Después de 30 años de vida pastoral sacerdote Pablo Dierck deja las comunidades andinas de la Región
Crónicas 8 enero, 2018 Edición Cero
Tras desempeñarse por más de 30 años en las comunidades andinas de Tarapacá, el sacerdote franciscano, quien logró compenetrarse con los lugareños, deja la zona andina, luego que la Orden Franciscana le entregara funciones pastorales en otra localidad.
Así, al concluir sy actividad religiosa, se reunió con el alcalde José Bartolo, quien le señalara que su alejamiento será muy sentido por las comunidades que siempre han agradecido su presencia y respaldo espiritual en las festividades patronales o el consuelo y apoyo cuando han enfrentado momentos de tristeza por frentes de mal tiempo o terremotos.
El padre Pablo contó que llegó a Chile en 1987 y comenzó atendiendo a las comunidades de Camiña para luego continuar en Colchane y la quebrada alta de Tarapacá.
“Vine por tres años y me quedé como 30 recorriendo los pueblos del interior, comencé en Camiña y después los pueblos de Colchane me llamaron diciendo padre estamos tan abandonados, después los de Sibaya y la quebrada me pidieron y los de Chiapa también, y aquí me tienen visitando y sirviendo pueblos donde ningún sacerdote quiere ir. Pero feliz y contento que pueda acompañar a esta gente, siempre me he sentido muy identificado con la gente de los pueblos del interior. Mi papá y mi mamá en Bélgica es gente campesina y cuando veo al agricultor aquí en el norte me hace pensar en mi familia en Bélgica”.
Se mostró agradecido por la oportunidad de servir en estos lugares tan privilegiados de Chile. “Que Dios bendiga a quienes viven en el norte, quebrada de Chiapa, quebrada deSibaya, Camiña y Colchane.Nos damos cuenta que las iglesias de los poblados están en el corazón de la gente y nos damos cuenta que los hijos que han emigrado vuelven año tras año a celebrar las raíces de su pueblo, y un pueblo que destruye sus raíces es un pueblo que muere. Pero aquí nos damos cuenta que estos hijos de Chiapa Sibaya, Camiña no quieren que termine su buena costumbre, las tradiciones y fe cristiana que han comunicado sus padres, abuelos y bisabuelos. Ellos son felices y contentos de volver siempre a su pueblo de origen”.