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Dr. Alex Soza Orellana. Chileno, iquiqueño residente en Cuba. Tras una serie de conflictos entre los empresarios chilenos, peruanos y bolivianos, dueños de la... 21 de Mayo. Una gesta de grandes héroes.

Dr. Alex Soza Orellana. Chileno, iquiqueño residente en Cuba.

Tras una serie de conflictos entre los empresarios chilenos, peruanos y bolivianos, dueños de la explotación de guano y de la industria salitre en la región de Tarapacá (peruana) y Antofagasta (boliviana), incumplimientos de tratados, de impuestos, y uno que otro conflicto limítrofe, el 14 de febrero de 1879 el ejército chileno ocupa el puerto de Antofagasta  y en consecuencia Bolivia declara la guerra a Chile, posteriormente Chile declara la guerra al Perú, abril de 1879, que se había mantenido al tanto de la situación, dícese también como mediador, pero igualmente  interesado en las riquezas de la región.

Así chilenos, bolivianos y peruanos se vieron envuelto en esta guerra, Guerra del Salitre o Guerra del Pacífico. Se mataron entre ellos en feroces, sangrientas y también, por qué no,   heroicas contiendas, en muy difíciles condiciones, por los intereses económicos de los grandes empresarios, detrás de los cuales se encontraba el capital británico, el incipiente imperialismo inglés, expresado en una gran cantidad de especuladoras Sociedades Anónimas que se fueron apoderando de casi la totalidad de la industria del oro blanco. Chile realmente recogía muy poco de esta industria salitrera, fundamentalmente de los impuestos de exportación. Los soldados, de ambos bandos, provenientes de familias humildes, campesinas, obreros, voluntarios y otros obligados, solo ganaron más miseria, más pobreza  más explotación

Como sabemos la Guerra terminó en 1884, Chile se anexa la provincia de Tarapacá y Antofagasta, situación que favoreció grandemente su economía, y creció geográficamente con estos extensos territorios, en mar y tierra. El salitre constituyó, como también se dijo con el cobre, en el salario de Chile.

En el contexto de esta Guerra, que se dio por tierra y mar, hubo un momento inicial que realmente marcó la impronta de una suerte de motivación o exaltación patriótica en la ciudadanía y en el ejército chileno. Ese momento fue la heroica gesta protagonizada por el Capitán de Fragata Don Arturo Prat Chacón y su vieja corbeta “Esmeralda”. Indudablemente también se suman a esa gloria el resto de la tripulación que supieron morir con honor y compromiso con su capitán, arengados a cumplir con su deber, ante una contienda desigual y a no arriar la bandera tricolor, que como todos sabemos fue el último bastión que se hundió tras las feroces cargas de fuego y arremetidas del acorazado monitor Huáscar.

En este combate naval que como todo chileno, -con memoria- sabe, ocurrió el 21 de mayo de 1879, concurrieron 5 naves: 2 peruanas el Huáscar y la Independencia y 3 chilenas, la Esmeralda, la Covadonga y el Lamar. Alguien ocurrente ordenó las iniciales de estas naves para marcar la victoria de esta guerra a CHILE: Covadonga-Huáscar-Independencia-Lamar- Esmeralda.

Como iquiqueño, de niño y joven, anduve, arriba y abajo, caminando, en micro o liebres por las diversas calles y lugares con que cuenta la ciudad y en ellas se reflejan la mayor parte de los héroes que protagonizaron esta heroica gesta. Desde la calle Esmeralda,  la Plaza Prat, la Plaza Condell, las calles Uribe, Sargento Aldea, Wilson, Fernandez Vial, Riquelme, Serrano, Zegers y otras que se me pueden olvidar. Pero quizás ajeno a los detalles, acciones y conductas de tales personajes, más conocedor del Capitán Prat, su arenga, su abordaje y su trágica muerte en la cubierta del Huáscar.

Pero tenía mucho más realzada su figura en la  fecha en que se realizaba también el desfile de las escuelas frente a su monumento, en donde previos unos ensayos, lucíamos marciales nuestros uniformes, yo del Liceo, tratando de mostrar la gallardía y oficio militar ante nuestras familias y vecinos de la ciudad. Agotadoras pero reconfortantes jornadas y ahí moría el homenaje.

Era digno de admirar también las bandas de guerra que participaban en ella, compuestas por jóvenes con habilidades para la música y cierta vocación militar. Recuerdo a la de la aviación “Los Cóndores” y la “Carlos Condell” de la marina, quizás el Colegio Don Bosco también tenía una, el Liceo en esos años, 60,  no contaba con banda. Hoy muchas de los colegios tienen una banda de  guerra.

