Edición Cero

Daniel Ramírez, economista.- Este fuerte grito contra la derecha lo lanzó Radomiro Tomic en un discurso en Valparaíso durante su candidatura presidencial en las... Ahora nos quieren hacer creer que Cristo murió por las sociedades anónimas.

Daniel Ramírez, economista.-

Este fuerte grito contra la derecha lo lanzó Radomiro Tomic en un discurso en Valparaíso durante su candidatura presidencial en las elecciones de 1970.

Lo recuerdo ahora que enfrentamos la dureza del bloqueo absoluto de esa derecha, a cualquier signo de progreso y justicia que pueda afectar, aunque sea levemente, la densa estructura de sus patrimonios y privilegios que esconden en el modelo económico vigente.

La defensa de las estructuras básicas de nuestra sociedad capitalista y además ahora neoliberal está en el ADN de aquel grupo escogido de políticos y empresarios que pertenecen y manejan la subcultura social identificada hoy como derecha política. Desde aquellos lejanos años en que se dieron cuenta de que un rey que vivía en otro continente muy lejano y les decía qué hacer y cómo vivir, se apropiaba además de la riqueza que ellos generaban, sin compartirla suficientemente con quienes le servían lealmente y que ellos podían y debían crear su propio hogar adecuado a sus necesidades del momento.

Y se hizo la luz y ellos modelaron las bases de la estructura de la sociedad en que vivimos. Luego, a través del desarrollo histórico se le han ido haciendo algunas modificaciones leves, permitidas por los dueños del poder y guiados por aquella imperecedera política gatopardista resumida en la frase: “Algo tiene que cambiar para que todo siga igual”.

Como es lógico, la sociedad que ellos construyeron fue hecha a imagen y semejanza de lo que ellos y sus ancestros vivieron y conocieron y por lógica, ellos se asignaron el poder del soberano que expropiaría y repartiría las riqueza y las tierras ocupadas. Se sienten los dueños originales de todo y es por esto, por lo que cuando hablan del desarrollo de la nación terminan hablando del desarrollo de sus empresas.

El régimen de esclavitud ya se batía en retirada en américa entera siguiendo el impulso que Haití había iniciado al liberarse de ella. La esclavitud desaparece no sin dejar secuelas y con el tiempo, mucha nostalgia y ganancia de la oligarquía agropecuaria, matriarca de nuestra clase empresarial y de lo que ahora es nuestra derecha política tradicional. El sistema salarial que se impondría ahora liberaba a los empresarios dueños de esclavos, de los altos costos de inversión que estos significaban y del costo de mantención que les originaban. Ahora el trabajador haría su trabajo por el pago de un salario y él tendría que buscar y pagar donde vivir y que comer, como mantenerse sano, como transportarse, como divertirse y como formar una familia. El patrón americano se libró de toda responsabilidad y de un gran costo de mantención de su inversión.

Así estamos viviendo ahora, en una sociedad construida por una elite acostumbrada a manejarla y a acomodarla a sus necesidades y cada vez que hay una crisis por el exceso de abuso del poder o por lo aplastante de las desigualdades, ellos toman su librito y leen la receta de siempre … y algo cambia.

El poder que se han asignado siempre y que se han cuidado de traspasar a sus generaciones, les ha hecho sentir que ellos son los dueños del país, ellos controlaban las elecciones a su amaño, controlaban la institucionalidad y los dineros estatales, pueden dar golpes de Estado, pueden hacer de una mentira una verdad y de una verdad una mentira, pueden usar la violencia como arma política cuando lo estimen conveniente y además pregonar el no uso de la violencia cuando les conviene.

Este poder es lo que ha hecho posible que la derecha, entre muchas otras cosas, haya logrado poner en las preferencias populares un modelo de pensiones que lleva más de 50 años de vida y más de 20 años fracasando y entregando pensiones miserables a los jubilados ¿Es que nuestro pueblo no ha visitado a sus abuelos? ¿No han visto los problemas de sus padres? ¿Necesitarán recibir su pensión de jubilación para entenderlo? No es posible vivir en esta sociedad sin darse cuenta de que las AFP son un embudo que drenan ingresos de los trabajadores hacia los bolsillos empresariales y sin embargo sucede. Yo quisiera saber si cuándo gritan “con mi plata no” ¿Saben que sus AFP fueron vendidas a empresas extranjeras y que son ellos los que manejan “sus platas”?

La rueda de carreta con que nos han hecho comulgar es que el mercado es capaz de dar satisfacción a los derechos básicos de las personas en forma más eficiente que la sociedad.

La participación privada en funciones tradicionalmente sociales no es nueva en nuestro país, lo nuevo es que se haga de esto un negocio lucrativo. Cuando el privado concurría a desarrollar tareas del Estado, lo hacía normalmente junto al Estado y agregando recursos propios y entregando un servicio gratuito o de bajo costo. El neoliberalismo agregó a la cultura de patrón de fundo elementos que mostraron claramente que el lucro y la ambición humana no son idóneos para la solución de los derechos sociales.

