Félix Reales Vilca, pampino.-
Los pampinos tenemos muy buena memoria y cada año cuando llegamos a un 31 de octubre, recordamos con tristeza cómo fuimos humillados por las autoridades de la época, que buscando justificaciones injustificables ordenaron en tiempo récord cerrar la Oficina Salitrera Victoria.
Este 2023 se cumplirán 44 años cuando en el atardecer de ese 31 de octubre de 1979, la chimenea de la Planta Lixiviación del Departamento Elaboración emanaba su última bocanada de humo al cielo pampino, y con esto se terminaba con el ocaso de la fiebre del “Oro Blanco” en la Primera Región.
Paralizaba la Oficina Salitrera Victoria y con esto el último bastión de una época brillante de los miles y miles de pampinos que vivieron, trabajaron y murieron en ese centro salitrero; muchos lloraron hasta secar sus lágrimas en el caliche, otros orgullosos y tercos como mulas apretaron sus dientes y se fueron sin mirar hacia atrás, fueron muchos también los que al tiempo fallecieron de pena y otros no aceptaron tal determinación y siguen viviendo allí hasta el día de hoy.
Que lejos estaba aquel 18 de septiembre de 1945, cuando de Oficina Brac se cambió de nombre al de Victoria, como un homenaje a las fuerzas aliadas por el triunfo obtenido en la Segunda Guerra Mundial ante la capitulación de la Alemania Nazi, a pesar que otra versión señalaba que el nombre lo puso el Presidente de la República de ese entonces Juan Antonio
Ríos.
Ese día, que coincidió con la fecha de fiestas patrias, fue un día de celebración, ya que todos sus habitantes desfilaron por la plaza encabezados por el administrador de la época Fernando Canessa. Quién iba a imaginar que ese triunfal desfile de inauguración se transformó 34 años más tarde en un cortejo fúnebre para la Oficina Victoria con su cierre definitivo, donde quedaron desamparados dos mil trabajadores que con su conglomerado familiar llegaban a los quince mil habitantes.
Esta determinación tomada a la ligera y sin responsabilidad sumió en el desencanto hasta los más entendidos en la elaboración del salitre, ya que no era el momento oportuno para hacerlo. Por estadísticas laborales y pruebas de sondeo, Victoria era más rentable que las oficinas María Elena, Pedro de Valdivia y Coya Sur, que en ese año se mantenían activos.
De todas maneras, para nadie es un misterio que para evitar el cierre de Victoria, faltó defensa de los dirigentes sindicales que eran designados, como de las autoridades regionales nombradas por el régimen militar, ya que esta determinación indirectamente perjudicó a la ciudad de Iquique en su progreso económico.
LENTA AGONÍA
Lo cierto es que a 116 kilómetros al sur de Iquique hubo una oficina salitrera que fue sentenciada a muerte y que no tuvo derecho a defensa. Mientras que las pocas murallas de lo que fueron casas se aferraban a la arena del desierto callando un grito desesperado por sobrevivir o resucitar. Es la ex – Oficina Salitrera Victoria, baluarte otrora de lo que se llamó el “Oro
Blanco” que fue la principal riqueza de nuestro país.
La llamaron Victoria, pero en su destino estaba la derrota más grande que pueda recibir un pueblo, de borrarlo definitivamente de los mapas. Fue la última de las Oficinas Salitreras de nuestra región que trabajó y pronto se se cumplirán 44 años de ese día amargo para los pampinos.
Estamos seguros que con el correr de los años, no quedará piedra sobre piedra, muralla sobre muralla, solo será un recuerdo de lo que fue este campamento y el desierto recuperará lo que fue suyo y allí no quedarán ni los fantasmas. Triste destino para un mineral que fue o4rgullo de nuestro país, no le dejaron siquiera la posibilidad de figurar como un pueblo abandonado con una placa recordatoria que indique que allí existió hace muchos años una de las salitreras más importantes de la región.
