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Leonel F. Reyes Fernández (País Vasco, España) Desafiando al poder mundial: el derecho a la legítima duda. ¿A quién creer?… ¿a las cifras, a... Resistencia chilena: La rebeldía pandémica en tiempos de crisis mundial.

Leonel F. Reyes Fernández (País Vasco, España)

  1. Desafiando al poder mundial: el derecho a la legítima duda.

¿A quién creer?… ¿a las cifras, a los gobernantes, a los medios oficiales, a las instituciones mundiales? Noticias van, noticias vienen. Mucha es la incertidumbre en la gente, mucho es el temor infundido. También bastante des-información y manipulación en esta crisis global por gran parte de los medios oficiales.  Pocos medios alternativos –prensa digital y redes sociales- hacen el esfuerzo por entregar información lo más fidedigna posible en esta situación de escepticismo pandémico.

La realidad del mundo actual es una especie de espectáculo surrealista entre “pan y circo”, entre “por la razón o la fuerza”, entre “Ser  o no ser”, desvirtuando intencionalmente toda la realidad histórica entre conceptos ambiguos y simbología engañosa, entre falsos discursos y mentirosas promesas. Y como dice el refrán: “A río revuelto, ganancia de pescadores”, muchos sacan inmerecidas ventajas. Ejemplo, los hay para todos los gustos: Trump, Bolsonaro, Johnson, Piñera -por nombrar algunos- entre los pseudo-líderes más emblemáticos de nuestro superficial siglo XXI. Ellos representan la otra realidad invisible y misteriosa que planifica el ritmo del mundo: los grandes clanes familiares, las industrias del armamentismo, los consorcios financieros, las empresas transnacionales y últimamente, las grandes compañías tecnológicas en informática.

El planeta tierra –en mi opinión- vive tres momentos existenciales mutuamente interconectados que considero cruciales y determinantes: primero, el calentamiento crítico de la tierra, por ahora en pausa intermedia y con un breve respiro; segundo, una pandemia global en curso que contagia a millones y aniquila a miles de vidas humanas, mayoritariamente a personas mayores con alguna enfermedad previa; tercero, un probable conflicto bélico entre las dos grandes potencias mundiales, EEUU y China. Ambas se acusan mutuamente de quien es el responsable del Covid-19, mientras una pléyade de países aliados de ambos bandos está a la espera de quien inicie el paso de una agresión genocida.

Por otra, la pandemia –cada día que pasa- está en tela de juicio. Todos los medios nacionales e internacionales se focalizan en el Mercado Mayorista -y últimamente- en un Laboratorio de Virología de Wuhan. Pero poco o nada se dice de los VII Juegos Mundiales Militares (Wuhan, octubre 2019) donde cerca de 10.000 deportistas de 104 y más países participaron en dicho evento -y probablemente allí- contagiaron con el virus, poniendo en tela de juicio, por cierto, el mismo origen de la propagación y a un sinnúmero de potenciales sospechosos: ¿no habrá un tercer excluido (país, movimiento, organización) detrás de todo esto? ¿Quién o quienes se beneficiarán de esta crisis sanitaria mundial? ¿Qué mano invisible está operando para cambiar el rumbo de la historia humana?.

Estos acontecimientos nos ubica en situación de desconfianza aprendida y nuestra curiosa inteligencia no deja pasar esta oportunidad para buscar la verdad. Y aunque parezca soberbia y atrevimiento, me atrevo a dudar de todos los acontecimientos –previos y posteriores- acerca de la pandemia en desarrollo. Basta recordar algunos acontecimientos del pasado reciente que todavía provoca repugnancia y rechazo: el doble estándar moral y la nefasta política exterior de EEUU de Norteamérica, a través de los fraudes y del espionaje selectivo. 

