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Iván Vera-Pinto Soto, Cientista Social, Pedagogo y Escritor.-  Es lamentable que muchas veces el arte y la cultura sean utilizados por ciertos candidatos políticos únicamente... Elecciones políticas, políticos, culturas y artes

Iván Vera-Pinto Soto, Cientista Social, Pedagogo y Escritor.- 

Es lamentable que muchas veces el arte y la cultura sean utilizados por ciertos candidatos políticos únicamente como herramientas de campaña electoral, sin un compromiso real hacia su promoción y desarrollo. El arte y la cultura son componentes fundamentales de una sociedad democrática y humanista, y merecen una atención constante y sostenida por parte de los líderes políticos en todos los niveles del aparato estatal.

Promover políticas culturales sólidas y financiamiento adecuado para proyectos artísticos y culturales es elemental para mantener y enriquecer la identidad y la diversidad cultural de una comunidad. Los ciudadanos también pueden jugar un papel importante al exigir a las autoridades que reconozcan y respalden el valor del arte y la cultura más allá de los períodos electorales.

Es cierto que continuamente los artistas buscan establecer diálogos con los dirigentes políticos en busca de auspicio para sus proyectos culturales, pero luego estos compromisos no se materializan o son olvidados una vez que estos personajes están en el poder. Esta situación puede ser especialmente frustrante para los artífices y gestores culturales, quienes dependen en gran medida del respaldo de los agentes del Estado para llevar a cabo sus obras y proyectos.

Es prioritario que la ciudadanía esté atenta y demande a los líderes que cumplan con sus compromisos de proteger la cultura, sobre todo en los grupos socialmente desfavorecidos. Además, establecer mecanismos de transparencia y rendición de cuentas puede ayudar a garantizar que los recursos destinados a este ámbito se utilicen de manera efectiva y transparente. Por otro lado, los trabajadores y las trabajadoras del arte también pueden buscar formas alternativas de financiamiento y colaboración, tanto a nivel local como internacional, para diversificar sus fuentes de patrocinio y no depender exclusivamente de los fondos estatales.

Debemos reconocer que en algunas circunstancias los funcionarios designados y expertos técnicos que trabajan en instituciones públicas pueden no tener una apreciación profunda de estos tópicos. Esto puede ser resultado de diferentes entornos: como una formación académica enfocada en áreas técnicas o administrativas, una falta de comprensión sobre la importancia del arte y la cultura en la sociedad, o simplemente una falta de interés personal en estos temas.

Para abordar esta realidad, es trascendental promover la sensibilización y la educación sobre el valor del arte y la cultura entre los funcionarios públicos. Esto podría incluir programas de capacitación, talleres y actividades que ayuden a los burócratas y tecnócratas a comprender mejor el impacto positivo que el arte y la cultura pueden tener en la colectividad, desde el desarrollo económico hasta la cohesión social y la salud mental.

Del mismo modo, es básico que los líderes políticos designen a personas idóneas, con experiencia y sensibilidad en el campo del arte y la cultura para ocupar roles clave en las entidades públicas relevantes. Esto puede ayudar a garantizar que las políticas y decisiones relacionadas con el arte y la cultura sean informadas y respaldadas por personas con conocimiento y pasión en el área.

Por otra parte, la participación activa de la comunidad artística y cultural en los procesos de toma de decisiones también puede ayudar a garantizar que sus necesidades e intereses se tengan en cuenta al formular políticas públicas relacionadas con las artes y la cultura. Esta intervención ciudadana no debe ser simplemente un ejemplo de consulta sobre un proyecto concreto, sino un órgano permanente de toma de decisiones, cuyas recomendaciones deben ser vinculantes, es decir, en el fondo, proponen “la gestión de la cultura institucional” y no depende exclusivamente del criterio de la autoridad.

En estos tiempos de tensión y de mucha violencia, necesitamos líderes cultos que promuevan una sociedad ilustrada. En otros términos, necesitamos mandatarios convencidos en el valor de la educación, el pensamiento crítico y el acceso equitativo al conocimiento. Estos líderes comprenden que una comunidad educada no solo es más próspera económicamente, sino también más justa, inclusiva y resiliente.

Promover una sociedad ilustrada implica invertir en sistemas educativos sólidos, desde la educación básica hasta la educación superior, y garantizar que todos tengan acceso a oportunidades de aprendizaje de calidad. Además, supone fomentar una cultura de curiosidad intelectual, donde la especulación crítica, la creatividad y la tolerancia sean valorados y cultivados.

