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Víctor Guerrero Cossio/ Dr. En Sociología, Académico UNAP. En 1970 había 100 mil estudiantes en la educación superior chilena, los que se distribuían en ocho... Educación Superior: no sólo paros y tomas

victor guerrero cVíctor Guerrero Cossio/ Dr. En Sociología, Académico UNAP.

En 1970 había 100 mil estudiantes en la educación superior chilena, los que se distribuían en ocho Universidades estatales y privadas con financiamiento público. Mediante el Decreto Nº2 de 3 de enero de 1981, el gobierno militar  fragmentó las universidades estatales o públicas en sedes regionales y dictó una completa libertad de enseñanza superior para crear universidades privadas. Además sumó la presencia de Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica.

En el año 2003, según el Consejo Superior de Educación, la matrícula de pregrado de las 60 universidades chilenas alcanzaba a 370.686 estudiantesy enla actualidad, sumando a Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica, hay 1.033.886 de jóvenes en esta educación terciaria, los que se reparten entre 60 establecimientos universitarios: estatales (9), privadas tradicionales (16) y privadas de mercado (35). De estos, el 60 % son Universidades, 27 % IP y 13 % CFT.

En la región de Tarapacá en el año 1990 la matrícula en la Educación superior apenas alcanzaba a 1.500 alumnos, de los cuales la Universidad Arturo Prat sumaba poco más de 800. Actualmente son 15.143, de los cuales 10.350 son de Universidades, 2.393 I.P y 2.400 CFT.

Y conste que en esta multiplicación por 10 de la matrícula en la educación superior la población chilena sólo se ha multiplicado por dos.

Esta es la realidad monstruosa que Chile enfrenta en esta materia, pero detrás de la decuplicación de la matrícula en la educación superior hay aspectos que muchas veces han quedado escondidos, entre ellos la deserción, el lucro y la pérdida de calidad en la formación de los profesionales que egresan de las Universidades chilena.

Y precisamente la calidad es un problema invisible, siendo quizás el más importante.  Por ello actualmente se han multiplicado las voces que piden más exigencia en la titulación de profesores, médicos y abogados. Aunque lo mismo debería estar presente en todas las profesiones.

Esta evolución de las universidades en Chile ha llevado a una realidad perversa, que ha propiciado el lucro con la educación, transformándola de un derecho social a un mero bien de consumo. Asimismo han expandido la matrícula, creando un mercado y convirtiendo a estos entes educacionales en verdaderas fábricas de título profesionales, con ello se ha reducido la calidad, porque también las UES estatales han reducido sus exigencias para no perder a los alumnos

Hay que recuperar la universidad en su sentido público y reducir el criterio comercial, hay que eliminar todo fin de lucro y la calidad debe recuperarse no sólo con mayor financiamiento, sino también con mayores exigencias curriculares. El problema es quien lo hace, pues los que tienen poder: Gobierno, legisladores, rectores y empresarios de la educación, cada vez tienen menos legitimidad. Y peor, no escuchan a las comunidades  universitarias.

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