Edición Cero

Dentro de su prolífero trabajo, Juan Podestá Arzubiaga, escribió en 1988 un singular libro: «Te odio y te quiero. Las dudas del Sujeto popular»,... «Te odio y te quiero», el libro en el que Juan Podestá Arzubiaga desmenuzó las letras de valses y boleros

Dentro de su prolífero trabajo, Juan Podestá Arzubiaga, escribió en 1988 un singular libro: «Te odio y te quiero. Las dudas del Sujeto popular», donde analiza el cancionero popular, a partir de una recopilación de letras de valses y boleros, de esos que son «para cortarse las venas». La presentación la hizo su colega y amigo, Bernardo Guerrero.

Lo espero en Thompson con Amunátegui

(A modo de presentación)

El bolero y el vals –con todas sus variantes- es parte ya del paisaje urbano del puerto. Anclado en los barrios populares digamos en la población “Jorge Inostroza”, en la “Rubén Godoy” o en el Terminal Agropecuario en la vieja y artesanal radio, donde “Chin Chin” Cortés informa de lo barato que está la harina o el azúcar, o que llama a la descuidada madre que se le perdió su hija.

En el centro, parece estar su altar mayor. Exactamente, en Thompson con Amunátegui, saliendo de una vieja “chancha” o de un moderno equipo de cassette la voz de un bolerista, de un Julio Jaramillo, o de la voz atormentada de Lucho barrios con su “me engañas mujer, con el mejor de mis amigos que fue…”.

Son canciones populares que encierran muchas vidas, muchos amores y demasiados pesares, y también alegrías. Detrás de esas canciones un pueblo entero se moviliza: son las canciones de los marginados de siempre. Letras y música que escandalizan a muchos y qué a otros, quizás, le convocan en los labios una risa sarcástica, como diciendo “que picantes son no?”.

Pero, es necesario ir detrás de las canciones, seguirle la pista al ritmo y al sentimiento, para de ese modo poder dar con el que está detrás. Juan Podestá ha intentado –y lo consigue- dar con lo que subyace. El le llama el “sujeto popular” usted puede llamarlo el pueblo, o si quiere, el albañil Pérez, o el gásfiter Alvarez, el vendedor ambulante, o el cesante que siente que esas canciones son sus canciones. Y que a través de ella se expresa, quizás de un modo no consciente, pero al fin y al cabo, lo hace.

Hay que entender estas canciones como un fenómeno social, por lo cual un segmento importante de la población regional se manifiesta. Un fenómeno social que precisa ser aprehendido en su totalidad y complejidad. La tarea es ardua, pero es necesaria y atractiva. A través de estas canciones podemos conocer algo del llamado sujeto popular.

Por mucho tiempo, hemos creído que al pueblo se le conoce a través de las consignas que nosotros mismos hemos inventado, o que hemos deducido de un manual. Así hemos bloqueado la capacidad de conocer al creer que “el pueblo nunca se equivoca”. O hemos creído conocer  al pueblo aplicando una encuesta que nos habla de su pobreza material. Es decir, hemos reducido el conocimiento del sujeto popular, a una sumatoria de cifras estadísticas, a un edificio de porcentajes, gráficos y nada más.

El estudio del Cancionero Popular, como ya lo hemos dicho nos entrega pistas interesantes sobre el comportamiento del sujeto popular. Y este estudio hay que necesariamente insertarlo dentro de la temática de la identidad cultural regional, del que por definición es un tema ya complejo.

Acostumbrados a creer que los aymaras, los pampinos y los pescadores artesanales son  los grandes ejes de nuestra identidad cultural, hemos ido dejando de lado, a un nuevo grupo social en ascenso que ya no se define por su ubicación en el proceso productivo ni por habitar una ecología como la de los grupos ya identificados. Los pobladores, actores sociales básicos, del paisaje urbano, y del cual pampinos, aymaras migrantes y pescadores lo integran merecen ser estudiados en profundidad. Esto no debe ser entendido como un mero capricho académico, sino que también por una urgencia política: conocer a quienes teóricamente son los beneficiarios de nuestras propuestas económicas, sociales, políticas y culturales.

Para el Centro de Investigación de la Realidad del Norte –CREAR- la publicación del trabajo del sociólogo Juan Podestá, se inscribe dentro de la óptica más arriba señalada. El mar, la pampa y la cordillera de los Andes, al igual que el bolero o el vals del alma regional, y como tal merecen ser vistos como productos “nortinizados”.

La mejor constatación de lo anterior, requiere el silbar con andar cancino y melancólico, mejor aún con las manos en los bolsillos, sin prejuicios y con algunas monedas para la cerveza, por los múltiples templos de la cultura popular, una moneda para la “chancha” y a esperar que de ella, salga la voz de un Carlos Avalos interpretándonos con su voz suave su protesta contra la intrusa de cada día que evita la comunión de amor: “Apaga la tele, y vente conmigo…”. Lo demás lo pone usted.

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