y pasivos, pero nunca tontos. Acaso creen que no nos damos cuenta que los parques están siempre en construcción, que la calle Baquedano nunca se termina de arreglar y que el principal paseo público sigue viéndose “picante” con toldos y feriantes, sin actividad cultural regular y que cada día pueblan a la otrora avenida de los explotadores salitreros con más restaurantes y bares que, fatalmente, terminarán, tarde o temprano, por sepultar y lapidar el patrimonio nacional, debido a los latentes y eternos siniestros.

Hasta el día de hoy, no he escuchado ni leído a ninguno de estos flamantes postulantes hablar de un Plan Estratégico Cultural para Iquique. Todos insisten en los temas trillados como la restauración Teatro Municipal y ex Cine Tarapacá. ¿Y qué más tienen como propuesta sólida? Nada. Me imagino que para algunos de ellos la cultura es sinónimo de producción de eventos populacheros y actividades para las elites que van a los espacios institucionales. Se habla y se habla del pueblo y hasta ahora, por ejemplo, no he visto a ningún candidato haciendo alguna acción artística-cultural para los pobladores que están lamentablemente divorciados socialmente del arte. Se sigue pensando de manera paternalista que la cultura debe irradiarse desde las instituciones y de las casitas históricas ubicadas en la calle Baquedano hacia a la periferia, donde están los sectores más pobres de la ciudad, para que ellos, por efecto de “rebalse cultural”, alcancen algún beneficio.

Es cierto, es muy bonito hablar de cultura (¡Ah! la cultura) en la radio, en la televisión o en la reunión social y no darse cuenta de que los usuarios de la cultura son aún pocos. La mayoría de la gente no lee, no ve buenas películas en el cine y reclama si tiene que pagar por ver una obra de teatro o entrar a un museo, que cuestan menos que tomarse una copa en un lugar atiborrado un fin de semana por la noche.

¿Y por qué pasa esto? Básicamente a causa de no tener conciencia de la importancia que tiene cultura para nuestro crecimiento como personas y ciudadanos. Hay muchos mal informados en nuestro medio que reducen la cultura a la existencia de algunos monumentos históricos, a un concierto de élite, a una conferencia académica para especialistas o a espectáculo populachero. Ni lo uno ni lo otro. La cultura es mucho más que esos eventos aislados. En términos amplios, la cultura es todo lo que ha producido el hombre en el proceso de su trabajo social. Tal como dice un amigo “Hay que gastar más en educación, la cultura viene después, casi solita”.

Sí, tiene toda la razón. Hay que apostar por una educación para la cultura, partiendo de la formulación de un Plan Estratégico Comunal. Cualquier ciudad moderna, que se precie de contar con un proyecto cultural capaz de actuar transformadora y eficazmente, imponiendo lo estratégico a lo eventual, necesita políticas pensadas e intencionadas a largo plazo; directrices que permitan adelantar acciones y anticipar los resultados en este ámbito. No obstante, en Iquique por largo tiempo las políticas culturales han quedado rezagadas del terreno municipal; han llegado tarde al debate político.

Pienso que la existencia de un Plan Estratégico Cultural, construido democráticamente por todos los actores sociales, debería constituirse en el núcleo de la discusión, más aún en una ciudad como Iquique, donde la producción cultural es parte potencial de su identidad. Para implementar este soporte se necesita simplemente de la voluntad de políticos que estén interesados en la cultura y que no utilicen a ésta como publicidad del cargo o para dar un poco de entretención al pueblo.

Esta propuesta debería exceder el patrimonio de las bellas artes. Es decir, convendría trabajar con una idea dinámica de cultura que despliegue las múltiples capacidades de intervención en la conciencia ciudadana.

Sintéticamente aquí van algunas sugerencias que tal vez podrían aprovechar los dirigentes que realmente tengan interés por el tema: Descentralizar la actividad cultural, con la creación de una “Carpa Cultural Itinerante”, sumado a una red de centros culturales poblacionales. Potenciar núcleos culturales, con la reinvención del Paseo Intercultural Baquedano, donde se conjuguen todas las manifestaciones artísticas. Inventar espacios para la exhibición de nuevas tendencias artísticas, mediante la fundación de un Centro Cultural Comunal.

Además, Fortalecer una política patrimonial, fundamentalmente, con la realización de productos turísticos y circuitos en el casco antiguo de la ciudad. Generar pequeñas industrias culturales, a fin de atender las dimensiones de producción, circulación y consumo en el mercado local y nacional. Crear un Centro Artesanal para la formación, capacitación, exhibición y venta de la artesanía con identidad tarapaqueña. Recuperación de infraestructura de parroquias, escuelas, sindicatos y antiguas mutuales para el desarrollo cultural de todos los sectores poblacionales.

Igualmente, la Creación de un Canal de Televisión Cultural, Creación de un Registro de Patrimonio Cultural de Tarapacá, etc., etc. Estas son algunas de las tantas acciones permanentes que deberían instalarse desde el Municipio, pues es esta la instancia que tiene el deber de articular el desarrollo cultural comunal. Para lograr estos propósitos no se necesita tener mucha plata, sino capacidad de gestión, compromiso y crear alianzas estratégicas con las instituciones públicas y privadas.

Por favor, no sigamos implementando eventos que pasan como golondrinas y actividades para las minorías letradas, ni menos acciones encerradas entre cuatro paredes para alimentar sólo el bolsillo de los productores y el “ego” de algunos personajes públicos. La cultura municipal no puede reducirse a una oficina, a una “coordinación de extensión”, no; es mucho más. Es poseer una recia, sólida y pertinente política local, un paradigma, líneas estratégicas y un plan de acción integral, permanente y sistemática.

Recuerden, señores políticos: la cultura es una necesidad tan humana y esencial como la salud, la vivienda o la alimentación. Un pueblo sin una cultura propia es un pueblo sometido a políticas de consumo, a valores morales y éticos ajenos a sí mismo y, por tanto, cautivo de las necesidades y hábitos de extraños, lo cual conlleva a una irremediable desaparición de nuestra identidad cultural.

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