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Hace ya una semana, que Iquique y el mundo de las artes y las letras, despidió al insigne poeta iquiqueño, Alberto carrizo Olivares, sin... Revisa el mensaje de despedida al poeta Alberto Carrizo, pronunciado por la Presidenta de la SECH-Iquique

Hace ya una semana, que Iquique y el mundo de las artes y las letras, despidió al insigne poeta iquiqueño, Alberto carrizo Olivares, sin embargo, su presencia y su legado, sigue tan presente… o más, ahora que alcanzó la dimensión de la eternidad.

Es por ello que hemos recopilado el mensaje de despedida que pronunció la Presidenta de la Sociedad de Escritores de Chile, SECH, filial Iquique  Carolina González Velásquez, donde lo recuerda como amigo y como creador.

Antes recordamos que Alberto Carrizo nos dejó el pasado 29 de septiembre. El destacado poeta iquiqueño provenía del histórico barrio del barrio El Morro. Fue un hombre sencillo y prolífero creador de poemas y otros escritos. Había nacido 17 de febrero de 1935.

Carta de despedida a Alberto Carrizo Olivares

Alberto, conociéndote como te conocí, se que esperas un discurso formal de esta “presidenta de la filial” Iquique de tu amada SECH, esa que tu fundaste, pero conociéndome como me conociste, sabes que esta mujer, muchas veces excéntrica, siempre te habló desde su simple corazón, de frente, con franqueza y hasta con malas palabras. Entonces, Alberto, tratando de cumplir con tus expectativas sin dejar de ser yo misma, escribo para ti estas palabras, que no son de despedida, son de un hasta pronto cargado de gratitud. Y si, Alberto, no voy a numerar todos tus maravillosos logros de tu vida o a repasar ese magnífico currículum que construiste, todo el mundo puede hablar de ello, yo hoy me voy a referir ti, como al amigo, con las palabras más apropiadas que pueda, porque en la premura que trae este trámite que es la muerte, me sorprendiste y tú, el señor de las palabras, me despojaste de ellas, en este momento soy pura emoción.

Siempre tuvimos claro que este día podía llegar, lo hablamos muchas veces, algunas hasta en broma y haciendo apuestas de quién y por qué lo haría primero, supongo que como todo el mundo que sabe que la vida, al final, es un ciclo. Pero una cosa quizás sea saberlo y otra muy distinta vivirlo. Jamás pensé que se iba a quedar tan grabado el día que nos dejaste, pero ¡qué te voy a contar! si sé que desde ahí arriba lo ves todo, hoy te despojas de tu construcción humana, más tu espíritu se eleva para compartirse en el infinito, donde tus versos flotaran eternamente, desde allá, vuelto polvo estelar, te compartirás, te hallaremos hasta en el aire que respiramos y mientras en nuestro corazón se quede una sola vocal de tu nombre, vivirás para siempre, porque tu alma, tu espíritu, querido amigo, poeta, será inmortal

La vida ha cesado en este cuerpo, este cuerpo no es quien eras, no es a quien recordamos, este cuerpo ya no nos escucha, ni nos escuchará… Entonces, con la conciencia que siento la presencia de otra vida separada del cuerpo, acepto que son tus palabras, tus acciones generosas, cada corrección, cada consejo, esa influencia que ejercías en mi y en los otros, la que no se detendrán jamás. Ahora, creo que más que muerte es el nacimiento a un nuevo mundo.

Nos conocimos bien, en la paz y en la guerra y a pesar de algunas escaramuzas fallidas, al final, estuvimos en paz con nuestra dispar amistad, la de este señor correcto, educado y hasta galante, con esta mujer variopinta, deslenguada que te hacía reír con disparatados resúmenes de tus magistrales conversaciones.

Si, tuve el honor de poderte llamar AMIGO y que me llamaras tu amiga.

Cuantos muros construías para los extraños y sin embargo con los amigos eras un extenso prado fresco donde aprender, donde atónitos, escuchábamos al maestro cual escuela peripatética recorriendo las calles de nuestro Iquique, tus historias, anécdotas y poemas. Tantos, como yo, a la sombra de tu enorme vocación de profesor, aprendimos a ver la vida desde una palabra nueva, desde una puntuación distinta, desde una seguidilla de puntos suspensivos que sostenían la promesa de otro encuentro.

No permitías a cualquier conocer el corazón que tenías, ese de “un rojo amanecer”, te agradezco haber sido parte de esos elegidos.

Recuerdo que, en algún lugar de Oriente (¿por qué será que los sabios siempre “son del oriente”?), cuando fallece un niño, lloran. Pero cuando muere un anciano, hacen una fiesta… Celebraré siempre la que fue tu vida, en especial esa parte en que la compartimos entre hojas blancas y tinta.

Paz en el corazón, luz en el entendimiento y en el consuelo.

Carolina González Velásquez, Presidenta SECH Filial Iquique

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