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Karelia Cerda, Historiadora Feminista.-  La conmemoración del 8M tiene sus raíces en las luchas de la clase obrera, específicamente entre las mujeres socialistas organizadas... El Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras.

Karelia Cerda, Historiadora Feminista.- 

La conmemoración del 8M tiene sus raíces en las luchas de la clase obrera, específicamente entre las mujeres socialistas organizadas entre fines del siglo XIX e inicios del XX. Existen algunos importantes hitos que dan sentido a esta conmemoración y son comúnmente sindicados como su origen, como las grandes huelgas de trabajadoras textileras de Nueva York en 1857 y 1908, los incendios de las fábricas Cotton (1908) y Triangle Shirtwaist (1911), entre otros.

Sin embargo, lo que resulta importante de comprender es el contexto de dichos hitos y los procesos que generaron que las propias mujeres decidieran fijar una fecha conmemorativa de sus luchas.

La acumulación de capital y el desarrollo industrial en Norteamérica y Europa, tuvieron como telón de fondo la miseria material y el abuso de la clase obrera, expresado en largas jornadas laborales, bajos salarios, trabajo infantil y precarias condiciones de seguridad e higiene en los establecimientos, producto de la ausencia de políticas de protección social y leyes laboral.

A estas condiciones de vida y trabajo, el movimiento obrero hizo frente mediante huelgas y una activa vida sindical. Las mujeres fueron importantes actrices en las luchas por la emancipación de la clase trabajadora, como también artífices de sus propias demandas como sujetas doblemente explotadas, abogando por protección a la maternidad obrera y de la infancia, reducción de la jornada laboral y equiparación de los salarios con los hombres.

Las corrientes socialistas y anarquistas fueron fundamentales en la organización de la clase obrera, en torno a estas ideas surgieron coordinaciones internacionales para oponerse a la fuente de su opresión: el capitalismo. En ese marco se creó la Internacional de Mujeres Socialistas en 1907, bajo el diagnóstico de sus representantes de que no sólo el capitalismo atentaba contra su dignidad humana, sino también las irracionales injusticias en razón de su género; en esta organización destacaron lideresas como Clara Zetkin, Alexandra Kollontai y Rosa Luxemburgo.

En su 2da Conferencia en 1910, las socialistas acordaron conmemorar a nivel internacional el “Día de la Mujer Trabajadora”, para promover la igualdad de género y derechos fundamentales como el sufragio universal. Al año siguiente (1911), el Día de la Mujer Trabajadora sería una realidad en distintos países, llegando a cobrar tal importancia año tras año que en su conmemoración en Rusia en 1917 (23 de febrero del calendario juliano y 8 de marzo según nuestro calendario) significó la manifestación masiva de obreras en contra de la guerra y por la defensa de la vida, en la antesala de lo que luego fue la Revolución Bolchevique de octubre de dicho año.

Las obreras organizadas de Iquique: Teresa Flores, pionera del feminismo obrero.

Como vemos, el origen del 8M se produjo muy lejos de nuestro territorio y no tuvo ecos hasta varios años más tarde. Sin embargo, el desarrollo capitalista a nivel mundial significó también un impacto en Chile y en nuestra región, vinculado a la explotación del salitre y al fenómeno de la Cuestión Social. Tarapacá fue la cuna del movimiento obrero chileno, por tanto no es impensable que las trabajadoras comenzaran a organizarse en este contexto, es así que en mayo de 1890 se constata la creación de la primera organización llamada “Sociedad de Obreras de Iquique”, dando paso a más de una veintena de sociedades de este tipo en las primeras décadas del siglo XX, y perfilando liderazgos de mujeres como Teresa Flores, quien en 1912 fue la única mujer presente en la fundación del Partido Obrero Socialista y a quien lamentablemente sólo se le nombra por haber sido “la compañera de Luis Emilio Recabarren” (o, simplemente, no se le nombra).

Teresa Flores fue una activa oradora en mitines y veladas, participó en el grupo teatral “Arte y Revolución”, publicó en la prensa obrera y fue tan artífice como Recabarren de la visita ilustre de la librepensadora Belén de Sárraga a Iquique en 1913.

La visita de Sárraga sin duda marcó un importante hito para las mujeres tarapaqueñas, pero no podemos omitir que antes de sus conferencias en toda la provincia ya existía un incipiente movimiento de mujeres. Su importancia está en la radicalidad de sus discursos, que dio un nuevo impulso a la organización de las obreras tarapaqueñas, para luchar no sólo por mejores condiciones laborales sino también por la justicia de género. En el contexto de esta visita, fue Teresa Flores quien organizó el primer Centro Femenino Librepensador “Belén de Sárraga”, en donde se alimentó el pensamiento crítico, el socialismo y la emancipación de las mujeres; este centro sería emulado posteriormente en Negreiros y Lagunas Sur gracias a las arengas de las jóvenes Rebeca Barnes y Teresita Véliz, mientras visitaban distintas oficinas salitreras.

Las primeras tarapaqueñas organizadas no se reconocieron a sí mismas “feministas” como sí lo hacemos en la actualidad (la categoría de “feminismo obrero” la asignamos desde las Ciencias Sociales), pero estas primeras experiencias de participación configuraron el inicio de una trayectoria que todavía tiene mucho por andar. Ad portas de un nuevo 8M, creo importante rescatar el sentido de clase que dio origen a este día y comprender los procesos históricos en que surge la organización de las trabajadoras, reconociendo con ello a nuestras propias antepasadas como la iquiqueña Teresa Flores y pensando en las perspectivas de lucha contra dos sistemas de opresión que se encuentran más unidos que nunca: el patriarcado y el capitalismo.

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