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Carlos Graña Sarmiento, periodista.- Con diferentes actividades el mundo rindió tributo a los hombres, mujeres y niños, que murieron tras explotar las dos bombas... 77 años  de Hiroshima y Nagasaki

Carlos Graña Sarmiento, periodista.-

Con diferentes actividades el mundo rindió tributo a los hombres, mujeres y niños, que murieron tras explotar las dos bombas nucleares, que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades de Hiroshima  y Nagasaki  con el pretexto de lograr   la capitulación de Japón. Las linternas de la paz fueron encendidas para recordar a las víctimas de esta destrucción masiva.

Nada logró justificar la acción criminal que se cometió contra la población civil, que se convirtió en un campo de experimentación , que puso en evidencia el poder destructivo de las armas nucleares. Japón estaba al borde de la rendición y no era necesario  este genocidio , que se cometió contra una Nación. La derrota de Japón era inminente . No obstante , el 5 de agosto de 1945 la base aérea de Tinián en el Pacífico recibió una orden del presidente estadounidense Harry S. Truman : “ Mañana procedan con arreglo a lo previsto ”. Nadie podía imaginar las consecuencias de esa escueta frase.

 La medida de lanzar las armas nucleares violó abiertamente los Tratados de Ginebra. Se atacó a una población civil e indefensa, que sintió en carne propia los efectos de la destrucción  nuclear.

Este hecho se puede denominar un crimen de lesa humanidad y una violación  a los derechos humanos, que está hoy es condenado por la comunidad mundial, y que se recuerda cada 6 y 9 de agosto. Fue la mayor masacre contra la humanidad.

El comandante del Enola Gay, Paul W. Tibetts, nunca se imaginó que aquel avión que pilotaba iba a cambiar de manera trascendental el curso de la historia. Cuando se abrieron las escotillas para liberar la bomba atómica, de nombre Little Boy [niño pequeño], la humanidad no sabía que se encontraba ante el inicio de una nueva época: la era atómica.1 Eran las 8:15 horas de la mañana de aquel 6 de agosto de 1945, justo en el momento en que cayó sobre la ciudad nipona de Hiroshima la primera bomba atómica.

Decenas de miles de seres humanos murieron en el acto, pagando con su sangre “el costo del parto de la historia”. En ese momento, y conforme al reporte proporcionado por los oficiales estadounidenses, ni siquiera sus mismos creadores tenían un puntual conocimiento del verdadero alcance de semejante invento, que volvería a ser arrojado, en esta ocasión sobre Nagasaki, tan sólo tres días después.

La bomba atómica desencadenó una sucesión de acontecimientos históricos que marcaron el devenir de aquellos días de agosto de 1945, entre ellos, el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de una nueva posguerra sobre la que, de inmediato, caería una larga sombra de dudas y sospechas sobre el futuro inmediato de la energía nuclear. Fue Estados Unidos, creadores del artefacto atómico, los primeros en percatarse de su propia fragilidad en el supuesto de que el secreto de su fabricación podía caer en manos de potencias enemigas, tal y como podía haber sido la Alemania de Hitler o, más adelante, la URSS de Stalin.

Por eso, y de las muchas lecturas que puede hacerse de aquella coyuntura histórica, una de ellas destaca sobremanera, a saber: la imperiosa necesidad de Estados Unidos y sus aliados cercanos, principalmente Gran Bretaña y Canadá, por establecer un férreo control informativo sobre la fabricación de aquel artefacto devastador y de asegurar, por encima de todo, el secreto atómico. Sin embargo, parece ser que la humanidad no aprendió la lección de Hiroshima y Nagasaki.

Este 77 aniversario Naciones Unidas señaló: » es totalmente inaceptable que los estados en posesión de armas nucleares admitan la posibilidad de una guerra nuclear. Y los líderes mundiales están gastando una gran cantidad de dinero en armas nucleares. Está ocurriendo una situación idéntica a la que hubo en la Guerra Fría».

Sostuvo Naciones Unidas a través de su secretario  general Antonio Guterres, que viajó hasta Japón para homenajear a las víctimas de las explosiones nucleares. También  ha alertado sobre un peligro de carrera armamentística y nuclear. Por increíble que sea ,esta arma destructiva quedó como una tentación para la posteridad. Acciones como Hiroshima y Nagasaki nunca deben repetirse.

Las armas nucleares son las armas más peligrosas que existen en la Tierra, con ellas se puede destruir toda una ciudad, asesinando potencialmente a millones de personas y poniendo en peligro el entorno natural y la vida de generaciones futuras, por sus catastróficos efectos a largo plazo. Los peligros que suponen tales armas provienen de su mera existencia.

 

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