Pedro Oróstica Codoceo
Ante éstas situaciones nuevas y complejas, como las que se están viviendo hoy a nivel global, y que dicen relación directa con la vida y salud de las personas, es elemental, la implementación tanto de las medidas de carácter colectivo, como las de índoles personales y familiares; las cuales sin duda, demandan de las personas conocimiento, determinación, disciplina; entre otros valores humanos.
Importa señalar también que, quizás, estas prácticas requieran de un sesgo cultural determinado para lograr los objetivos que se tracen. Pero, no menos cierto es que, puede actuarse con la motivación que va más allá del ‘natural miedo al contagio y a la muerte’. Dicen que los chinos y coreanos del sur, ya controlaron la propagación, los italianos y españoles, representando a Europa, al parecer aún no lo hacen. EE.UU y Rusia están haciendo, como siempre lo suyo, de acuerdo a sus propias e históricas conductas. Pero ¿que está pasando en Chile y en Tarapacá?
Evidentemente que no hemos pasado exentos. Si hablamos del país, la cantidad de contagios, es mayor, en proporción a países de gran superioridad poblacional. En cuanto a la región, si al inicio no se presentaban contagiados, hoy ya están apareciendo. En todo caso, las estadísticas mundiales son llevadas al dedillo. Es por cuanto que la información oficial y la otra, entregan en abundancia los detalles al respecto.
No obstante y en el nivel territorial que sea, constituye una realidad humana global que ha acaparado la preocupación y atención mundial. Esto, tanto de la parte occidental como oriental del planeta. Estos irreconciliables hemisferios culturales, que siempre han estado viviendo en disputas, tienen ahora, por decirlo, un enemigo común. Los gobiernos tratan de atinar, considerando la crucial responsabilidad que les cabe.
Pero más allá de las condiciones que se informan oficialmente y – aparte de las circunstancias políticas y económicas mundiales que sacan provecho a la llamada pandemia – serán las responsabilidades personales, quienes al final han de marcar las diferencias. La participación conciente de los individuos y sus grupos familiares, constituirán el mayor aporte a la contingencia.
Y es aquí donde cada persona, debe tender al mayor control posible sobre su propio medio individual y hogareño-familiar. El llamado virus corona, se contagia a través de los fluidos provenientes de estornudos, de toses vertidas, los contactos de manos y de elementos de uso cotidiano, entre otros. Por cuanto, medidas sencillas surgen para mantenerlo aislado idealmente.
Estas son acciones simples pero eficaces, que al continuar practicándolas, podremos vislumbrar luz al final del túnel. Esta peste que ha comenzado y se que se extiende por el planeta, pareciese que viene a cumplir el desgraciado rol de la llamada selección natural. No es posible quedarse de brazos cruzados.
Entonces, si uno siente que tiene síntomas de resfrío o gripe, no salir. De igual manera no andar tosiendo ni estornudando encima o al lado del prójimo, o si lo hace cubrirse. Lavarse las manos con profusión. Quedarse en casa; hacer cuarentena. Guardar las distancias en los bancos, supermercados, farmacias, lugares de pago y reaprovisionamiento, etc. Si hay que estar en lugares con más público, usar la mascarilla, (agotadas en el comercio establecido.).
Esto, es necesario cumplir. Y así, estaremos aportando con el grano de arena o la gota de agua que se requiere ante esta situación generalizada. Recordemos que los desiertos se hacen con granos de arena y los océanos a partir de la gota de agua. En resumen, hacer y dar lo mejor que pueda cada uno, en la idea del aporte para si y para los demás.