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Severas críticas Al Partido Socialista actual, formuló el colectivo Por Cambios de Verdad, integrado mayoritariamente por ex socialistas, quienes acusas que la colectividad hoy,... Colectivo por Cambios de Verdad: «El partido Socialista de hoy en un partido que dejó de ser socialista»

Severas críticas Al Partido Socialista actual, formuló el colectivo Por Cambios de Verdad, integrado mayoritariamente por ex socialistas, quienes acusas que la colectividad hoy, «es un partido que dejó de ser socialista». Así lo establecen en una declaración pública.

«En el texto señalan que: «l acordar administrar con la derecha este orden capitalista, el Partido Socialista no sólo dejó de ser un partido de izquierda o de centro- izquierda, sino simplemente, en los hechos reales importantes, un partido de centro-derecha. Por una fidelidad casi religiosa que no entendemos, muchos de sus militantes que adhieren firmemente a los ideales que le dieron nacimiento y que siguen creyendo honestamente en sus principios originarios y en el legado moral y político de sus fundadores, del Presidente Salvador Allende, los hermanos Palestro y los miles de mártires que han sido asesinados por sostener y luchar por esos ideales, siguen allí con la esperanza que el partido re-tome su línea fundacional. Los hechos han demostrado una y otra vez que eso es una ilusión».

DECLARACIÓN COMPLETA

El Partido Socialista, teóricamente, tiene una sola base de sustentación: la lucha de sus militantes por producir en Chile un cambio estructural –vale decir, revolucionario- en lo político, en lo económico y en lo social. Por lo tanto, el Partido Socialista tiene como objetivo superar la actual sociedad capitalista y remplazarla por una de carácter socialista. Ese objetivo constituyó en el pasado la misión histórica y la lucha diaria del Partido en la política nacional, una lucha repleta de sacrificios y mártires desde  sus inicios en 1933 hasta 1973. Incluso después de ese año, desde las cárceles, la clandestinidad y el exilio. Por mediados de 1980, el partido cambió y dejó de ser el mismo. Su carácter de izquierda y revolucionario se transformó. Se volvió, primero, en un partido de centro; por lo tanto, fue más proclive a los entendimientos con la derecha conservadora y la centro-derecha que con la Izquierda.

Después, con los años, se transformó en un eficaz agente y sostenedor del sistema político y económico heredado de la dictadura, el capitalismo neoliberal, importado a Chile desde el imperio norteamericano e impuesto en nuestra patria a sangre y fuego y bajo una brutal dictadura de derecha.

Al acordar administrar con la derecha este orden capitalista, el Partido Socialista no sólo dejó de ser un partido de izquierda o de centro- izquierda, sino simplemente, en los hechos reales importantes, un partido de centro-derecha. Por una fidelidad casi religiosa que no entendemos, muchos de sus militantes que adhieren firmemente a los ideales que le dieron nacimiento y que siguen creyendo honestamente en sus principios originarios y en el legado moral y político de sus fundadores, del Presidente Salvador Allende, los hermanos Palestro y los miles de mártires que han sido asesinados por sostener y luchar por esos ideales, siguen allí con la esperanza que el partido re-tome su línea fundacional. Los hechos han demostrado una y otra vez que eso es una ilusión.

Uno de sus principales caudillos, Camilo Escalona, ha dicho con toda claridad lo que es el Partido Socialista de hoy. Como si eso fuera poco, incluso, lo ha hecho a través de la primera prensa de la derecha nacional, “El Mercurio”. El sábado 29 de mayo, “El Mercurio” publicó una extensa entrevista a Camilo Escalona. En ella, para beneplácito de la derecha nacional y el partido Demócrata- cristiano, Escalona repitió lo sustancial de su intervención hecha ante el Comité Central del partido el martes 18 de mayo, inmediatamente después de su fracaso electoral y de toda la ex – Concertación, dos días antes, fracaso que puso de manifiesto el rechazo del pueblo a las secretas alianzas de la clase política profesional de Chile entre la derecha y la ex – Concertación; por ende, el Partido Socialista de hoy es parte de esos conciliábulos, y forma, además, un eje político con el partido Demócrata – cristiano, un partido que jamás ha sido “revolucionario”, como a veces los mismos demócrata-cristianos se autodefinen. Como sabemos, llegado el momento en que la situación política se agudiza, o mejor dicho en buen chileno, “cuando las papas queman,” este partido siempre se ha ido con la derecha.

Los hechos lo han demostrado reiteradamente, como en las elecciones presidenciales de 1964, y 1970, y cuando poco después del triunfo del gobierno socialista de Salvador Allende formó con la derecha una alianza política que llamaron “Frente Democrático,” que culminó en septiembre de 1973, cuando juntos, unidos a las traidoras bayonetas de los militares fascistas y con el apoyo político y material del imperio norteamericano, asestaron el más duro golpe que la democracia chilena ha sufrido en toda su historia. Esos son los hechos. No opiniones.