Uno de los ejemplos más claros de como el interés privado fracasa en solucionar los derechos sociales en nuestro país. El derecho a la salud.

Es indudable que el sistema público de salud no es capaz de atender a toda la población y que era bienvenida la participación privada en este sector, la que se dedicaría a captar a los ciudadanos de altos ingresos. La ambición humana detecta el nicho de un buen negocio, lo evalúa e inicia la organización del abordaje y aparecen las Isapres. Las Isapres comienzan a cobrar a sus afiliados precios no autorizados y esto genera un primer reclamo al Tribunal Constitucional, que en el año 2010 declaran inconstitucional el tarifado usado por las Isapres. Estas siguen cobrando y comienzan los reclamos ante el poder judicial que llegan hasta la Suprema.

La justicia falla en favor de los afiliados, pero estos reclamos y fallos de la justicia son individuales y en un universo de más o menos 3 millones de afiliados las Isapres no les dan mayor importancia y siguen adelante con su abuso. Como todo buen empresario nacional, los dueños de las Isapres quieren crear un buen negocio que puedan ofrecer y vender a empresas extranjeras, de tal manera que ellos comienzan la búsqueda de interesados, los encuentran y las venden. Pasan los años y las Isapres siguen cobrando sobreprecios. La Corte Suprema se cansa de los juicios individuales y dictamina que las Isapres deben devolver a todos sus afiliados los millones cobrados demás. Se encarga averiguar el monto y este llega en un primer cálculo a los US$ 1.400 millones.

¿Sabían las empresas extranjeras lo que habían comprado? El caso es que esas platas producto del abuso están en manos de alguien probablemente parte aquí y parte en el extranjero. ¿Y las platas que recibieron los empresarios privados nacionales por la ventas de las empresas? ¿Dónde están?

Cuando nos metieron en este modelo, los muchachos de Chicago se cansaron de decir que el mercado evitaría al Estado los riesgos que se corren en las empresas productivas y que ahora serían los empresarios los únicos responsables de asumirlos. Acto seguido se apropiaron de las empresas del Estado y dedicaron un espacio en la constitución a excluir expresamente la acción del Estado en la economía productiva.

Como era de esperar los defensores políticos de las Isapres amenazan con quiebras y con una irrecuperable crisis del sistema de salud. Ellos tienen muy claro que la solución del mercado neoliberal a este problema es la capitalización de sus empresas, es decir los socios deben de reponer la plata que falta o buscar nuevos socios o quebrar y entregar sus empresas a quienes puedan hacerlas viables.

La derecha y el gobierno gestionan una ley que permita a las Isapres pagar una deuda que según el último cálculo es en realidad de US$ 1.589 millones. La llamada “ley corta”, que la derecha quiere aprovechar para rebajar el monto de la deuda, es la encargada de determinar el monto de esta y establecer las formas de pago y tiene como fecha máxima de parto el día 12 de mayo próximo.

El primer esfuerzo de la derecha fue proponer el absurdo de bajarla a 400 millones, lo que afortunadamente no sucedió, luego inventaron una figura que llamaron “mutualización” y que consiste básicamente en que, a los viejos, cuyos planes son más caros y por tanto les cobraron más, les devolverían menos y con eso financiarán el pago a clientes jóvenes, cuyos planes son más baratos y tienen un mayor interés comercial para ellos. En pocas palabras que los viejos financien solidariamente a los jóvenes.

En las Isapres se da el caso contrario al de las AFP donde la misma derecha que trata de bajarle la deuda a las Isapres y pagar a los jóvenes con plata que es de los viejos, les pide a los jóvenes trabajadores no ser solidarios con los viejos en el esfuerzo por aumentarles sus pensiones. Los viejos afiliados a las Isapres deberían comenzar a gritar contra la “mutualización”, al igual que los jóvenes en las AFP lo hacen contra la solidaridad, “con mi plata no”.

En resumen, la forma en que el interés privado aportó solución al derecho a la salud en nuestra sociedad ha sido apropiándose indebidamente de US$ 1.589 millones de ciudadanos que confiaron en esta opción, que no funciona por un simple y conocido motivo, el interés por lucrar (lo que se obtiene) es más importante y prioritario para el empresario que la cantidad y calidad de su producto (lo que debe entregar). Y desgraciadamente es eso lo que determina las políticas de manejo empresarial en la mayoría de nuestros empresarios nacionales. Y más desgraciadamente esa e una conducta que no corresponde a la solución de derechos sociales. Tenemos más pruebas evidentes en la educación y en la previsión ¿Qué más necesitamos para entender?

 Si nuestro pueblo no es capaz de aprender de lo sucedido con las Isapres, lo que es y será el neoliberalismo y el efecto que tiene y tendrá en sus vidas, quiere decir que nunca dejaremos de ser uno de los vagones de cola del tren planetario.

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