Encuestas a gusto del cliente
Opinión y Comentarios 9 noviembre, 2021 Edición Cero
Pedro Oróstica Codoceo.-
Es difícil encontrar encuestas imparciales, casi todas obedecen a intereses partidistas o comerciales. Frente a esto, no tiene mayor relevancia la justificación técnica con que las fabrican. Lo que interesa en el fondo a sus elaboradores y difusores, es colocar información que determinen tendencias o movimientos, manipulando la opinión pública.
Lo que les importa es hacer creer tales o cuales características o resultados, sean de un candidato o de un producto; que vienen a ser casi lo mismo. De ahí el objetivo final de establecer posicionamiento, es decir: instalar en la mente de las personas el producto para inducirlas al voto o a la adquisición mercantil..
De ahí, que una encuesta al decir de los expertos, “tiene efectos de marketing y el marketing es una de las principales y más efectivas herramienta de orientación o desorientación pública, una suerte de canto de sirena que pervierte la democracia.” De ahí la inconveniencia de creerlas o aceptarlas a ojos cerrados,
Por cuanto lo más decente, en el caso de pretender entregar información fidedigna al público, en relación a elecciones presidenciales – por ejemplo – es “alentar debates entre los candidatos y que cada persona saque sus propias conclusiones.” Es lo más respetuoso. Pero es un hecho, que en muchos casos – como sabemos – el fin justifica los medios.
Es por consiguiente que los ciudadanos, a la hora de definir sus preferencias, lo ideal es que cada cual obtenga las suyas propias escuchando debates y no puramente aceptarlas sin mayor análisis. Éstas, como se ha señalado, no aportan a mejorar el nivel democrático de un país. Lo que si importa es saber cuales son los mejores candidatos valorados por uno mismo. Pero, ¿tenemos la cultura necesaria y suficiente?
Históricamente podemos definirnos como personas influenciables. Y siempre manejadas por los inefables titiriteros que a la hora de elecciones (cada cuatro años) presentan encuestas cuyo objetivo es la manipulación del voto de los ciudadanos, de acuerdo a intereses ocultos o desembozados.
Por cuanto y consecuente con la democracia, no hay nada mejor que discernirlas, y que cada cual escoja a conciencia por quien defina como el mejor candidato o candidata. Si es que sufraga. Pero lo que si es un hecho, de acuerdo a Thoreau que “las matemáticas no mienten, lo que hay son muchos matemáticos mentirosos.”
La verdad se esconde minuciosamente. Y como dijo Abraham Lincoln, “puedes engañar a todo el mundo algún tiempo, puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
Nos encontramos el próximo 21 de noviembre con la papeleta en mano.