Durisímo documento del Papa habla de “hechos delictivos”, “escándalo” y otros epitetos. Doce a quince Obispos se van
Crónicas 17 mayo, 2018 Edición Cero
Cambio 21/ El texto, de diez carillas y que les entregó en Roma este martes, contiene fuertes críticas al actuar de la Iglesia chilena frente a las denuncias de abusos. El pontífice habla de “hechos delictivos”, “escándalo” e “ir más allá” de la remoción de personas para solucionar la crisis.
Se prevé que entre 12 y quince Obispos saldrán o renunciarán en los próximos días a sus diocesis por estos hechos, encabezados por Tomislav Koljatic, Juan Barros, Horacio Valenzuela y Andrés Arteaga, quiénes trataban de «santito» al depredador sexual de jóvenes y niños, el padre Fernando Karadima.
El pasado martes 15 de mayo los 34 obispos chilenos (entre ellos los cuatro que formó Karadima y que viajaron a Roma, Italia, tuvieron su primera reunión con el Papa Francisco, quien los citó luego de recibir los informes del arzobispo de Malta Charles Scicluna, que estuvo durante febrero en Chile recopilando antecedentes sobre las denuncias de encubrimiento en contra del obispo de Osorno, Juan Barros. Todo esto, en el marco del caso Karadima.
En esa primera cita las autoridades de la Iglesia chilena no sólo escucharon al Papa, sino que también recibieron un documento redactado por él mismo -y que los prelados debían leer- donde analiza los abusos que han cometido algunos sacerdotes y la falta de acción por parte de quienes debían evitarlos y sancionarlos.
Canal 13 tuvo acceso exclusivo a ese texto reservado que Francisco entregó a los obispos chilenos, quienes fueron instados a reflexionar durante su estadía en el Vaticano.
El documento, de diez carillas, parte con un diagnóstico sobre la situación de la Iglesia chilena: hay una “herida abierta, dolorosa” y hasta ahora “ha sido tratada con una medicina que, lejos de curar, parece haberla ahondado más en su espesura y dolor”.
“Duele constatar que, en este último periodo de la historia de la Iglesia chilena, esta inspiración profética perdió fuerza para dar lugar a lo que podríamos denominar una transformación en su centro”, advierte, y agrega que la Iglesia chilena “se ensimismó de tal forma que las consecuencias de todo este proceso tuvieron un precio muy elevado: su pecado se volvió el centro de atención. La dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este ‘cambio de centro eclesial’”.
Y añade: “Es sintomático notar en el informe presentado por la ‘Misión especial’ que todos los declarantes, incluso los miembros del Consejo Nacional para la Prevención del Abuso de Menores de Edad y Acompañamiento de las Víctimas, han señalado la insuficiente atención pastoral prestada hasta el momento a todos los que se han visto envueltos, de un modo u otro, en una causa canónica de delicta graviora”.
Además de las críticas, el Papa apunta a cómo solucionar la crisis en la que está inmersa la Iglesia chilena: “Es urgente abordar y buscar reparar en el corto, mediano y largo plazo este escándalo para restablecer la justicia y la comunión”.
“Los problemas que hoy se viven dentro de la comunidad eclesial no se solucionan solamente abordando los casos concretos y reduciéndolos a remoción de personas; esto –y lo digo claramente- hay que hacerlo, pero no es suficiente, hay que ir más allá. Sería irresponsable de nuestra parte no ahondar en buscar las raíces y las estructuras que permitieron que estos acontecimientos concretos se sucedieran y perpetuasen”, señala.
Más adelante agrega que: “Confesar el pecado es necesario, buscar remediarlo es urgente, conocer las raíces del mismo es sabiduría para el presente-futuro. Sería grave omisión de nuestra parte no ahondar en las raíces. Es más, creer que sólo la remoción de las personas, sin más, generaría la salud del cuerpo es una gran falacia. No hay duda que ayudaría y es necesario hacerlo, pero repito, no alcanza”.