  1. Los grandes fraudes del siglo XX y el fracaso del experimento chileno.

Como es sabido –y existen muchas evidencias- que este país de origen anglosajón inventó tres grandes fraudes en momentos claves para su subsistencia y su predominio mundial: uno para justificar un desastre atómico, otro para un cambios de política exterior y la última, una invasión por temas de control geopolítico y económico: el ataque a Pearl Harbor (1941), el asesinato de J.F. Kennedy (1963) y las Torres Gemelas (2001), respectivamente. Pero, sin ir más lejos, este mismo país, tiene acciones pendientes con la humanidad y con un país de la región sudamericana: Chile.

En la década de los 70´ fue el impulsor –a través de la CIA y operadores criollos chilenos- de un fatídico y cobarde Golpe de Estado (1973) que abortó una experiencia -sui generis- de un tipo de socialismo a la chilena, nunca sabremos cómo nos podría haber resultado, pero era una opción legítima que exigía de la gran mayoría trabajadora El proceso fue maliciosamente abortado de forma tan chilena. Aniquilaron toda una generación de mentes humanistas y nos dejaron como herencia –non grata- una aristocracia política y empresarial que ha abusado por décadas.

A partir de ese hecho, se implementó en Chile -a fuerza de una dictadura fascista- un modelo económico capitalista neoliberal (Constitución 1980) que duró 46 años, incluyendo el periodo democrático. Pero por fin -y por la natural rebeldía juvenil- un histórico 18 de octubre 2019, la población ciudadana y trabajadora dijo: NO más!!!… basta de líderes tóxicos!!!… basta de abusos y corrupción sistemática… basta de desigualdad e injusticia social!!! Pero la respuesta del vil gobierno –como era de esperar de quienes ostentan los privilegios y beneficios del sistema- fue de reprimir, de masacrar, de mutilar, de asesinar a su propio pueblo. Con la consigna de “Chile Despertó” y “Hasta que la dignidad se haga costumbre”, la toma de las calles y plazas fue la estrategia legítima para expresar el descontento generalizado. Es el breve resumen, trágico y doloroso, de una traición histórica, de chilenos cómplices –civiles y militares- y de la abusiva y prepotente intervención norteamericana.

Curiosamente –cuando el experimento chileno estaba por  desplomarse- llegó al mundo una pandemia inesperada para la mayoría y salvavidas para otros. El proceso chileno entró en una hibernación momentánea, a la espera de concretar una consulta ciudadana que defina los nuevos destinos del país. Pero entre tanto, agua turbia y contaminada –en este cuarto intermedio- fluirá para intoxicar el proceso y evitar una verdadera liberación cultural, social, política y económica.

  1. Una pandemia con sabor a espionaje y beneficios para un sistema que agoniza.

Hoy, nuevamente –como si la historia se repitiese- se extiende un manto oscuro de sospechas e intrigas de secretismo geopolítico global. Cuestión que la mayoría de los países considerados del tercer mundo -y en desarrollo- conocen muy bien. Uno de los motivos claves, ligados a la actual pandemia, está vinculado al fracaso rotundo de la globalización capitalista de corte neoliberal. Los estallidos sociales por todo el mundo –desde un buen rato- socavaron la seguridad de las inversiones y pusieron en serio peligro las propias bases del sistema y de los mezquinos intereses económicos en juego. No me cabe duda, de que esta crisis sanitaria global tiene un fuerte componente político-ideológico del poder dominante. Y una vez más, EEUU –y quizás un tercer excluido desconocido aún- son parte de una nueva estrategia perversa de confusión y manipulación de la realidad para salvar su modelo de economía de libre mercado. Y lo más trágico, es que, con tal de salvarlo, no importa el sacrificio de vidas humanas. Lo hicieron ayer, lo hacen hoy y lo harán siempre. Quizás deban pasar décadas y décadas para desclasificar la verdad, de lo que hoy sucede en el mundo.