Realmente es curioso esto de las bandas de guerra, pre-militares también, algo típico en Iquique, quizás único. Me acerqué a alguna a verlas, a ensayos, las veía como algo mayor, de mucha responsabilidad, y así era, de mucha disciplina, agotadoras marchas y ensayos para lucir en homenaje a nuestro héroe, pero el premio o la satisfacción era interesante. Con un uniforme y un aprestado paso, el adolescente reafirmaba valores masculinos, (estas bandas eran solo de varones), un prestigio o distinción entre sus camaradas de curso o escuela, llamaba la atención de alguna o algunas niñas, futuras conquistas, pololas. Pero en esencia, creo, el objetivo de tal o más cual banda de guerra, o premilitar como es también, era el desarrollar en el joven la responsabilidad, -había que tener buenas notas, buena conducta-, el espíritu patriota, con ciertos matices de un nacionalismo chovinista y ganar un futuro soldado para la patria, es decir un sistema de captación quizás reforzado con el consiguiente Servicio Militar Obligatorio.

En esos años el joven no tenía la gran variedad de opciones para su desarrollo integral, entretenimientos u otras opciones de tiempo libre, como las tiene el joven de hoy, y que a pesar de ello muchos dicen “que no están en na”. Sin dudas después del 11 de septiembre de 1973  ha cambiado la visión y percepción de lo militar también, aunque se debe mantener este proceso de captación sobre todo en ciertos grupos de la sociedad afines a mantener la tradición  familiar también.

Volviendo a nuestro héroe y si revisamos su biografía, Don Arturo Prat Chacón era un marino duro y motivado en su oficio, además de gran capacidad, que lo demostró en varias acciones previas a ese 21 de mayo de 1879. Era predecible  que tomara aquella decisión que lo llevó a la inmortalidad, porque también tenía la opción, ante las poderosas naves blindadas peruanas, y conociendo certeramente las insuficiencias de su vieja nave, sus desventajas, de huir, de rendirse. Pero sabía  lo que significaría no dar lucha. El principal objetivo del Huáscar y la Independencia era Antofagasta, donde debía estar la escuadra chilena. El Capitán Miguel Grau del Huáscar, desconocía que la escuadra chilena se había dirigido al Puerto de  Callao, curiosamente se cruzaron y no se vieron en altamar. Así y todo la tenaz lucha que dió la Esmeralda y la Covadonga a las naves peruanas en la rada de Iquique, permitió que un gran contingente de tropas chilenas desembarcaran a tiempo en Antofagasta y que no se destruyeran las maquinas resacadoras de agua para el abastecimiento de dichas tropas.

Las acciones que tomó Prat durante el combate fueron las adecuadas, pero ante el poder de fuego, los espolonazos del Huáscar, la inutilidad de las granadas y balas que rebotaban en el casco blindado del Huáscar, un casi solitario abordaje, otro casi suicida y en medio de dos fuegos, ya que le disparaban de la costa también, sin municiones y las roturas de las calderas, que prácticamente inmovilizó su “Esmeralda”, determinó el desenlace de la contienda un poco más del mediodía de aquel miércoles 21 de mayo.

Otro episodio heroico se dio un poco más al sur de donde estaba la Esmeralda. El acorazado peruano perseguía infructuosamente a la goleta Covadonga comandad por el capitán Carlos Condell, sabiéndose ésta más pequeña y más móvil logró entrampar a la Independencia que encalló en unos roqueríos de Punta Gruesa rindiéndose.

El transportador Lamar se dirigió al sur a Tocopilla o Antofagasta.

Don Arturo Prat Chacón ha pasado a la inmortalidad como un gran chileno dentro de lo que son las Fuerzas Armadas y pueblo en general, reconocido en su momento como tal también por su contendiente el peruano Capitán Miguel Grau, comandante del Huáscar.

De las Fuerzas Armadas chilenas, de la Marina de hoy, en particular no hay nada bueno que señalar en su historia reciente. Don Arturo Prat sentía gran amor por la Esmeralda, ya había arriesgado su vida por salvarla en Valparaíso ante los furiosos embates de un temporal que la había dejado al garete, en mayo de1875. Hoy la Armada de Chile cuenta con un buque escuela insignia con el nombre “Esmeralda”, entre otros, pero que no tiene nada que ver con la Corbeta “Esmeralda” de esta heroica historia. Su nombre fue deshonrado tras el Golpe de Estado de septiembre de 1973, cuando este buque insignia se convirtió en un buque indigno, fue convertido en un centro de reclusión, de interrogatorio y tortura, por donde pasaron más de 100 detenidos.

“Honrar, honra” sentenció el Apóstol Jose Martí, por ello este modesto resumen histórico como suerte de homenaje a los héroes de esta gesta  naval que como iquiqueño no debo dejar pasar ni borrar de mi memoria, aun a gran distancia del Puerto Grande donde nací.

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