Derechos Humanos: por un trato digno e igualitario más allá de los usos y costumbres
Opinión y Comentarios 18 diciembre, 2016 Edición Cero
Soledad Galdames Cassigoli/ Etnohistoriado, Mg. en Gestión Cultural
La acción sostenida de la sociedad civil organizada preocupada por impulsar el respeto a la dignidad y libertad de las personas, minorías, comunidades y pueblos, ha permitido avanzar en la consecución de derechos antes no considerados preponderantes por el Estado chileno. A su vez, esta labor constata que para el desarrollo de estos derechos es necesario reconocer a la diversidad, como una riqueza y condición intrínseca a la especie humana y que la participación en igualdad de derechos y con equidad de las personas, es imprescindible para la convivencia democrática y el desarrollo sostenido de nuestro país.
A pocos días de publicado el informe anual 2016 sobre la Situación de los Derechos Humanos en Chile ̶ con resultados no muy alentadores ̶ , acciones que violentan la dignidad de personas siguen estando presentes en lo cotidiano, siendo más graves aún, cuando provienen de funcionarios públicos y dirigentes gremiales, como lo ocurrido recientemente en la cena anual de Asexma.
Preocupa observar que ciertos usos y costumbres incorporados a nuestra cultura «normalizan» este tipo de conductas, justificándolas como bromas o chistes masculinos, sin comprender que denigran a las mujeres, al cosificar y hacer un uso vejatorio de su cuerpo. Los derechos culturales, como cualquier otro, en este caso no se pueden invocar, por tratarse de usanzas que menoscaban la dignidad de otras y otros.
Quienes participan de la toma de decisiones en el ámbito público de nuestro país, tienen una mayor responsabilidad de conducirse acorde a los ideales que nos humanizan y saber que no puede defender un derecho violentando el de los demás. Por ello no basta una simple disculpa. Habrá reparación cuando se explique públicamente por qué no es correcto este tipo de conductas y se señale cuáles son las consecuencias que traen consigo.
Transformar prácticas culturales que violentan los derechos humanos más elementales, se hace urgente. Para ello, educarnos en derechos, diversidad e inclusión es tarea de todos, pero el Estado tiene una función ineludible y permanente, cuando menos: formando a sus funcionarios, fortaleciendo la currícula educativa y a sus docentes, generando campañas mediáticas de alto impacto y abriendo foros ciudadanos para el intercambio de experiencias en la materia.
Valorar toda iniciativa colectiva o individual que contribuya a la inclusión, que nos haga reflexionar sobre nuestros actos discriminatorios y sus consecuencias en el día a día, hará de nosotros seres más humanos y de nuestros entornos sociales mejores espacios para vivir.
En nuestra región y, a 109 años de la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, el proyecto Tarapacá en el mundo del Instituto de Estudios Andinos de la Universidad Arturo Prat (financiado por el Gobierno Regional), publicará una nueva sección sobre Derechos Humanos, en los próximos días en su portal. Esta iniciativa, sistematizará información disponible sobre el tópico en la región de Tarapacá y aportará elementos para reflexionar como sociedad sobre los derechos fundamentales al hombre y las consecuencias que sus violaciones trae para las personas y la sociedad.