La carta también habla de los falsos mesianismos y el elitismo que pervierten en la Iglesia. “Nunca un individuo o un grupo ilustrado puede pretender ser la totalidad del Pueblo de Dios y menos aún creerse la voz auténtica de su interpretación. En este sentido debemos prestar atención a lo que me permito llamar ‘psicología de elite’ que puede traslaparse en nuestra manera de abordar las cuestiones”.
Agrega que “esa psicología de elite o elitista termina generando dinámicas de división, separación, ‘círculos cerrados’ que desembocan en espiritualidades narcisistas y autoritarias en las que, en lugar de evangelizar, lo importante es sentirse especial, diferente de los demás, dejando así en evidencia que ni Jesucristo ni los otros interesan verdaderamente. Mesianismo, elitismos, clericalismos, son todos sinónimos de perversión en el ser eclesial”.
Las conclusiones del informe Scicluna
Uno de los pasajes más duros de la carta está en la página 9, como nota al pie. Ahí, el Papa detalla algunas conclusiones del informe realizado por Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu:
“Mis enviados han podido confirmar que algunos religiosos expulsados de su orden a causa de la inmoralidad de su conducta y tras haberse minimizado la absoluta gravedad de sus hechos delictivos atribuyéndolos a simple debilidad o falta moral, habrían sido acogidos en otras diócesis e incluso, en modo más que imprudente, se les habrían confiado cargos diocesanos o parroquiales que implican un contacto cotidiano y directo con menores de edad”, expresa.
Y se agrega: “La investigación demuestra que existen graves defectos en el modo de gestionar los casos de delicta graviora que corroboran algunos datos preocupantes que comenzaron a saberse en algunos Dicasterios romanos. Especialmente en el modo de recibir las denuncias o notitae criminis, pues en no pocos casos han sido calificados muy superficialmente como inverosímiles lo que eran graves indicios de un efectivo delito”.
Asimismo, Francisco apunta a que se pudo constatar también “la existencia de presuntos delitos investigados solo a destiempo o incluso nunca investigados, con el consiguiente escándalo para los denunciantes y para todos aquellos que conocían las presuntas víctimas, familias, amigos, comunidades parroquiales. En otros casos, se ha constatado la existencia de gravísimas negligencias en la protección de los niños/as y de los niños/as vulnerables por parte de los Obispos y Superiores religiosos, de los cuales tienen una especial responsabilidad en la tarea de proteger al pueblo de Dios”.
El Papa además dice sentir “vergüenza” por las declaraciones que “certifican presiones ejercidas sobre aquellos que debían llevar adelante la instrucción de los procesos penales o incluso la destrucción de documentos comprometedores por parte de encargados de archivos eclesiásticos, evidenciando así una absoluta falta de respeto por el procedimiento canónico y, más aún, unas prácticas reprobables que deberán ser evitadas en el futuro”.
“En la misma línea y para poder corroborar que el problema no pertenece a solo un grupo de personas, en el caso de muchos abusadores se detectaron ya graves problemas en ellos en su etapa de formación en el seminario o noviciado. De hecho, constan en las actas de la ‘Misión especial’ graves acusaciones contra algunos Obispos o Superiores que habrían confiado dichas instituciones educativas a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa”, cierra.
Este jueves se realizó la última de las cuatro reuniones entre los obispos chilenos y el Papa Francisco en Roma. Al finalizar la serie de encuentros, el pontífice publicó una carta donde agradeció la “plena disponibilidad” que los prelados manifestaron para adherir y colaborar en todos aquellos cambios y resoluciones que tendremos que implementar en el corto, mediano y largo plazo, necesarias para restablecer la justicia y la comunión eclesial».
Respecto al contenido de las citas, indicó que «hemos profundizado en la gravedad de los mismos así como en las trágicas consecuencias que han tenido particularmente para las víctimas».