Pero dejo a vuestro juicio ético, dos sucesos –con argumentos de sobra- que dan consistencia a mis hipótesis: Primero, el espionaje ha sido, es y será el arma con que EEUU de Norteamérica trabaja y define sus estrategias comerciales, políticas y bélicas. Prueba de ello, es que jóvenes idealistas por la libertad de expresión para informar a la ciudadanía manipulada -han sufrido y siguen sufriendo- por atreverse filtrar y publicar información clasificada; tenemos los casos del soldado norteamericano Bradley Manning (luego, llamada Chelsea Manning) que fue detenido por entregar evidencias del “Asesinato colateral” de civiles en la Guerra de Irak (2007), información que entregó a WikiLeaks y la difundió en el año 2010. Este soldado fue detenido ese mismo año y fue condenado a 35 años de prisión, luego de un largo proceso judicial militar y civil. Fue exonerado recién en el 2017 por Barack Obama. Pero la cuestión no quedó allí, le siguió el australiano Julian Assange (Fundador y ex Director de WikiLeaks), que tras un largo proceso de persecución, fue apresado en el abril 2019, también acusado por traición a la Seguridad Nacional, difundiendo información secreta sobre la Guerra de Afganistán y Guerra de Irak.

Finalmente, tenemos al norteamericano Edward Snowden, antiguo informático y empleado de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana – CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional- NSA, también perseguido por desclasificar Programas de Vigilancia Masiva a países y líderes mundiales. Hoy, frente al probable castigo de pena de muerte en EEUU, está exiliado en Rusia (2013), luego que más de una decena de países negaron prestarle asilo diplomático. El denominador común de todos ellos: desenmascarar los asesinatos selectivos, crímenes masivos y fechorías repugnantes de la política exterior estadounidense. Un reconocimiento por la valiente decisión de ponerle el cascabel al gato, exponiendo su propia vida como precio de dicho atrevimiento. Vaya, estos sí, son auténticos héroes del Siglo XXI. Hoy -y bajo nuestras propias vidas- la alianza denominada Five Eyes, red de espionaje, liderado por EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueza Zelanda -popularmente llamados “los 5 ojos”- sigue operando a vista y siniestra en el mundo occidental, tal como lo demostró E. Snowden en junio 2013, quien –como ya anticipé- se atrevió a desafiar a esta poderosa liga de espionaje global.

Lo segundo, y como no era de extrañar, mientras en el Occidente se sucedían estos contubernios de espionajes políticos, otra potencia mundial se preparó silenciosamente y ahora le sale al paso a EEUU y sus aliados: la República Popular China, que con los grandes avances en tecnología de la información 5G y la propuesta geoeconómica de la Nueva Ruta de la Seda -que conectará Euroasia con el pacífico en una megaproyecto multimillonario- pretende contrarrestar el poder omnímodo y hegemónico de EEUU –tras 75 años de dominio absoluto- adquirido al fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero algo había que hacer para sacar a China del escenario mundial. Las peleas comerciales no fueron suficiente. Tampoco con el bloqueo de la tecnología 5G de Huawei. ¿Por dónde herir el alma del enemigo para dejarlo en vergüenza mundial, evitando un conflicto armado explícito, aunque el coste signifique sacrificar algunos?. La pelea entre titanes está sobre el ring público -y solo nos queda observar desde nuestras butacas- lo que pueda suceder en un futuro próximo.

  1. Las consecuencias vilmente planificadas y sus costos asociados.

Haya sido EEUU –directamente- o un tercer excluido, el daño está hecho y pasarán años para recomponer el dolor y la tragedia en curso. Pero lo que me interesa exponer es lo que nos viene en el futuro inmediato y qué medidas debemos tomar. Una avalancha de grandes cambios –en nuestra forma de vida individual y social- nos caerá encima a nuestras agotadas vidas humanas: recomposición del modelo capitalista-financiero en todo el occidente y parte del oriente; aprobación de leyes anticiudadanas y antiecológicas, aprovechando los estados de alarmas, cuarentenas y confinamientos; control global digitalizado para bloquear y censurar cualquier difusión perniciosa que atente a la nueva Seguridad Nacional e Internacional post-pandemia; nueva clase social trabajadora como nueva forma de esclavitud laboral (workhouse-Teletrabajo); sincronización y domesticación del tiempo humano al tiempo del mercado (comercio elearning-industria virtual); nuevo reordenamiento educacional tecnodigital para los futuros estudiantes, evitando y frenando la natural rebeldía de los y las jóvenes.

