Edición Cero

ctor guerreroDr. Víctor Guerrero Cossio.  Sociólogo y Académico UNAP.-  Todas las grandes transformaciones ocurridas en la humanidad han ocurrido en el marco de grandes... Manifestantes de la indignación.

ctor guerreroDr. Víctor Guerrero Cossio.  Sociólogo y Académico UNAP.-  Todas las grandes transformaciones ocurridas en la humanidad han ocurrido en el marco de grandes movilizaciones, accionadas por manifestantes decididos a instaurar cambios sociales. Así ocurrió en la antigüedad, en el medioevo, en la modernidad temprana y en la modernidad tardía que estamos viviendo. Con resistencias y consecuencias importantes,  esos movimientos hicieron parir una nueva sociedad con mayor justicia y dignidad.

En el marco histórico que vive Chile en la actualidad,  no entender o ignorar el carácter profundo de las movilizaciones que se realizan por casi tres meses, conduce a la pretensión de instaurar un orden público basado sólo en la represión a los manifestantes, pretendiendo resolver un problema político profundo con acciones policiales cruentas, pero superficiales. Las autoridades no entienden o no quieren admitir la importancia de los sujetos movilizados ni la validez de las demandas que impulsan.

Desde el 18 de Octubre del año 2019 Chile se encuentra de hecho en un estado de excepción, con manifestaciones permanentes de la ciudadanía activa, que han disminuido el crédito de  las formas tradicionales de dominación por parte del Estado, incluyendo conflictos de baja intensidad de algunas instituciones, tal como ha ocurrido con la Municipalidades que llamaron a un Plebiscito con anterioridad a la convocatoria del Gobierno, también el Poder Judicial y Contraloría que han confrontado a las acciones policiales de Carabineros de Chile.

Sin embargo, lo más resaltante ha sido la duración e intensidad que han mantenido los manifestantes en sus movilizaciones callejeras, mediatizando y afectando de manera importante las más diversas actividades habituales y tradicionales en nuestro país. Así, podemos enumerar algunas de las más relevantes: de partida el libre tránsito en avenidas y plazas, la eliminación de festivales pirotécnicos en la mayoría de las comunas y más recientemente la realización de  la Prueba de Selección Universitaria, en que los manifestantes estudiantiles interrumpieron de manera importante lo programado en varias ciudades y colegios, restando legitimidad a los resultados de ese Test nacional.

Las secuelas de todo esto, más allá de los costos económicos y burocráticos, son de orden cultural y político, por cuanto se han generado racionalidades muy contradictorias en el quehacer nacional, llevando a un país segmentado entre instituciones constituidas y organizaciones contingentes que no se escuchan entre sí. Asimismo, en lo político, tal falta de sintonía de mensajes y validación de sus acciones, resta legitimidad y credibilidad a lo que se anuncia por cada polo social  al interior del conflicto.

Recientes estudios elaborados por el Núcleo de sociología contingente de la Universidad de Chile, que indagó acerca de las características de los manifestantes habituales en la Plaza de la Dignidad en Santiago, entrega importante información para entender a los manifestantes: sus edades, género, situación laboral, escolaridad y razones. En su mayoría son adultos jóvenes menores de 39 años, con paridad en cuanto a género, estudiantes en gran proporción con estudios universitarios, tienen empleo y una cultura amplia. Se trata entonces de un Chile donde cada vez la mayoría de la población es joven, donde la ciudadanía es informada  y no entender esto impide que las soluciones propuestas por los gobernantes sean las adecuadas para su aceptación por los manifestantes.

Las reiteradas negativas al diálogo y al acuerdo entre gobernantes y gobernados, principalmente por parte de las autoridades, que tienen la mayor responsabilidad y que actúan desde su burbuja de poder constituido, no admitiendo que en las calles ya existe un poder constituyente. Ahí está su interlocutor válido y no verlo así arriesga la posibilidad de alcanzar pronto una paz social verdadera y pronta.  Y esta debilidad propositiva no sólo es de las Instituciones Estatales sobrepasadas por la nueva realidad social, sino también de la ciudadanía de mayor edad y formada en un país con un sistema normativo que ha quedado sobrepasado por la nueva sociedad en que vivimos.

Los comentarios están cerrados.