Bienestar animal: del anuncio presidencial al programa de Winter
Opinión y Comentarios 9 junio, 2025 Edición Cero 0

Pablo Zambra Venegas, Kinesiólogo, animalista.-
En la reciente cuenta pública del presidente Gabriel Boric, realizó una intervención que nunca se había visto, un gesto muy importante que hoy en el Chile que vivimos, cobra una real importancia, y es la realidad de nuestras mascotas. La reciente mención con respecto a los cementerios municipales de mascotas y al registro nacional de maltratadores pone muy feliz a los animalistas -incluyéndome- ya que es un aproximación y alivio a lo que debemos buscar en la tenencia responsable de mascotas: al fin la agenda pública les da un espacio formal a aquellos que, aunque no hablan, sostienen el tejido afectivo de Chile.
El Mandatario prometió una línea de financiamiento SUBDERE para que los municipios habiliten recintos dignos, anunció urgencias legislativas que prohibirán el robo de mascotas, endurecerán el delito de maltrato y crearán un registro de ofensores, junto con fiscalización inmediata mientras la nueva ley se discute.
¿Por qué importa tanto? Porque las mascotas ya no son solo “mascotas”; son COMPAÑÍA en mayúsculas. Con la natalidad de los chilenos y chilenas desplomándose y la soledad disparándose en cada franja etaria, los animales de compañía han pasado a cumplir funciones emocionales críticas: enseñan empatía a niñas y niños, sostienen a jóvenes que corren entre el arriendo y el trabajo, acompañan a parejas que decidieron no tener hijos y, sobre todo, dan propósito a las personas mayores en un país donde la vejez es cada vez más dura.
Dejar a estos compañeros sin un lugar de descanso ni protección jurídica es -literalmente- abandonar a quienes cuidan nuestra salud mental.
En ese sentido, habilitar un cementerio -e incluso un crematorio- para mascotas no es un lujo; es una medida de salud pública que brinda un espacio digno para el duelo, la memoria y la contención. Y un registro de maltratadores no es mero castigo simbólico: es una herramienta para golpear donde duele, el bolsillo. Que una sentencia de maltrato inhabilite la tenencia es útil; pero si ese antecedente figura en la base de datos que revisan empleadores, arriendos o voluntariados, la sanción se vuelve social y permanente. Así se previene la reincidencia y se envía un mensaje claro: lastimar a un ser vivo tiene consecuencias reales.
Ahora bien, la Ley 21.020 (Ley Cholito) se queda corta. No contempla presupuesto estable para campañas de esterilización, rescate y adopción; menos aún financia a los gobiernos regionales cuando les toca recoger los pedazos que deja cada caso de abandono. Ahí entra Gonzalo Winter, precandidato presidencial, quien en las entrevistas es claro en señalar cómo la sociedad y el estado de Chile, se debe volcar con mucho ímpetu hacia la salud pública y salud mental. Ya ha dado declaraciones donde propone aumentar el per cápita municipal veterinario, financiar clínicas comunitarias y blindar legalmente a las ONG que hoy pagan de su bolsillo lo que el estado no alcanza a suplir.
Winter habla de esterilización gratuita masiva, de un fondo regional anual para rescate y de fiscalización. No descubre la pólvora, pero pisa donde duele: sin plata asignada, cualquier buena ley es letra muerta. Su programa sube la apuesta del Ejecutivo al atar los recursos a objetivos medibles (esterilizaciones, adopciones, condenas) y al tratar el abandono como problema sanitario, no sólo de “bienestar animal”.
Del presidente Gabriel Boric celebramos el paso: Por primera vez un presidente pone en el podio la dignidad post mortem y la persecución al maltrato. De Gonzalo Winter esperamos que lo eleve a política de Estado con presupuesto garantizado. Queda en nosotros -ciudadanos- empujar para que estos anuncios no se diluyan en la típica coma presupuestaria de cada octubre.
Porque si los animales ya sostienen nuestros hogares, el mínimo ético es sostenerlos a ellos: vivos, protegidos y, cuando llegue la hora, despedidos como se despide a la familia
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