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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación El experimento neo-liberal introducido a fondo en Chile, caso único en el mundo, tuvo su peor efecto... El sistema chileno de jubilación: único en el mundo

HAROLDO QUINTEROSHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación

El experimento neo-liberal introducido a fondo en Chile, caso único en el mundo, tuvo su peor efecto social en la creación de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).Fueron técnicamente una vulgar estafa, porque fue mentira, como se aventó desde el gobierno dictatorial y su prensa oficiosa en los 80, que los afiliados a las AFP tendrían como jubilación el equivalente de lo que ahorrarían.

Se trataba, en realidad, sólo de un nicho de negocios más para las mega-empresas privadas que terminarían haciéndose los virtuales dueños del país en menos de tres décadas; es decir, no tenían el objetivo de pensionar con dignidad a quienes trabajaron toda la vida para engrandecer el país.

¿Por qué las FF AA, que podían hacer y deshacer a destajo y según les diera la gana, siguieron en el antiguo sistema público? Por supuesto, ese solo hecho anunciaba el fraude que se nos venía encima. En la mayoría de los países del mundo, un jubilado recibe alrededor del 65 al 100% de su último salario, además de incontables privilegios en atención médica, descanso, viajes y otras alegrías. En Chile, esa suma bordea la tercera parte o menos. Imagínense la burla a los jubilados civiles de las AFP.

Al mes, según datos oficiales, las pensiones de la oficialidad militar fluctúan entre $ 1.489.497 y 1.622.680, mientras que el promedio de sus jubilaciones es de $ 180.898. El 90,9% de estos pensionados recibe una pensión igual o menor a $ 149.135, y el 68%, de 55 a 60 años, ha acumulado en su cuenta menos de $ 20,000.000, lo que significa que al jubilar tendrá una pensión de sólo unos $ 100.000 mensuales. Un equipo de CENDA, liderado por el economista Manuel Riesco, publicó hace poco un estudio sobre las AFP, que, entre otras sorpresas, demostró que de cada tres pesos que ellas recaudan, tanto por la vía de cotización como de subsidios estatales, dos se quedan enredados entre las AFP y los dueños de los grandes grupos financieros; es decir, en las manos de los mismos personajes. No obstante, la conclusión más importante fue otra.

El estudio demostró que si el sistema nacional de pensiones volviera a ser estatal, las pensiones de las AFP serían iguales a las del sistema público (IPS). “La pregunta del millón” es obvia: ¿por qué no se ha eliminado o modificado el sistema de las AFP? Pues, simplemente, porque se ha entronizado en el orden económico actualmente vigente, orientado exclusivamente a la ganancia de las grandes empresas; un orden que ni la derecha (sus creadores directos), ni la “Nueva Concertación,” indecisa, y en mayor o menor medida, comprometida con él,  quieren cambiar.

Bachelet no propuso en su campaña electoral eliminar el sistema, sino crear una AFP estatal sin fines de lucro, promesa todavía incumplida. En verdad, la eliminación o modificación sustancial del sistema de las AFP sólo necesita la mayoría absoluta de los senadores y diputados en ejercicio, como así lo estipula el Artículo 19, Nº 18 de la Constitución. Es decir, si el gobierno lo quisiese, podría iniciar, ya, ahora mismo, la tramitación del fin del sistema, puesto que cuenta con esa mayoría. ¿Por qué tanta vacilación de hacer justicia en Chile?

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