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Una vez más el Colectivo Político «Por Cambios de Verdad», se manifiesta en torno a la coyuntura, mediante una declaración pública.  Y esta vez,... Colectivo «Por Cambios de Verdad»,  con mirada crítica frente a lo que califican como «fraude electoral – constitucional», llama a anular el voto

Una vez más el Colectivo Político «Por Cambios de Verdad», se manifiesta en torno a la coyuntura, mediante una declaración pública.  Y esta vez, con miras a las elección constitucional, llama a votar nulo, calificando el proceso como «fraude electoral – constitucional»

«Como el voto en esta farsa es obligatorio, llamamos al pueblo de Chile a  votar NULO cuando sea convocado al plebiscito final y, además, escribir en el voto los epítetos y argumentos que este fraude merece. Nosotros mismos, al igual que los chilenos que no aceptan que se les meta el dedo en la boca, además de nuestros periodistas, nos encargaremos de informar al mundo sobre la magnitud del rechazo a esta abyecta comedia», señala en parte la declaración.

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NUESTRA POSICIÓN FRENTE AL FRAUDE ELECTORAL- CONSTITUCIONAL  QUE SE AVECINA.

Frente al desarrollo de los hechos relacionados con el establecimiento de un orden constitucional que la clase política califica de “nuevo” y que llama “proceso constitucional,” el Colectivo Político Por Cambios de Verdad de Tarapacá declara a la opinión pública:

A lo largo de nuestra historia republicana, desde los comienzos de Chile como país independiente,  es muy difícil encontrar  en ella un engaño tan masivo y escandaloso como el que el grueso de la clase política profesional ha programado propinar próximamente al pueblo de Chile, engaño que ha llamado ostentosamente “proceso por una nueva constitución.”

En torno a este problema, nosotros declaramos que no nos prestaremos para este engaño. Mas, no sólo eso: hacemos responsablemente un llamado a nuestros compatriotas a adoptar esta misma actitud, sobre la base del repaso de los hechos objetivos e indesmentibles que hemos vivido desde el fin de la dictadura de derecha y fascista que usurpó el poder del Estado en 1973, tras un cuartelazo programado y apoyado en todos sus niveles por el imperialismo norteamericano,  y que impuso por la fuerza bruta en 1980 la constitución política que sigue vigente hasta hoy, tan fraudulenta como ilegal e ilegítima, lo que absolutamente nadie niega ni puede negar en nuestros días.

La incansable lucha anti-dictatorial del pueblo de Chile, repleta de sacrificios, cárcel, torturas y muerte, que fue acompañada siempre por la presión democrática internacional contra la tiranía, consiguió electoralmente terminar con ella el 5 de octubre de 1988, mientras la derecha política nacional,  su mentora ideológica y primera beneficiaria, pretendía extender interminablemente su mandato. Ya entonces, los líderes de la Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición de partidos que ganó el plebiscito de 1988, en el que se decidía si la dictadura seguiría o no en el gobierno, coalición que hoy ya no existe, prometieron al pueblo que pronto tendríamos un nueva constitución, que sería establecida por una asamblea constituyente, como así lo ordenan los cánones internacionales en la  materia, con múltiples ejemplos en el mundo y en América Latina.

Esa promesa no se cumplió. Por el contrario, los dos primeros gobernantes elegidos democráticamente por el pueblo de Chile en 1990 y en 1994, los demócrata-cristianos Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle respectivamente, no movieron un dedo por convocar a un plebiscito en el que el pueblo chileno votara el cambio constitucional que necesitábamos. El tercero, el líder mayor del Partido por la Democracia, Ricardo Lagos, refrendó con su firma la espuria constitución de la dictadura, introduciéndole unos pequeños cambios que Lagos acordó con la derecha.

Esos son los hechos reales y objetivos. El sustento ideológico mayor de la constitución de la dictadura, aún vigente,  tiene tres componentes, obviamente, en plena vigencia en nuestros días:

Primero, la introducción en el país del sistema económico neo-liberal, creado en Chicago, Estados Unidos, impuesto en Chile bajo la dictadura en calidad de experimento. Este orden económico no permite al Estado crear ni comprar empresas desde el gobierno y sus ministerios  hasta las municipalidades, toda vez que entrega este privilegio a capitalistas privados, además de traspasar en gran parte a privados, todos los rubros de la vida social, como la Salud, la Educación, y las pensiones.

Segundo, el sistema binominal de elecciones que hace todavía imposible cambiar constitucionalmente lo importante. La verdad es que el binominalismo no se ha eliminado, como lo vienen repitiendo todos los gobiernos desde hace años, incluyendo el actual. El sistema sólo se ha  atenuado, de manera que aún sigue vigente constitucionalmente.