Además,transacciones con uso de dinero virtual o criptomonedas, etc., etc… y agreguen todas la probabilidades tecnodigitales posibles. No es fantasía ni ciencia ficción, es el mundo que definitivamente se va a configurar –nos agrade a no- a través de un Nuevo Reordenamiento Geopolítico Digital, cambiando drásticamente los hilos de la historia hacia una nueva Era –ni moderna ni postmoderna- obviamente pensada y diseñada por otros. Pero “hecha la ley, hecha la trampa”, significará el camino propicio para que otras guerras invisibles se generen en el ciberespacio mundial y extraespacial.

Pero estos cambios, que podrían considerarse como avances significativos de la civilización del siglo XXI, no serán gratuitos. Los costos que esto traerá: dictaduras neodigital empleadas por gobiernos neoliberales y neototalitarios; violación solapada y encubierta a todos los derechos humanos conquistados hasta ahora;  desempleo generalizado en todas las economías del mundo, dejando a su paso a miles y millones de familias en estado de escandalosa y humillante precarización; invisibilización y seguimiento de todos los movimientos sociales disidentes (sindicalistas, feministas, étnicos, entre muchos más) del mundo; segregación definitiva de las poblaciones más pobres (países, regiones, continentes) por no tener acceso a la tecnología de punta. Y lo más importante, a mi entender, el desprecio de la vida humana y de la naturaleza –ya está bastante maltratada- a causa del nuevo reordenamiento geopolítico continental; cambios de legislación para las redes sociales y mercados virtuales; aplicación legal de espionaje encubierto virtual para líderes sociales y organizaciones disidentes, entre otros más.  

  1. El derecho a la rebeldía y estrategias por la vida, la tierra y el cambio.

Quizás, el panorama descrito nos pueda llevar a cierto grado de pesimismo. No, al contrario, mientras existamos disidentes (vecinos organizados, comunidades indígenas, organizaciones sociales, colectivos políticos, movimientos ecológicos, instituciones de DDHH, fundaciones, corporaciones, medios de comunicación alternativos y otros más) y ofrezcamos legítima resistencia, entonces no les será fácil domesticarnos. Ya se escucha en muchos países el falaz discurso de volver a la “normalidad” -otros, de “nueva normalidad”- desconociendo por completo que fue ésta la que precisamente ha provocado todo este infame y desgarrador desastre humano: calentamiento global, desigualdades sociales y pandemia inducida. Hay detrás un nuevo libreto ideológico que no quiere aceptar su derrota y recurrirá a todos los medios disponibles –leyes, represión, censura, cárcel- para evitar su desplazamiento definitivo.

No quepa duda de que vivimos momentos sumamente complejos y de grandes incertidumbres. Pero atención: debemos permanecer en constante vigilia no solo contra el virus propagado, también contra el nuevo y perverso sistema que ya empieza a restaurarse. No caer en el miedo que paraliza ni en la desesperanza que enferma. Al contrario, pensar, analizar, sacar aprendizajes, organizarse y continuar luchando, desde todos los frentes posibles. Ante el calentamiento global estrategias de bioecología social organizada; ante la pandemia virulenta estrategias de bioconservación familiar y colectiva; ante las desigualdades e injusticias sociales de los (des)gobiernos, estrategias de supervivencia, unidad, resistencia y rebeldía pandémica!!!… Y tal como lo aprendí de los hermanos indígenas andinos, “siempre de pie, nunca de rodillas!!!”.

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