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Víctor Guerrero Cossio. Dr. en sociología, Académico UNAP. En los últimos veinte años la ciudad de Iquique ha cambiado de manera evidente y eso... El Nuevo Iquique, en estallido y pandemia.

Víctor Guerrero Cossio. Dr. en sociología, Académico UNAP.

En los últimos veinte años la ciudad de Iquique ha cambiado de manera evidente y eso se expresa    en múltiples sentidos, resaltando la mayor y más variada población; la ampliación hacia el extremo sur del espacio urbano; la multiplicación de edificios de gran altura; la presencia de diversidades culturales.

Se respiran otros aires, se observan otros rostros, se degustan nuevas comidas: Son los aspectos claros y luminosos de la modernización comunal que hoy nos toca vivir.

Sin embargo, en este brillo comunal no todo es oro, existiendo espacios que han cambiado menos y otros han empeorado. Son los habitantes excluidos y como se dice hoy, superfluos o seres sobrantes del capitalismo del Siglo XXI. Habitan en los campamentos de la periferia, se hacinan en viviendas antiguas del centro de la ciudad, desempeñan empleos de baja calidad y carecen de previsión social. Sufren xenofobia y clasismo.

Estos son los aspectos oscuros, hoy agravados en pandemia y estallido social, del siempre naciente nuevo Iquique.

Pero la Tierra de Campeones se ve con distintos lentes y estos entregan diferentes visiones y perspectivas, afines a la posición social y económica de los observantes del nuevo cuadro comunal.

Algunos ponen atención al crecimiento de su economía, a los nuevos y  lujosos edificios; también al incremento del Ingreso per cápita de la región de Tarapacá que aseguran ha superado los US$ 20.000 anuales; y otros bienes materiales que una parte de la  población disfruta.

Otros enfatizan en los campamentos y hacinamiento, en la xenofobia y la discriminación, en la falta de empleo y bajas remuneraciones, en fin, en la desigualdad que otra parte de la población sufre a diario.

Así, en la última década el brillo económico de la efímera riqueza minera se diluye frente a la exuberante inmigración poblacional que rebasa la capacidad de los servicios estatales existentes. También el centralismo político existente en nuestro país es un factor relevante pues la creación de riqueza se contradice con la insuficiente destinación de recursos fiscales para financiar sus necesidades. Y cultural, pues aun cuando la diversidad es un bien, en la transición social se producen males asociados a la difícil convivencia urbana.

Son las contradicciones sociales de nuestra actual realidad y es el Iquique real, al que deben referirse con urgencia las necesarias políticas públicas y solidaridad institucional, puesto que el desarrollo urbano sometido al interés del mercado es excluyente por definición.

 El estallido social iniciado en el año 2019 expresó el reclamo colectivo ante un orden social injusto y la crisis sanitaria desatada por el COVID lo exacerbó y desnudó las cortinas políticas instaladas para esconder los dramas más atroces de la desigualdad social imperante en el Iquique actual. Es tiempo de recuperar una sociedad de bienestar que hemos perdido en los años de neoliberalismo, reforzando la política pública para tiempos de recuperación social y económica. Y en esto el Estado, en sus niveles nacionales, regionales y comunales, es insustituible.

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