NOSTALGIAS
Pasarán los años y el recuerdo estará latente, como a principios de siglo cuando cientos de pampinos entraban y salían de sus casas y los niños jugaban en la plaza ubicada frente a la administración. En la actualidad sobrecoge la soledad de este lugar. Las tronaduras de la dinamita con que se extraía el material cesaron hace tiempo.
El último embarque de salitre cristalizaba proveniente de Victoria salió de Iquique en julio de 1978. Fueron 16.500 toneladas que partieron rumbo a China Popular. Paradojas de la vida, mientras el régimen militar chileno perseguía día y
noche a los comunistas, no dejaba de vender salitre a la nación cuna del comunismo.
En la actualidad, al recorrer Victoria, uno se da cuenta cómo la destruyeron aceleradamente sin ningún miramiento. Van quedando en pie solo algunas murallas de lo que fueron las casas de los obreros y el estadio de fútbol. Que es ocupado como bodega de las maderas, cañerías, calaminas, etc. Las obras más grandes en su construcción ya no están; como la Iglesia, Teatro, Piscina, el Club de Tiro, Mercado, Clubes Deportivos, Escuelas y otras más. Igual cosa ocurrió con la planta mecanizada, ya que en estos sectores todo desapareció como el Molino Primario, Secundario y Terciario, Casa de Fuerza, Planta Krystal, Cancha de Salitre, Laboratorio, Casa de Yodo, Lixiviación, Ripios, Casa de Máquinas, Quinta, etc.
Todos estos Departamentos y secciones fueron vorazmente desarmados por los rematadores que se adjudicaron las propuestas. Para qué hablar del Campamento, porque las casas de madera desaparecieron como su apetecido Pino Oregón, y aquellas que eran de adobes también corrieron la misma suerte. En la actualidad solo van quedando incólume al costado de Carretera Panamericana el Stand “El Rotito”, dos cocinerías y algunos talleres de vulcanización.
IMPOTENCIA
No se puede desconocer que algunos victorianos pelearon por defender su oficina con su fuente laboral, pero pudo más la insensatez de un gobierno autoritario con una orden desatinada para que comenzara la lenta agonía de Victoria.
Lágrimas de impotencia brotaron de los ojos de los últimos 360 trabajadores cuando se escuchó la sentencia con el decreto Nº36 del Ministerio de Minería, que autorizaba el desmantelamiento total de la Oficina.
De Victoria no quedará más que el recuerdo, seguramente la vida en ese lugar se reducirá a unos cuantos árboles de tamarugos, como el resto de la pampa. Solo sobrevivirán las cruces del cementerio y los escombros, igual como otras ruinas que tapizan el desierto, allí donde también hubo vida y laboraron otras Oficinas Salitreras, que antes fueron riquezas y hoy no son más que olvido.
Esta es la triste historia de una Oficina Salitrera llamada hipócritamente Victoria, que sufrió una derrota por “secretaría”, dejando en el más completo desamparo a miles de pampinos, que hasta el día de hoy preguntan con amargura: ¿Quién fue el “genio” del gobierno autoritario del General Pinochet que dedicó esa orden?. Estoy seguro que ni con el correr de los años sabremos la verdad de este deleznable hecho, porque aunque han pasado 44 años de la paralización total, solo ha habido evasivas de los que fueron los culpables.
JUSTICIA
Para justicia de los pampinos, se estableció el 06 de junio de cada año como el Día Nacional del Pampino, lo que responde a una anhelada demanda de los hombres y mujeres de la pampa, que pedían que se hiciera un reconocimiento formal, no solo a las personas que habitaron en la pampa y la aridez del desierto. Principalmente pedían que se reconociera la llamada “Cultura Pampina”, que surge durante este proceso industrial, económico y social.
CELEBRACIONES EN VICTORIA
Los actos en Victoria a los que se convocó a los pampinos se realizaron en “Memoria de aquellos salitreros que nunca olvidaron su tierra” e inspirados en el sentir de que “el amor hacia las raíces es más fuerte que la adversidad”
La organización fue iniciativa del Club Deportivo, Social y Cultural “Salitrera Victoria”, que llamó a la unidad de los pampinos y a participar de esta primera celebración, que marcará el comienzo de una nueva etapa para todos los pampinos.