Edición Cero

Daniel Ramírez / Economista Nuevamente, como lo  hacen cada cierto tiempo, los intereses económicos supranacionales, a través de la derecha política de nuestro país... No descuidar el cobre

Daniel Ramírez / Economista

Nuevamente, como lo  hacen cada cierto tiempo, los intereses económicos supranacionales, a través de la derecha política de nuestro país en sus múltiples manifestaciones institucionales y partidarias, abre fuego contra la empresa estatal más grande y sólida de la nación, sin la existencia de la cual, seguramente nuestro economía estaría en el suelo, derrotada por las crisis que nos azotan desde el 2008 y nuestras FFAA, estarían cargando arcos y flechas.

Como lo han hecho siempre que quieren apropiarse de una empresa de propiedad social, recurren a la vieja monserga de la ineficiencia de las empresas públicas, a la incapacidad del Estado para administrar empresas productivas y a la exclusividad del sector privado en la  administración eficiente de empresas.

Olvidan deliberadamente la vergonzosa realidad actual de aquellas empresas que en un lejano y mejor pasado fueron estatales. ¿Las empresas eléctricas de ahora tienen algún grado de comparación con la Endesa de aquellos tiempos? ¿Las empresas sanitarias de aquellos tiempos eran menos eficientes que las actuales? ¿La empresa de transportes colectivos del Estado era menos eficiente que el  actual transantiago? ¿Entel  era menos eficiente que la actual Entel? Soquimich ¿Tuvo alguna sombra de corrupción e ineficiencia como las  que muestra  hoy? En la evaluación habría que agregar en favor del Estado, que a todas estas empresas hubo que comenzarlas desde cero.

Cuando llegó la hora de la rapiña, durante la dictadura militar, el poder civil que acompañaba a la dictadura, trató también de apropiarse del cobre, pero, en la fila de los que cobraban favores, estaban primero los Yankisy después, había intereses nacionales más fuertes que ellos. Las FFAAtambién tenían deseos de exprimir la minería nacionalizada.

Ahora que la minería nacional está atravesando un periodo de crisis, en vez de dar soporte a la actividad económica que ha sido el sostén de la economía nacional, vuelven los mismos de siempre al ataque. Se ataca la  credibilidad de Codelco tratando de minar las bases del respaldo ciudadano que tiene su existencia. Ellos quieren hacer justificable, el que se venda aunque sea una mínima participación en la propiedad de este activo social de la nación. Y siguen machacando la misma cantinela: “Habiendo  privados dentro habrá más eficiencia y menos corrupción”.

¿Creerán que somos imbéciles? Después de lo que han hecho  en La Polar,  Jhonson, los pollos, el  confort, las farmacias ¿Qué no harían en el cobre?

Según sus propios  argumentos, una empresa, para ser eficiente, no puede actuar como servicio público y eso es cierto, sin embargo, ahora que Codelco  ha ejercido las pocas atribuciones que se le dieron para que pudiera competir de acuerdo a las reglas del mercado empresarial internacional y nacional, tomando  decisiones y resolviendo contratos como cualquier otra empresa lo haría, ellos usan la institucionalidad para arrinconar a Codelco  en una maraña reglamentaria que le impida actuar como empresa y seguramente, con el ánimo de revertir los logros que a pesar de la crisis ha estado logrando y poder mostrarla como ineficiente y como fuente de corrupción.

Nunca hay que descuidar a Codelco. Ningún ataque que se le hace tiene intenciones limpias, puesto que si así fuera se harían de otra forma y con el  objetivo claro y simple de mejorar su operación. Siempre que se pone a  Codelco en el tablero público, se está intentando minar la cultura popular que generó y sustentó su nacionalización y que ahora se está enfrentando a un proceso de toma de conciencia, que le llevará a solicitar ejercer en forma efectiva sus derechos de propiedad sobre la totalidad de nuestras riquezas naturales.

 

 

 

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