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Constanza San Juan, Constituyente Distrito 4 de  Atacama. No es de extrañar que la Comisión que esté generando más ruido sea la número 5... Una ventana de oportunidad aún abierta

Constanza San Juan, Constituyente Distrito 4 de  Atacama.

No es de extrañar que la Comisión que esté generando más ruido sea la número 5 –sobre Medio Ambiente, Derechos de la Naturaleza, Bienes Naturales Comunes y Modelo Económico– y que sus integrantes ocuparan la portada del diario La Segunda este miércoles –con foto en blanco y negro tamaño carta tipo ¡se buscan! ¿Por qué? Porque ese precisamente es el ámbito donde hoy se juegan las transformaciones más profundas y la oportunidad de superar el modelo neoliberal, aquél sobre el cual se funda la profunda crisis social, política, económica y ambiental que afecta a nuestro país.

Los y las constituyentes que venimos de movimientos socioambientales lo sabemos desde hace ya bastante tiempo. Cansados de darnos contra la pared en conflictos ambientales que fueron agotando y contaminando los preciosos bienes naturales comunes del país, con desazón constatamos la complicidad de los poderes constituidos en la devastación social y ambiental de nuestros territorios, sacrificados bajo el discurso del desarrollo y la acumulación de unos pocos. Lejos de beneficiar a las comunidades, durante esos 30 años de consenso transicional se profundizó el modelo y se mantuvo el status quo. Luego de golpear puerta tras puerta nos dimos cuenta de que el problema es estructural, y eso es lo que nos tiene aquí, planteando maneras de sacudirnos de este modelo inhumano.

Hicimos nuestra campaña con propuestas claras y sinceras, basadas en mandatos construidos y consensuados en nuestros territorios: una transformación profunda del modelo injusto que impera en el país, que privilegia la explotación de bienes finitos y la precarización de la dignidad humana en función de maximizar las ganancias como si la naturaleza fuera a durar para siempre. ¡Y ganamos!

Estamos aquí para debatir todos los temas y no decoraremos nuestros discursos como si el problema fuera otro (nosotros o nuestra experiencia), y no la obscena propiedad y licencia para explotar sin límites todo lo que se ve y se toca: los salares, las montañas, el suelo, los bosques y, por sobre todas las cosas, el agua en todas sus formas, particularmente los glaciares, las últimas fuentes de agua dulce que van quedando en nuestro país.

Durante más de 50 años, la discusión de estos temas de fondo simplemente estuvo ausente del debate público. Por ello, nos alegramos de que hoy, el medioambiente, los derechos de la Naturaleza, y la propiedad y la gestión de bienes estratégicos para nuestro país ocupen los titulares y las portadas de los diarios.

Sin embargo, más que un debate de ideas, parece una verdadera campaña del terror, donde por los temas aprobados en general (que implica la posibilidad de incorporar ciertas materias y que tras su debate puedan quedar plasmadas en la nueva Constitución), se nos ha tildado de irresponsables, ignorantes, radicales, problemáticos, entre muchas otras descalificaciones.

Este tratamiento por parte de grandes voceros y de la prensa hegemónica, que van instalando una realidad, parece pasar por alto un hecho fundamental: el mundo vive una crisis climática y nuestro país está lejos de ser la excepción. Un panel de expertos de gran reputación a nivel mundial ha sostenido con fundamentos sólidos que el mundo en su conjunto se acerca a un punto de no retorno en materia climática, y que tenemos una estrecha “ventana de oportunidad”.

Lo que estamos discutiendo en esta Comisión es nada más y nada menos que los temas más a la vanguardia de cualquier debate sobre el futuro de la Tierra como la conocemos, y de nuestra especie, entendiendo que no podemos seguir poniéndonos por sobre la Naturaleza como si fuéramos sus amos y señores. Esa es precisamente la actitud que nos ha llevado al punto en el que estamos hoy, con costas contaminadas, lagos en situación de eutrofización, ciudades saturadas de material particulado, comunas rodeadas de relaves, regiones que solían ser de suelos ricos y productivos ahora en escasez hídrica, cerros sometidos a monocultivos forestales como si fueran verdaderas fábricas de madera, y las terriblemente llamadas “zonas de sacrificio”, donde la vida humana y los efectos negativos para la salud tanto de quienes están vivos como de los que están por nacer, aparece en los balances económicos como simples “externalidades”.

¿Qué tiene que suceder para que demos por fin un debate serio al respecto? El diagnóstico está claro, ya no hay lugar a dudas; tanto así que Bernardo Fontaine, miembro del colectivo Vamos por Chile y parte de la Comisión N° 5, declaró que gracias a las audiencias se había enterado de una realidad que no conocía, aludiendo a las zonas de sacrificio. Pero entonces, si el diagnóstico está claro y nadie puede negar ya la peligrosa crisis climática que nos acecha, ¿Qué hacer?

En primer lugar, hay que dar la discusión, sin que por el mero hecho de plantearla seamos tildados de ridículos o irresponsables. Lejos de silenciarla y sembrar terror, el debate debe ser extendido a las calles y a las personas de a pie. Y quizás el hecho de que seamos fieles a nuestro mandato es lo que causa sorpresa en esta etapa de la Convención, porque escapa a esta “tradición” de acuerdos hechos a espaldas del país que siempre han tendido a mantener las cosas tal y como están. Para los y las constituyentes como yo es necesario que quede muy claro quiénes de verdad quieren avanzar en un camino de transformaciones reales hacia un país que se haga realmente cargo del contexto, sin que los temas fundamentales se vuelvan a esconder bajo la alfombra. Serán los pueblos, las comunidades y las nuevas generaciones quienes al final del proceso ponderarán los hechos y las decisiones tomadas.

Luego, es preciso modificar la matriz productiva de nuestro país y cambiar los patrones de producción, consumo y acumulación. Entendemos que se trata de un proceso, que no es de la noche a la mañana (ningún proceso de transformación histórica lo es), pero debemos tomar decisiones hoy que apunten en esa dirección y no en el sentido contrario.

Tenemos esa “ventana de oportunidad” y nosotros, quienes ya hemos visto cerrarse tantas puertas, no permitiremos que esta ventana se cierre sin al menos plantear con valentía lo que se cierne sobre el país si no hacemos los cambios fundamentales que se requieren ahora.

Una respuesta a “Una ventana de oportunidad aún abierta”

  1. Ana María Martínez de Lizarrondo Zudeldía dice:

    Sigan adelante con la valentía que les caracteriza. Es el tiempo preciso. Abramos más la ventana, todas las ventanas.
    Chile saldrá ganando, ganaremos todos/as.
    Ganaremos los sencillos, ganaremos!!