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Benditas víctimas que bajaron desde la pampa llenas de fe y a su llegada lo que escucharon voz de metralla fue» Canto a la pampa,... A 114 años de la Masacre obrera Escuela Santa María

Benditas víctimas que bajaron desde la pampa llenas de fe y a su llegada lo que escucharon voz de metralla fue» Canto a la pampa, Francisco Pesoa Véliz. 

 

Esmeralda Contreras Frigoli, Presidenta CUT Iquique.-

Los sucesos que culminaron en la trágica masacre de la Escuela Santa María de Iquique, el 21 de diciembre de 1907, constituyeron uno de los hitos más emblemáticos del movimiento obrero chileno. La mediación del gobierno durante la huelga, su masividad y su fatal desenlace le dieron una especial connotación al conflicto, además de afectar profundamente la actividad salitrera y de provocar un fuerte impacto en la época.

Aunque el movimiento obrero ya se había visto afectado por otros conflictos que culminaron en sangrientos incidentes como la huelga portuaria de Valparaíso en 1903 y la huelga de la carne en 1905, la singularidad que revistieron los hechos de 1907 le otorgó una relevancia que no tiene equivalencia. Este suceso se convirtió en un símbolo de la lucha social y del martirio que caracterizó a la historia popular del siglo XX.

Pese a que desde principios de 1907, Iquique se encontraba convulsionado por una serie de conflictos debido a la fuerte devaluación del peso y la consiguiente alza de precios, la huelga salitrera propiamente tal, estalló el 10 de diciembre en la oficina San Lorenzo, extendiéndose rápidamente a todo el cantón de San Antonio. Cinco días después, una columna de más de 2.000 obreros caminó a Iquique en demanda de mejoras salariales y laborales bajo la firme decisión de permanecer allí hasta que las compañías salitreras dieran respuesta a sus peticiones.

Con el correr de los días la situación se agravó. Mientras que numerosos gremios de Iquique se sumaron al movimiento huelguístico, todos los cantones salitreros se plegaron al paro y, periódicamente, nuevos contingentes de mineros llegaban a la ciudad. Según estimaciones de la época, las cifras de huelguistas oscilaban entre 15 mil a 23 mil personas, lo que implicó que tanto las actividades del puerto, como la producción minera de toda la región, quedaran paralizadas por completo.

El rechazo de las compañías a negociar mientras no se reanudaran las labores, hizo que la intervención estatal fuera confrontacional. El ministro del interior Rafael Sotomayor ordenó restringir las libertades de reunión e impedir por cualquier medio el arribo de nuevos huelguistas a Iquique y el Intendente Carlos Eastman decretó restricciones a la libertad de tránsito y ordenó a los huelguistas a abandonar la ciudad el 21 de diciembre amenazando con aplicar la fuerza si era necesario. Para entonces, el puerto ya se hallaba resguardado por una numerosa tropa de línea y tres buques de guerra.

Ante la negativa de los huelguistas a desalojar la Escuela Santa María, en dónde permanecían desde hacía una semana, el 21 de diciembre el general Roberto Silva Renard ordenó a sus tropas hacer fuego en contra de la multitud. Según testigos, más de 2.000 cadáveres quedaron tendidos en la Plaza Montt y entre 200 y 400 heridos fueron trasladados a hospitales, de los cuales más de 90 murieron esa misma noche. Los sobrevivientes fueron enviados de regreso a las oficinas o embarcados a Valparaíso.

Nuestros problemas, necesidades y demandas no nacieron precisamente con Santa María de Iquique. Son producto de la intromisión del capital y su voracidad. Vienen con la revolución industrial, cómo es ahora la automatización del trabajo. Debemos seguir escudriñando en la historia para lograr algún día poder determinar porqué, siendo tan clara la mano que jugaba el adversario de clases, nuestras fuerzas no tuvieron la capacidad de buscar un camino que uniera todas las visiones de liberación y construcción de una nueva sociedad. Siendo la fuerza más importante, pues es de las manos de las y los trabajadores de dónde salen mercaderías y se realizan servicios, hemos puesto en manos de movimientos y partidos la construcción y la dirección del movimiento de las y los trabajadores.

El resultado han sido alineaciones con propuestas determinadas por otros, no por los propios trabajadores, propuestas que se minimizan e incluso renuncian dependiendo de las correlaciones de fuerzas, abandonando muchas veces demandas concretas y claras porque el momento político lo demanda. No se trata de que los trabajadores y trabajadoras no puedan participar en la política partidista, de lo que se trata es que la primera obligación de las y los trabajadores es determinar sus propias políticas y trabajar en la concreción de las mismas. Para lo anterior es vital establecer un único elemento irrenunciable en nuestra lucha. Somos parte de la clase trabajadora, no deseamos que sea el capital el que siga determinando los destinos del mundo, aspiramos a la construcción de una sociedad digna y justa en dónde todos los ciudadanos tengamos los mismos deberes y derechos.

Este 19 de diciembre  compañeras y compañeros hemos dado un paso importante en la lucha por un mejor Chile, y nos tranquiliza saber que le ganamos al fascismo liberando al pueblo de un yugo aún más opresor! Del peligro inminente a  la libertad sindical y la democracia. Saludamos enérgicamente a todas y a todos quienes, de una u otra manera, lo hicieron posible, pero de igual modo informamos  que esta central exigirá el cumplimiento a las promesas en materias laborales especialmente, por lo que queremos dejar muy en claro   que no estamos subyugados o más bien entregados ciegamente al actuar del nuevo gobierno, por el contrario, estaremos atentos y vigilantes.

Es por esto que desde la Santa María de Iquique, lugar en el cual, se escribió con sangre obrera la historia , lugar en el que el poder actuó con saña y desprecio hacia los que nada tienen y lo seguirá haciendo cada vez que vea en peligro sus privilegios.

Desde este lugar histórico, cuna del sindicalismo y del movimiento obrero exigimos, fuerte y claro, las mismas demandas de nuestros antepasados pampinos y pampinas y que fueron callados con metrallas tal como quisieron callarnos a perdigones para el estallido social,  exigimos: trabajo decente, mejores sueldos para vivir y no solo sobrevivir, pensiones dignas para todas y todos los trabajadores! Autonomía sindical con derecho real a la negociación colectiva, negociación ramal  y derecho efectivo a  huelga de la mano de un nuevo código del trabajo que garantice relaciones laborales justas, en igualdad de condiciones y con las mismas oportunidades para todas y todos los trabajadores públicos y   privados.

De allí que el canto final de la cantata Santa María debe ser una luz que guíe siempre nuestro camino:

«Quizás mañana o pasado, o bien en un tiempo más, la historia que han escuchado de nuevo sucederá. Es Chile un país tan largo, mil cosas pueden pasar si es que no nos preparamos resueltos para luchar, tenemos razones puras, tenemos porque pelear, tenemos las manos duras, tenemos con qué ganar. Unámonos como hermanos que nadie nos vencerá, si quieren esclavizarnos, jamás lo podrán lograr. La tierra será de todos y habrá también libertad. Luchamos por los derechos que todos deben tener, luchamos por lo que es nuestro, de nadie más ha de ser»

Vivan los trabajadores!

Viva el pueblo!

Vivan los que luchan compañeras y compañeros!

Muchas gracias.

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