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Profesor Haroldo Quinteros Bugueño.-  No es hora de hablar de manera vacilante, sino con la mayor claridad posible. La grave situación política y económico-social... Las elecciones del 11 de abril

Profesor Haroldo Quinteros Bugueño.- 

No es hora de hablar de manera vacilante, sino con la mayor claridad posible. La grave situación política y económico-social por la que atraviesa nuestro país, y sobre todo, su aporreado pueblo, así lo exige. Sin duda alguna, la voluntad popular ha sido burlada una vez más. El plebiscito de octubre de 2020 demostró que la abrumadora mayoría de los chilenos no sólo se pronunció democráticamente por una nueva Constitución, sino además, que ésta fuera redactada por ciudadanos institucionalmente independientes de los partidos políticos.

Ante ello, un oscuro conciliábulo reunido a puertas cerradas, secretamente, y sin que los chilenos lo supieran, tuvo lugar en diciembre de 2019. Eran los dirigentes de todos los partidos de la ex – Concertación y de la derecha, que llamaron a ese pacto con el rimbombante nombre “Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución.” Por cierto, además de estar sorprendidos por el resultado del plebiscito, estaban, derechamente, despavoridos. Aquella reunión tenía un solo objetivo: impedir que el pueblo de Chile se diera una Constitución que remplazara la actual, a pesar que, falazmente, su acuerdo llevaba el apelativo de “nueva.”

Es decir, en lo básico, había que evitar que los chilenos nos diéramos una constitución política que pusiera fin al sistema neo-liberal imperante, impuesto por la fuerza bruta por una dictadura sanguinaria de derecha. En su lugar, impusieron la vergonzante ley 21.200, que lo primero que acordó fue quitar la denominación “constituyente” a la convención de abril próximo (cual siempre fue su definición inicial), remplazándola por “constitucional,” lo que obviamente, significa algo diametralmente opuesto, que el proceso no se llevaría a cabo sobre la base de una forma nueva y democrática, como lo quiere el pueblo de Chile, sino con arreglo irrestricto a la espuria y antidemocrática constitución vigente.

El acuerdo mayor a que llegó aquel conciliábulo fue echar al tacho de la basura la voluntad mayoritaria del pueblo. En efecto, la mayoría ciudadana que inequívocamente se pronunció en el plebiscito de octubre de 2019, fue remplazada por los dos tercios requeridos para cualesquiera cambios. También obliga a los candidatos que se declaren independientes de los partidos políticos al acopio de firmas y otros requisitos que hacen muy difícil su postulación. Otra de las condiciones supremas que impuso el resultado del plebiscito también se anuló, en el sentido de evitar la mano de los partidos políticos en la redacción de la Constitución.

Desde fines de nuestra antigua democracia, nunca tantos chilenos habían participado en un acto cívico como aquel plebiscito, y éstos, en un 80%, rechazaron la opción “convención mixta,” que permitía la presencia de personajes políticos profesionales en el proceso. ¿Quién podría negar que, aunque haya honrosas excepciones, la política profesional e institucional chilena atraviesa por la más grave crisis de su historia? A todas luces la política nacional está severamente atravesada por la corrupción y la ineficacia y, sin embargo, en los resultados de abril próximo, con toda exactitud, la primera palabra la tendrá el minúsculo puñado de dirigentes de los partidos políticos, formados desde hace décadas en la cultura de las coimas, los contubernios, las vueltas de carnero, los a veces transitorios amoríos y rencillas en materia de arreglines politiqueros en materia electoral, los “te- doy- esto -si- tú- me- das- esto- otro,” etc. , etc.

En suma, y lo doy firmado, no habrá una Nueva Constitución. Se maquillará la actual, sin tocar su fondo. Es decir, volviendo al comienzo de esta reflexión, la voluntad popular ha sido burlada una vez más. Afortunadamente, como la movilización popular continuará, existe la esperanza que esta vez será, si no la última, una de las últimas.

Una respuesta a “Las elecciones del 11 de abril”

  1. Iván Cardemil dice:

    Al parecer don Haroldo tiene un problema con las fechas, en Octubre del 2019 no hubo ningún plebiscito, el plebiscito fue el 25 de Octubre del 2020, ahí la mayoría 80 % se pronunció por cambiar la Constitución de Pinochet y una mayoría aún mas leve, se pronunció por que todos los convencionales sean elegidos por el pueblo. El dilema para el pueblo es que la fragmentación ha dado sus frutos, mientras la derecha que sabe mantener sus privilegios se mantiene unida, el pueblo esta en una casi decena de listas y hay algunos que quisieran que fueran mas, de este modo, concuerdo que solamente se va a maquillar la Constitución pero la culpa en ningún caso es de la derecha sino de aquellos que no entienden que la unidad es la única arma que tiene el pueblo, unidad no solo para salir a la calle sino para construir acuerdos.