En la entrevista a “El Mercurio,” Escalona, primero, distorsiona las causas que dieron origen,  formación y fisonomía ideológica al Partido Socialista. Primero, ningunea descaradamente su sello fundamental, la lucha nacional y continental contra el sistema capitalista y el imperialismo norteamericano; vale decir, en la práctica el partido siempre fue en el pasado un activo combatiente por el socialismo y la independencia económica. Esa lucha, como el Partido Socialista lo declaró explícitamente en su acta de fundación, que además rubricó gráficamente en su emblema, tiene que ser, necesariamente, latino-americana continental. Segundo, Escalona defendió apasionadamente la alianza con el partido Demócrata-cristiano. Lo importante en todo esto, es que esta alianza ni siquiera es una sociedad de igual a igual, sino un indesmentible seguidismo y dependencia.

En suma, Escalona traiciona el basamento fundacional del partido, su condición de partido de clase, de la clase trabajadora; por lo tanto, antes que nada, debe programar todas las estrategias necesarias hasta lograr la unidad de los partidos y organizaciones que representen genuinamente los intereses de aquella clase. Esa unidad política es el único garante posible de alcanzar su objetivo: una sociedad nueva, socialista y verdaderamente democrática. Escalona y la dirección actual del partido socialista actual no están por la unidad con los demás partidos que son afines a este principio. En la entrevista, lanzó todos sus dardos contra el mayor de los partidos obreros, después del socialista, el Partido Comunista, olvidándose del imperialismo y del carácter reaccionario de su mayor cómplice, la derecha nacional.

Así habló Escalona, porque la dirección del partido está comprometida hasta los tuétanos en pactos abiertos y secretos con la derecha, mientras sigue dócilmente los designios demócrata-cristianos. Por el contrario, los socialistas de verdad sí están por la unidad con el Partido Comunista y con toda la Izquierda. La unidad socialista-comunista fue el centro de la acción política del Presidente Salvador Allende. Esa fue la unidad que permitió el triunfo del Gobierno nacional y popular que él presidió hasta su muerte. Entendemos que sólo sobre los cimientos de esa unidad se podrá encausar l gran movimiento social y popular surgido el 18 de octubre de 2019. Por el contrario, Escalona, así como toda la dirección del partido, está por impedir que la lucha del pueblo chileno signifique la derrota del capitalismo neo- liberal existente y que tengamos una nueva, verdadera, democrática y legítima constitución política. El relato histórico que hace Escalona sobre la historia del Partido Socialista, pretende establecer que éste nació como una organización que surgió –palabras textuales- “en pugna” con el Partido Comunista. No es así, había diferencias con el Partido Comunista, Pero, en lo básico, ambos partidos siempre estuvieron por la defensa de la clase trabajadora y por echar las bases en Chile de una sociedad socialista.

El sentido de sus palabras no es otro que afianzar el entendimiento con la derecha y la centro-derecha. No estamos inventando nada. Lo que afirmamos lo prueba, como guinda de la torta, el llamado de la candidata presidencial del partido Paula Narváez a apoyar la candidatura a la gobernación de Santiago del demócrata-cristiano Claudio Orrego, contra la candidata de izquierda del Frente Amplio Karina Oliva.

Con sus ataques al Partido Comunista, exactamente los mismos que haría la derecha, el propósito de Escalona y de la dirección actual del partido es generar condiciones subjetivas anticomunistas en la militancia, para evitar a toda costa que el Partido Socialista retome su continuidad histórica, cuya base es la unidad con el partido comunista y con todos los partidos de izquierda del país, sin excepción, en una lucha contra el sistema capitalista hasta cambiarlo de raíz; una lucha contra la injusticia, el saqueo y explotación de los monopolios nacionales e internacionales sobre nuestro país. Para que esa lucha se agigante, prospere y triunfe será necesario formar un gran frente por el socialismo, tal como fue el Frente del Pueblo en 1952, el Frente de Acción Popular de 1958 y 1964, y la Unidad Popular de 1970, a cuya cabeza estuvo, en todas estas coaliciones de izquierda, el primer militante del Partido, Salvador Allende Gossens.

En atención a los hechos, y en la defensa de los principios estratégicos básicos del Partido Socialista, es que nos vemos, como ex – militantes activos del Partido, en la obligación de decir con toda claridad que su actual dirección ha distorsionado su esencia y misión política. Se ha sumado al objetivo de la derecha y del partido-Demócrata cristiano de sólo maquillar el actual sistema neoliberal y no eliminarlo. En resumen, el discurso de Escalona no es otra cosa que la defensa del sistema imperante en nuestra patria desde los Inicios de la dictadura que derribó al gobierno socialista de Salvador Allende.

