Edición Cero

Pedro Buc Calderón, Académico de la UNAP.- | Al tenor de las discusiones sobre el plebiscito que debiera decidir una nueva constitución para el... ¿Qué nos jugamos a partir de este 4 de septiembre?

Pedro Buc Calderón, Académico de la UNAP.- |


Al tenor de las discusiones sobre el plebiscito que debiera decidir una nueva constitución para el país, se habla de opciones de rupturas, de discontinuidad, de peligros, de amenazas, etc. y esto para todo orden de cosas. Incluso hay quienes ven un desmembramiento del territorio. Así las cosas, aprobar el nuevo texto constitucional se asocia a caos, incertidumbres, desorden. No hace mucho se hablaba de nuevos himnos patrios, nuevas banderas, nuevos escudos….¡todo eso meses antes que comenzara a redactarse el primer artículo! Por otro lado, se utilizan cuantiosos recursos y caras angelicales (¡amorosos dirían algunos!) para hacernos creer que la delincuencia, la inseguridad, el narcotráfico y la inmigración es responsabilidad del actual gobierno (valdrá la pena recordar que solo lleva 5 meses de instalado).

La lógica indicaría que hay que seguir como estamos, introduciendo algunos cambios para contrarrestar el descontento de la población expresado con vehemencia durante el estallido social. La elite capitalina propone un plan de 10 “contenidos que respondan al anhelo de una nueva carta fundamental”. En un buen ejemplo de gatopardismo (reformar sin cambiar lo esencial), los 10 puntos repiten lo que ya está en la nueva constitución (y que no está en la actual constitución vigente de Pinochet) e introducen matices que minimizan los alcances y profundidades del texto a plebiscitar.

Incluso hablan de terminar con los abusos… ¿estarán de acuerdo con este texto los Delano, los Ponce Lerou, los Matte, los Angelini, es decir los que ponen la plata para financiar esta orquesta? Nada se menciona sobre el mantenimiento de un estado subsidiario que rige actualmente e impide un rol activo y emprendedor para modernizar y democratizar el país. Se reclama contra una supuesta amenaza a la libertad de enseñanza, pero se niega el rol de la educación estatal en todos sus niveles: básico, secundario y universitario.

En breve, ¿cuáles serían las bases de estos reformadores para que este país resuelva los problemas reales de su población: salud, previsión, educación, vivienda y seguridad pública? Nada, lo que es obvio pues durante décadas han beneficiado de un país donde las regulaciones fueron reducidas (y muchas abiertamente eliminadas) para favorecer el desarrollo del mercado y del espíritu emprendedor. Me imagino que así entienden la economía social de mercado: privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.

Mientras tanto, las pensiones siguen siendo de miseria y los grandes grupos económicos se sirven del mercado de capitales generado por la cotización obligatoria de la población activa…una fórmula mágica y tramposa que hace aparecer como algo normal que los más pobres financien a los más ricos. La salud se distancia día a día entre las largas filas de espera en la mayoría de hospitales y consultorios y la atención de primer mundo en las clínicas privadas controladas por los mismos grupos económicos que controlan las Isapres, las cuales además benefician de las cotizaciones obligatorias de una población sana aumentando el lucro de sus dueños. Una vez más, los que tienen menos enriquecen a los que tienen más. Para la mayoría de la población parece normal pasar 95% del tiempo en papeleos y trotes de administración y apenas un 5% dialogando de su problema con el especialista. Sin embargo, esta asimetría es un reflejo indicando que algo no está funcionando correctamente en salud.

¡Y que hablar de la educación, motor de cambio y progreso en toda sociedad! Escuchar que incluso en la periferia de la elite, padres y apoderados piensan en cambiar a sus descendientes de colegios, no ya desde un liceo con número sino desde colegios antiguos de la elite como el Verbo Divino, San Ignacio y otros para los 5 o 6 colegios que hoy reúnen la flor y la nata de la elite capitalina, es signo que la segregación establecida en dictadura no hace más que ir en aumento.

Persistir en este modelo lleva a preguntarse para qué seguir manteniendo estructuras de educación superior si el país ya no tiene más futuro que una industria (?) de retail con ventas de productos importados dado que su economía central es de exportar materias primas (piedras, celulosa y algo de salmón, vino y frutas). ¿Para qué seguir formando ingenieros, si cada vez hay menos industrias y solo se necesita capital humano para vender y ocuparse de las cajas (cada vez menos si se proyectan las cajas automáticas)?.

Uno llega a preguntarse si mantener todas las universidades e instituciones de educación superior solo sirve para asegurar el lucro de los dueños de esas instituciones y mantener el CAE y el enriquecimiento de la banca privada. ¡Otra vez el famoso traspaso de los más pobres a los más ricos!

Los problemas de Chile no son distintos de los que tienen decenas de países que están ad portas del desarrollo de una sociedad más justa, más democrática más igualitaria. Es la vieja disputa entre la elite que defiende sus beneficios y el pueblo que aspira a una vida mejor. En el fondo de lo que se trata es de la redistribución del poder y nadie de la élite económica y política del país está dispuesto a ceder algunos privilegios para lograr un Chile más estable y justo, como le reconoció tiempo atrás la esposa del presidente Piñera al decir que había que ceder en algunos privilegios.

Lo esencial de esta decisión histórica es o mantenemos la constitución de los últimos 50 años que prioriza lo privado sobre lo público, el interés particular por sobre lo comunitario o un nuevo marco legal que coloque los derechos sociales, la defensa de la naturaleza, la igualdad de género y la inclusión social como eje. La nueva constitución no resuelve todos los problemas, pero es un rayado de la cancha donde empieza a escribirse una nueva época.

Es una oportunidad única, la primera en toda nuestra historia como nación, donde en plena democracia, sin bombardeos de palacios presidenciales, todas y todos podremos contribuir a dibujar un país con nuestros colores y nuestros anhelos. Sueños y esperanzas para un camino que tantas personas fueron construyendo con sacrificios, dolores y sonrisas. Por todas esas personas que dejaron sus vidas en esta lucha y por las/los habitantes del Chile del mañana no podemos fallar en esta hora de verdad. Ya no hay tiempo para ambigüedades ni para silencios. Todas y todos estamos invitados a construir nuestro país en paz, en libertad y en democracia.

¡Vamos por un Chile Digno!

Los comentarios están cerrados.