Y tercero, en ninguna parte de la constitución de la dictadura se menciona la urgente necesidad de democratizar nuestras FF AA. Nuestros militares son hoy mucho más que una organización poseedora única de las armas y asignada constitucionalmente para su uso, según se lo ordene la autoridad civil, en la persona del Presidente de la República, rol que no cumplieron en septiembre de 1973. La verdad es que las FF AA, además de haber traicionado a su jefe mayor, el Presidente de Chile,  son desde el mismo año 1973, una nueva clase social, indiscutiblemente privilegiada en derechos con respecto al resto del pueblo. El objetivo de este cambio es sólo uno: Ellas, como un partido político armado,  están destinadas a defender, con las armas, el sistema político y económico que la dictadura cívico-militar impuso en 1973, sistema del cual son beneficiarias directas.

Ante este escenario, las cosas cambiaron hace poco más de tres años. En octubre de 2019, el pueblo de Chile se levantó en todo el país contra el orden vigente. Fue una poderosa y masiva eclosión nacional que estremeció al país y a la comunidad internacional, cuya mayor exigencia era levantar en Chile una nueva constitución política, que barriera con el neo-liberalismo, con especial atención en poner fin a las muy prósperas empresas llamadas “Administradoras de Fondos de Pensiones,”  las siniestras AFP, que no han sido más que las autoras directas de una descomunal estafa y robo al pueblo asalariado chileno.

La rebelión de octubre de 2019 fue un acto de alzamiento popular que bien pudo transformarse en el inicio de un proceso revolucionario, lo que no sucedió porque en Chile no hay una vanguardia capaz de conducirlo. La clase política profesional, desde la derecha hasta la seudo-izquierda, que en total armonía había administrado el país hasta entonces sin cambiar en él nada importante, estaba despavorida. Se reunió secretamente y elaboró un astuto plan para salvar el sistema. Primero, prometió que tendríamos  una asamblea constituyente que nos daría una nueva constitución; sin embargo, creó, primero, una convención  que propuso al país una propuesta de cambios. Aun siendo débil, la propuesta significaba, por lo menos,  el fin de la constitución de la dictadura, que seguía y aún sigue vigente.

Por cierto, la derecha política y el viejo pinochetismo habían triunfado: ahora sólo debían ocupar todo su poder mediático para que esa propuesta fuese rechazada, y así sucedió. Los partidos de la ex – Concertación, y muchos de los propios políticos jóvenes que hoy gobiernan, siguieron el juego, lo que ha desilusionado a la gran parte del pueblo que había puesto su esperanza de cambios al elegir a Gabriel Boric como Presidente de Chile. Este gobierno y sus adherentes y funcionarios, unidos a la derecha y a la ex – Concertación, en calidad de clase política institucional, se aprestan para la elección de una nueva convención, pero esta vez, directamente amañada y controlada totalmente por ellos.

Dicho con más claridad, los partidos políticos institucionales y profesionales del país, los que en cada encuesta que se hace son abiertamente rechazados por el pueblo, serán quienes decidirán la nueva constitución,  a través de la elección, que ellos mismos harán, de un grupo de “expertos” que, obviamente, no son políticamente neutrales, de manera que obedecerán sus órdenes. Como nadie que tenga un mínimo espíritu crítico podría dudar, esta elección de “expertos,” que serán nominados de acuerdo al viejo sistema politiquero del “cuoteo,” no es más que un ardid para dar la apariencia de seriedad, al dejar falsamente  “a los que saben”  la tarea de redactar la nueva constitución.

Ante este nuevo engaño, nosotros nos rebelamos. No nos vamos a dejar embaucar. Seguiremos sin descanso en nuestra permanente lucha por la elección de una asamblea constituyente, único método serio y legítimo conocido en el mundo para la redacción de una nueva constitución política. Sólo una asamblea constituyente, al ser independiente de la clase política tradicional, puede darnos una constitución política limpia y democrática. Sólo ella pondrá fin al neo –liberalismo, al sistema binominal de elecciones en todas sus formas y extensión, y sólo ella podrá propender a la democratización de nuestras Fuerzas Armadas.

Como el voto en esta farsa es obligatorio, llamamos al pueblo de Chile a  votar NULO cuando sea convocado al plebiscito final y, además, escribir en el voto los epítetos y argumentos que este fraude merece. Nosotros mismos, al igual que los chilenos que no aceptan que se les meta el dedo en la boca, además de nuestros periodistas, nos encargaremos de informar al mundo sobre la magnitud del rechazo a esta abyecta comedia.

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