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Daniel Ramírez G.- En una conversación anterior, habíamos mencionado lo importante que ha sido el rol de las comunas en este proceso constituyente y... Pensando en la nueva Constitución

Daniel Ramírez G.-

En una conversación anterior, habíamos mencionado lo importante que ha sido el rol de las comunas en este proceso constituyente y el hecho de que los políticos comunales son los únicos que gozan de la confianza del pueblo. Por eso cuando hay intercambio con ellos, la ciudadanía sabe a qué atenerse y conoce los límites de la relación. No sucede lo mismo con los políticos nacionales, diputados y senadores, quienes desde un comienzo nos demuestran que se deben a un poder burocrático, ajeno a la región y a la comuna. Al momento de ser elegidos, dejan de ser nuestros representantes y pasan a ser representantes de sus partidos.

El plebiscito de octubre estableció claramente algo que los políticos tradicionales se han negado a escuchar, llevados seguramente por su instinto de conservación. Los ciudadanos todos, o por lo menos en un 80 %, no quieren saber más de la forma en que se ha hecho política para conducir el desarrollo de nuestra sociedad. Los culpables históricos, los que nos mantienen anclados a esta realidad, los viejos partidos conservadores (UDI, Renovación Nacional, Republicano) y los seudo progresistas (Socialista, Comunista, Radical, PPD, DC, Liberal) deberían irse ya a descansar al museo político y dejar la arena a los partidos jóvenes que existen y a los que existirán, porque no me cabe ninguna duda que nuevos partidos aparecerán después de elaborada la nueva constitución.

La democracia, que es el elemento base que buscamos tener en nuestra sociedad futura, no es lo que conocemos hoy por democracia y que los conservadores están tan interesados en que no cambie.

La democracia que viene, además de los derechos de igualdad, justicia social y libertad, deberá considerar la paridad de género en todos los niveles administrativos de la nación, el uso de las nuevas tecnologías de comunicación en los mecanismos de participación y decisión política de todos los ciudadanos, los plebiscitos vinculantes y los referéndum revocatorios en todos los niveles administrativos de nuestra institucionalidad. Pero, además, la nueva constitución no solo debe de establecer que la soberanía radica en el pueblo y que este la ejercerá a través de plebiscitos y referéndum que podrán ser autoconvocados, sino que, la delegación de esa soberanía a las autoridades nacionales elegidas democráticamente, será voluntaria, transitoria y revocable.

El acceso a todos los derechos y mecanismos constitucionales por parte del pueblo, deben de quedar claramente establecidos, no como en la constitución actual, que menciona en su art. 5 que el pueblo ejercerá su soberanía a través del plebiscito y en toda la constitución, no existe la forma en que el pueblo llame a plebiscito.

El poder soberano debe tener acceso a mecanismos que le permitan autoconvocarse y decidir plebiscitariamente los problemas en que decida intervenir.

Se que me estoy repitiendo en la conversación, pero estas cosas hay que repetirlas, sobre todo en una época de decisiones tan importantes como la que estamos viviendo.

No se especula cuando se dice que esta es la elección más importante que enfrentaremos en nuestras vidas y por su importancia, es que también es diferente. Cuando vamos a votar, normalmente lo hacemos llevando con nosotros el nombre de la persona que nos interesa que nos represente, esta vez es diferente, porque cuando vayamos a votar debemos tener claro por quién no hay que votar. La gente que votó el rechazo está toda junta en una lista única, por lo que es claramente identificable. Esa es la lista prohibida. El ciudadano que votó apruebo no puede votar por quienes votaron rechazo y representan la forma de vida que quiere cambiar. Hay que votar principalmente por independientes y por mujeres, porque ellas llevan en sí el germen de los cambios culturales profundos. Hay que votar con el espíritu del apruebo a la vista.

Será complicado, enredoso y peligroso votar por candidatos independientes que van en las listas de partidos políticos, porque hay trampas instaladas cuidadosamente, pero hay que tener muy claro, que de todas las elecciones en que tendremos que votar ese día de abril, la más importante y tal vez la única importante, es la que elige a los miembros de la convención constitucional. De tal modo que hay que votar sí o sí, aunque no se vote en ninguna de las otras.

La elección de gobernadores es una muestra típica de la forma mañosa en que los partidos políticos han manejado nuestra mal llamada democracia. Se suponía que con esta ley generaríamos nuestros gobiernos regionales, que nos darían autoridades con identidad regional y con el poder suficiente para pararse frente al representante del gobierno central, pero resulta que, en la capital se han negado permanentemente a autorizar la existencia de los partidos políticos regionales, legalizados en una sola región, porque esto les quitaría el poder de controlar ellos la elección de los candidatos. Tampoco han sido capaces de legislar sobre todas las capacidades que se deben traspasar al gobernador regional y lo más probable es que este quedará sujeto en su accionar, a la política de la metrópoli.

Creo que la primera tarea de todos los gobernadores regionales será una rebelión masiva contra el poder central. El 80 % que marcó el apruebo en 341 comunas, les da a los gobernadores de esas regiones y a los alcaldes de sus comunas un respaldo y poder social enorme.

Los alcaldes de esas comunas no deberían considerar desarrollar ninguna acción política, pactada o no, que no esté orientada por lo que el pueblo ha votado en un plebiscito nacional en cada una de sus comunas. Tienen un mandato de un 80 % de sus ciudadanos, que declararon su decisión de elaborar una nueva constitución para generar cambios profundos en nuestra sociedad y en nuestra forma de convivir. Es cierto que la constitución es una normativa nacional y por la misma razón, sentará las bases de la forma de vida de las regiones y las comunas, por lo tanto, deberíamos tener algo que aportar en su elaboración. Este es el mandato más importante que los alcaldes han tenido en sus vidas políticas y es nuestra obligación impulsarlos a cumplirlo a cabalidad.

Personalmente creo que la asamblea nacional de alcaldes más gobernadores, es una instancia de poder político, que se debiera institucionalizar como la más cercana aproximación democrática al poder soberano.

En la nueva sociedad, nacida de la nueva constitución, debiera existir esa asamblea con la obligación de reunirse ordinariamente una vez al año, sin perjuicio de tener la capacidad de autoconvocarse a reuniones extraordinarias. Sus funciones deberían ser fiscalizadoras y expresivas del poder soberano, al cual los alcaldes pueden consultar a través de plebiscitos comunales. Su poder debería alcanzar para acordar que autoridad política debería ser sometida a referéndum revocatorio y que materias que sobrepasan el sistema legislativo, debería ser plebiscitadas.

Para que en una sociedad exista una convivencia más democrática, las reglas de conducta deben comenzar a gestarse en las comunas.

Una respuesta a “Pensando en la nueva Constitución”

  1. Luis Alberto Fernández dice:

    Estoy de acuerdo en la autonomía, gobernabilidad y toma de decisiones en cada región, terminar con el centralismo, la creación de partidos políticos regionales, la tributación empresarial en las regiones que tengan presencia y no en la central , totalmente en una constitución