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Daniel Ramírez G. / Ingeniero Comercial –  Economista Si el fallo del primer juicio al joven Larraín nos provocó vergüenza, el resultado del segundo juicio,... ¿Igualdad ante la Ley?

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Daniel Ramírez G. / Ingeniero Comercial –  Economista

Si el fallo del primer juicio al joven Larraín nos provocó vergüenza, el resultado del segundo juicio, nos hace enfurecer y enfermar de impotencia. Estos exabruptos de la justicia deben impulsarnos a tomar conciencia, de lo sumergido que estamos en una realidad institucional, que no solo es injusta y llena de privilegios para un sector de la sociedad, sino que además, nos tiene enredados en un invisible manto de impunidad de las conductas de ese sector privilegiado.

Y es tanto el poder que ese sector maneja, que a 24 horas de dictado el segundo fallo, los Larraín desaparecieron del plano mediático de Chile y comenzaron a bombardearnos con las típicas noticias burdas con que se alimentan los medios de prensa, el matrimonio de un futbolista, la filtración de fotos de un desnudo narcisista, los resultados de un reality, las aventuras de nuestros deportistas en el extranjero, etc.

Sin embargo, las quejas de la madre de la víctima, que señalaba que esta expresión de la justicia era una burla, a su condición de pobreza, declaración brutal que debería ser por sí misma un amplio y sensible tema de discusión para una sociedad, resbaló en las entre líneas periodísticas y se perdió en la sonrisa satisfecha y burlesca del Larraín victimario.

A estas alturas ya nadie se preocupa ni recuerda que un muchacho, que lo ha tenido todo en este mundo, que venía de una fiesta con dos amigos en su 4×4, atropelló y dio muerte a otro muchacho, que a diferencia del primero, no había tenido muchas cosas ni satisfacciones en su vida y que, al igual que el primero, probablemente también venia de una fiesta.

Lo atropella y cuando aún está con vida se va del lugar sin prestarle ayuda, para lo cual no tiene importancia que la víctima haya estado fuera o dentro de la berma o la calzada.

Hace ya tiempo que en el país correcto, eso era presunción de manejo en estado de ebriedad.

Otra característica insostenible de este fallo, es que los amigos que acompañaban al victimario, con posterioridad al accidente se dedicaron a obstaculizar la investigación, diciendo que ellos habían sido testigos de como una camioneta blanca, doble cabina, había atropellado a la víctima y luego había huido. ¿Por qué esta maniobra de distracción que ponía en riesgo sus personas?

Se me ocurren solo dos explicaciones, la primera es que se dieron cuenta de que el problema en que estaban era muy grave, había un muerto y había que darle tiempo a la red de protección familiar para actuar y la segunda, ellos eran nada menos que un Edward y un Hurtado, los cuales también saben que gozan de impunidad. Pero lo que me intriga, es ¿Por qué el segundo fallo los condena si a la vez dice que no hay delito?

Lo que se trata de conseguir con la campaña de desinformación, es evitar que el ciudadano perciba claramente que en este sistema social en que vivimos, necesariamente hay grupos sociales más privilegiados que otros, en todo. Evitar que lo que se está comenzando a percibir como injusto, cuando se trata de repartir la riqueza creada por la economía, se extienda a otros ámbitos de nuestra convivencia, y sea aplicable a la educación, a la salud, al sistema de pensiones, a la libertad de hacer o acceder a algo, etc.

Creo que lo único bueno de todo este mugrerío, es esperar que genere en nuestra cultura, grietas que dejen al descubierto el mundo verdadero que vivimos.

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