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Gonzalo Prieto Navarrete, Sociólogo, Máster en Medioambiente He leído varias columnas de opinión respecto del resultado de las elecciones municipales. Muchas de ellas obtienen resultados... Las municipales y la alternativa

Gonzalo Prieto NavarreteSociólogo, Máster en Medioambiente

He leído varias columnas de opinión respecto del resultado de las elecciones municipales. Muchas de ellas obtienen resultados políticos que reagrupan ideas y dan a ganadores y perdedores como si esto se tratará de reordenamiento de fuerzas a nivel país. Sin embargo, creo que la mayoría de dichas columnas se equivocan. Se equivocan porque la perspectiva en las que son analizadas las elecciones son hechas desde arriba, pierden enfoque y finalmente las conclusiones son más bien juicios políticos que construyen una realidad interesada.

Creo que las elecciones municipales deben leerse desde abajo, desde una microsociología que toma a cada una de las comunas como un objeto independiente y no como un simple agregado de las partes. Y con excepción del análisis de la abstención electoral que pudiera servir de referencia nacional, cada una de las comunas constituye su propia historia con la cual explicar los resultados.

El crédito que pueden obtener los partidos es el diseño de las plantillas, los acuerdos políticos que permitieron llevar a unos en vez de otros candidatos. Pero de allí a concluir ganadores a ciertas tendencias políticas o pactos, me parece un tanto antojadizo.

Cuando se fija la mirada en cada una de las elecciones municipales se descubre un mundo distinto, acuerdos territoriales, asociaciones simbólicas, historia o que la motivación de las personas para votar por una u otra candidatura para alcalde o concejal pasa por cuestiones muy distintas a la filiación política del candidato o incluso su programa electoral. Atributos personales, formas de realizar campañas, sensación del trabajo realizado. Todas variables que inciden en un elector que es más bien un cliente en vez de un ciudadano.

No es lo mismo Providencia que Ñuñoa, ni Santiago que Arica. En cada una hay motivaciones diversas. Sería interesante estudiar a los electores post elecciones, preguntarles por quiénes votaron y por qué votaron por dicho candidatos. Tal vez ello nos daría más luces sobre el contenido del resultado, pues hasta ahora sólo se levantan hipótesis.

Me queda claro de las elecciones del 2012 que el voto voluntario sinceró la verdadera cultura política de la sociedad chilena, del hartazgo profundo de las personas con el sistema político y de la falta de una alternativa creíble que convoque y seduzca a los electores a salir de su casa. Y lo que es más importante, que recupere la relación de las instituciones políticas con las personas.

Tendremos que esperar entonces elecciones más políticas, como las presidenciales y parlamentarias que se pueden leer mejor desde arriba, puesto que las municipales no entregan los insumos necesarios para realizar una reflexión sobre una pregunta difícil de responder: ¿Por qué vota como vota la gente?

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