Los líderes que priorizan la ilustración también apoyan las artes, el deporte, las humanidades y las ciencias sociales, reconociendo que estas disciplinas son fundamentales para comprender el mundo en su complejidad y para promover el diálogo intercultural y la empatía. Los verdaderos líderes son aquellos que entienden que una ciudadanía ilustrada es la base de una urbe próspera, justa y sostenible, y trabajan activamente para promoverla y fortalecerla.

Si bien Luis Emilio Recabarren, líder de los obreros chilenos de comienzo del siglo XX, no es tan conocido por sus contribuciones específicas a la esfera cultural en términos de arte o literatura, su visión de la cultura como una herramienta para la emancipación y el empoderamiento de las clases trabajadoras dejó un legado significativo en la historia de Chile. Su enfoque holístico de la cultura sigue siendo relevante hoy en día, recordándonos que la cultura es mucho más que un conjunto de manifestaciones artísticas, sino un reflejo de la identidad y la experiencia de un pueblo, y una fuerza poderosa para el cambio social.

Como líder sindical y político, Recabarren promovió la educación y la conciencia cultural entre los trabajadores y las clases populares. Entendía que una población culta y consciente de sus derechos era fundamental para la lucha por la justicia social y la transformación de la sociedad

Es decepcionante ver a autoridades que incluyen el arte y la cultura en su discurso público, pero luego no respaldan estas palabras con acciones significativas, como asistir a espectáculos artísticos o apoyar genuinamente las acciones culturales de calidad. En cambio, optan por participar en eventos de baja monta o actividades populacheras que pueden tener más aceptación entre ciertos sectores de la sociedad.

Esta actitud refleja una falta de compromiso real con el arte y la cultura como elementos fundamentales para el desarrollo de una región. En lugar de aprovechar su posición para promover el acceso y la apreciación del arte en todas sus formas, estas máximas autoridades pueden priorizar su imagen pública o su conexión con ciertos estamentos sociales en detrimento del bienestar cultural de la comunidad en general.

Es completamente válido señalar que una autoridad municipal no puede afirmar que favorece el arte y la cultura si no respalda estos mensajes con acciones concretas, como la formulación de políticas específicas, asignación de financiamiento adecuado y la creación de equipos profesionales dedicados al desarrollo cultural.

La creación de políticas culturales sólidas es esencial para crear un entorno favorable al desarrollo del arte y la cultura dentro de una región. Estas políticas pueden incluir iniciativas para promover un acceso equitativo a la cultura, respaldar a artistas locales, preservar el patrimonio cultural y fomentar la diversidad cultural. Asimismo, es fundamental contar con el financiamiento necesario para respaldar programas y proyectos culturales, así como con un equipo de profesionales capacitados para gestionar y coordinar estas actividades de manera efectiva.

Al respecto, Miguel de Unamuno, destacado escritor y filósofo español del siglo XIX y principios del XX, tenía una profunda comprensión del papel de las artes y las culturas en la nación. Para Unamuno, el arte no solo era una expresión estética, sino también una forma de explorar la condición humana y enfrentar las preguntas fundamentales sobre la vida, el amor, la muerte y la existencia.

En esa línea de pensamiento, estos dos conceptos siguen siendo una parte integral de la vida humana, proporcionando no solo entretenimiento, sino también inspiración, reflexión y conexión emocional. En un mundo cada vez más globalizado y diverso, las artes y las culturas desempeñan un papel relevante en la promoción del diálogo intercultural y la comprensión mutua. Sin duda, un líder que no reconozca la importancia de estas dimensiones puede ver reducida su habilidad para enfrentar los retos y capitalizar las oportunidades que surgen en su territorio. Por lo tanto, a nuestro juicio, no sería la mejor opción para dirigir la gestión de una ciudad u ocupar cargos gerenciales en el ámbito público.

Por último, expresamos nuestro sincero deseo que el próximo Alcalde de Iquique demuestre un compromiso genuino con la cultura y el patrimonio histórico, siguiendo el ejemplo de Don Eduardo de Lapeyrouse Coddou, quien, entre sus contribuciones, diseñó la «Torre del Reloj» en la Plaza Arturo Prat de Iquique, erigida en 1878. Es perentorio para el desarrollo equilibrado de una ciudad que nuestros representantes políticos mejoren, entre otros aspectos, su nivel intelectual y cultural, elevando así el prestigio de su cargo.

 

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