El mayor propósito de la dirección del actual Partido Socialista es asegurar a como dé lugar la mantención de su alianza con el partido Demócrata-cristiano, cual es la base política de toda la acción que hoy despliega en el plano nacional. Sobre esto, cabe una importante observación. No negamos que los pactos pueden tener lugar entre los partidos políticos. Así es la política.
Pero hay pactos y pactos. Los pactos de un partido de izquierda con otro que no lo es, siempre que sea necesario sólo pueden ser tácticos, transitorios, y sobre objetivos que no son básicos. El pacto del partido socialista con la Democracia-cristiana no es táctico, es estratégico.

Dicho con más claridad, es una alianza que pretende ser de largo alcance en cuanto objetivos. Es un eje que revela un objetivo final común. Los hechos han demostrado de manera concreta que ese objetivo no es otra cosa que mantener el sistema capitalista en Chile. Así de simple.

Desde finales de los años 70, los años 80 y con menos intensidad a comienzos de los noventa, y en el marco de trascendentales cambios políticos internacionales, se vivió una intensa lucha ideológica al interior del Partido Socialista de Chile. Básicamente, de una parte, estaban quienes sostenían que había que mantener los históricos y fundacionales lineamientos y principios suscritos en la Declaración del año 1933, que definían el carácter, la función, naturaleza y fisonomía ideológica del Partido. De otra, aquellos que estaban por cambiar esos lineamientos para transformarlo en una organización reformista, ajena a su carácter inicial. Triunfaron éstos. Aceptaron todas las condiciones que puso la derecha, y entre muchas, la primera de ellas fue la mantención de la constitución política de la dictadura, todavía vigente. En síntesis, se rompió la continuidad histórica del Partido Socialista, y se creó prácticamente, un partido nuevo, distinto al original.

Ese “nuevo” partido socialista es el que representa su actual dirección, con personajes tan conspicuos contrarios a su línea original como Escalona, Núñez, Viera Gallo, Insulza, Correa, y para vergüenza nacional,
la hija del Presidente Allende y la hija del militar y mártir constitucionalista Alberto Bachelet, etc., etc.

El mayor representante del nuevo partido socialista es, sin duda, Escalona, el mismo que hace sólo unos años, acusaba “de estar fumando opio” a quienes planteábamos la necesidad de cambiar la constitución de Pinochet y de Jaime Guzmán, y en su lugar luchar hasta que toda la clase política nacional se viera obligada a convocar a una Asamblea Constituyente, que levantara una constitución política nueva, democrática, popular y anti-neoliberal.

Hoy es urgente que los socialistas que sean de verdad, se unan al conjunto de los Constituyentes que han sido elegidos y que están por terminar con el neoliberalismo, por nacionalizar y rescatar para nuestro pueblo sus recursos naturales, el agua, el litio, ampliar la presencia del Estado en la minería del cobre, lograr que se asegure que los medios de comunicación sean realmente independientes  terminar con el monopolio de sus dueños, las grandes empresas nacionales y extranjeras. Asimismo, terminar con el humillante negocio de la Salud, y que el Estado asegure salud para todos, terminando sí con la ISAPRES, y acabar para siempre con el negociado de las AFP; así como también, defender la soberanía nacional, y dejar plasmada en una Nueva Constitución, una educación de calidad, sin lucro y para todos por igual en todo el sistema educacional chileno.

Un partido socialista verdadero, estaría hoy en la izquierda. Bregaría por levantar un Programa Mínimo inmediato realmente popular y democrático, lo que no ha hecho ni hace. Volver a la identidad histórica del socialismo chileno, significa unir a toda la izquierda, que conforman hoy el partido Comunista, al Frente Amplio, la Lista del Pueblo, los Independientes de izquierda, y todos los chilenos y agrupaciones anti-modelo neoliberal. Sólo esa unidad terminaría con la corrupción en las FFAA y Carabineros, y Chile tendría un gobierno en el que nuestras instituciones armadas estarán al servicio del país y la defensa de la soberanía nacional, y no de los intereses de una minoría plutocrática y del imperialismo dentro de nuestras fronteras.

Ese gobierno administraría el país bajo la égida de una nueva constitución política, en la que estará establecido que sólo el pueblo es el soberano y es a quien corresponde cautelar el democrático funcionamiento del país y sus instituciones. Ese gobierno también defendería y cautelaría los derechos ancestrales de nuestras etnias originarias y daría por fin una solución al grave conflicto que tiene el Estado con el pueblo mapuche.

Luego de conseguir la unidad de la izquierda, un Partido Socialista de verdad levantaría un candidato común de todos los que se comprometen por terminar con el modelo capitalista neo-liberal, teniendo como marco, un auténtico Programa Nacional, Popular, anti-neoliberal y anti-imperialista, que emerja en estrecha comunicación y consulta con el pueblo y el movimiento social.

Hoy el Partido socialista ha sido usurpado por el oportunismo y el entreguismo a la derecha y centro-derecha. En los hechos, está por preservar el sistema capitalista vigente, que hoy funciona en su categoría más perversa, el neo-liberalismo.

Ningún socialista de verdad puede avalar esta infamante situación y debe unirse a las organizaciones que más se acercan al ideario fundacional del Partido Socialista de Chile.

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